Con algunas críticas al servicio, muchos mendocinos ya lo incorporaron como medio para trasladarse diariamente.
En este primer año de vida, -al igual que por los rieles- pasó de todo. Desde recorridos experimentales con frecuencias mínimas hasta interrupciones imprevistas por mantenimiento.
Lo cierto es que a un año de haberse inaugurado, actualmente el medio se va posicionando de a poco como una alternativa más para trabajadores y paseantes mendocinos, a tal punto que -según destacaron desde la Secretaría de Transporte- cerca de dos mil personas viajan en las duplas por día.
Consultados por Los Andes a lo largo de uno de tantos viajes diarios, la mayoría de los pasajeros coincide en que están conformes con el servicio, aunque se quejan por la falta de barreras (que lleva a que haya semáforos y el viaje se torne interminable por momentos), lo precario de las instalaciones de los paradores y la nula separación entre vías y calle que hay en algunos tramos (especialmente de calle Belgrano).
"Tendrían que poner más barato al boleto, no al mismo precio que el micro. Si no, es lo mismo y la gente va a elegir tomarse el micro, ya que tiene más recorridos", destacó Maxi, un godoicruceño que, junto a su familia, aprovechó la siesta de ayer para hacer su viaje bautismo en el MTM .
A partir del 8 de octubre, para poder viajar en este medio los usuarios deberán pagar una tarifa única de 2,10 pesos, al igual que en los colectivos y también se utilizará el sistema Red Bus.
Conformes, pero con reparos
Hugo tiene 51 años, es pintor y en estas últimas semanas ha tenido que trasladarse desde su casa en Godoy Cruz hasta la calle Emilio Civit, donde está pintando.
Con la idea de ahorrar y aprovechar que no hay mucha distancia entre el parador de Aguas Mendocinas (Belgrano y Rivadavia) y ya sea su lugar de trabajo o su casa, este hombre es de los que han sabido sacar el jugo al Metrotranvía.
"Lo uso bastante seguido y no me parece un muy buen servicio. Si bien el estado del tren no es malo, pasa muy distanciado uno del otro y hace un recorrido muy directo que no siempre deja cómodo. No sé si está bien que cueste 2,10 pesos el pasaje. Debería ser más barato", advirtió el hombre, quien viaja cuando puede con su bicicleta a bordo.
"Es un poco desordenado lo de la bici, porque si bien hay carteles que dicen que pueden ir algunas bicicletas adentro, a veces el guarda nos dice que subamos por otra puerta para poder llevarlas", agregó.
En la misma estación, Dante (28) se mostró un poco más conforme con el servicio. "Yo vivo en el barrio Parque, de Godoy Cruz, y me parece un muy buen servicio. Si tengo que pagar pasaje a 2,10, lo voy a hacer porque me parece que está a la altura de cualquier línea de micros", se explayó el joven a su turno.
Ya en el interior de la unidad, fueron surgiendo otro tipo de quejas o, al menos, observaciones. "Para mí, los autos que vienen por Belgrano van muy pegados al Metrotranvía. Me parece un poco inconsciente que no se haya puesto una pared chica, una reja o que al menos la vía no esté un poco a desnivel, porque un choque o cualquier movimiento brusco de un auto y se puede cruzar a la vía sin problemas. Si viene justo el tren puede ser una verdadera tragedia", destacó Mirtha, sentada junto a una de las ventanillas.
La permanente aceleración y frenado de la unidad, en cuestión de metros a lo largo de todo el recorrido, puso de manifiesto lo que fue otra de las "observaciones".
"No sirven de nada los semáforos. Lo único que hacen es retrasar todo y a veces, cuando el tranvía toma velocidad, se frena por los semáforos y no agarra un ritmo. Más que semáforos, lo que se necesita (como en cualquier lugar del mundo) son barreras para los cruces a nivel, que estén bajas cuando va pasando el tranvía y listo. Más si uno ve que a veces ni automovilistas ni el tranvía respeta el semáforo", acotó Roberto Sánchez a su turno.
Además, el hombre aprovechó para referirse a lo poco claro que se torna el tránsito y el tema de semáforos y prioridades en algunas rotondas, como la de Pedro Molina.
"Me gusta; es un medio novedoso y que no está en otras provincias del país. Ojalá que ande mucho tiempo y que finalmente se transforme en una solución, especialmente cuando llegue a Luján y a Las Heras", manifestó por su parte Gabriela Reta, otra de tantas usuarias.
En el interior de las unidades sobresale la limpieza y el cuidado, así como también los carteles y stickers con anuncios en inglés e, incluso, con el mapa del recorrido que la dupla cumplía en Estados Unidos, su país de origen.
Los chicos aprovechan para subir con sus patinetas, acomodarse en los asientos y escuchar música. Así lo hacen dos adolescentes con un tema de Pier que nace de uno de sus celulares e invade el extenso pasillo. Es ése el momento en que un guarda les pide, con mucho respeto, que usen los auriculares para oír música.
Los jóvenes, igual de respetuosos, acceden.
Ya en Gutiérrez, 45 minutos después de haber salido desde el otro extremo (en la Estación Mendoza -Belgrano y Las Heras-), los pocos pasajeros que quedan y no fueron bajándose en el camino abandonan la unidad y se disponen a seguir su rutina. Dentro de 40 minutos saldrá el próximo con destino a la Ciudad de Mendoza.
"Si vas a escribir una nota para el diario, poné que otra cosa que hace falta es que pongan techo y más asientos en los paradores y tachos de basura, porque la gente tira todo al piso y algo tan bonito se transforma en un enchastre", pidieron tres mujeres al unísono antes de regresar para Mendoza.
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