Martín Pérez, responsable de suplemento Radar: "Piso 93 merecía ser recordado"

Entrevistamos al sub editor del suplemento cultural Radar de Página 12. Hombre de radio, fundó FM La Tribu y presenta su libro de poemas basado en el mítico programa de la Rock & Pop “Piso 93”.

Andrés Ruiz, Columnista de Rock (programa “Segurola y Habana” – Futurock)

Formás parte de medios de comunicación desde hace varios años... ¿Qué llevó a que ahora salga publicado este libro de poemas llamado “La Vida Es Otra Cosa”?

Este libro lo tenía armado desde hace tiempo, reúne los textos más personales de todos los que fui escribiendo durante seis años para Piso 93, que fue además mi primer trabajo en los medios.

Lo que pasó es que se fue haciendo viejo, porque no me decidí a sacarlo en su momento, y con el tiempo pasaron a ser los poemas de un joven que yo ya no soy, y me pareció que a nadie le podría interesar el libro de un poeta joven, que además ya no es poeta, porque yo no me considero poeta, ya que no trabajo con las palabras a ese nivel de manera constante, no me dedico a eso todos los días. Así que había quedado olvidado como libro, hasta que recordé que todos habían sido leídos al aire en el Piso 93, y por lo tanto tenían también ese valor, el de haber formado parte de un programa que tuvo su audiencia, su lugar de culto, generó un pequeño fenómeno en su momento, y entonces merecían volver a ir a buscar a sus lectores-oyentes.

Además, me parecía que el piso merecía ser recordado, así como esa época particular de los medios, por lo que agregué al conjunto un texto que completa el libro, que es mi recuerdo de esa época, que -sumado al prólogo del Rafa (por Rafael Hernández, conductor del programa, NdeR), a la contratapa de Saborido, que escribió para el Piso- termina de transformar al libro en un extraño avatar de otro tiempo, en un capítulo de microhistoria de los medios.

Ojo, sigo pensando que el conjunto de textos poéticos reunidos en el libro tiene su fuerza y su valor en sí mismo, pero yo ya no soy ese escritor, ya no son mis poemas, son los poemas del Piso 93, por eso ese subtítulo.

 

Piso 93 fue un gran programa de culto en Rock & Pop. ¿Cuáles son tus recuerdos de dicho programa? ¿Cómo era juntarse y prepararlo, producirlo?

Los recuerdos de ese programa son parte del libro: los incluí en el texto que oficia de memoria, incluido en el mismo. Fue mi primer trabajo en los medios, mi puerta de entrada, y además fue un trabajo que me abrió puertas. Yo era el “gavilán pollero” -mi seudónimo- del Piso 93, sin ese aval no hubiese entrado tan fácil, por ejemplo, al No dePágina 12, donde empezó, casi desde el primer número del suplemento, mi carrera en el diario que yo leía entonces. Mi trabajo en el Piso era doble, por un lado era el responsable de producir los textos que el Rafa leía, grababa y tenía listos para mandar al aire durante cada emisión, y después, en el momento de ir al aire, me encargaba de atender los teléfonos e ir mandando al aire las voces que habitaban nuestro piso. Y son dos tareas que hice a conciencia, con ganas, tomándomelo en serio y rindieron sus frutos, tanto para el programa, como aprendizaje para todo lo que hice después.

 

Era un programa también que se destacaba por su musicalización, emitiendo música completamente fuera de lo habitual para lo que era una FM. ¿Podría realizarse un programa así ahora hablando por supuesto de radios históricas como la Rock & Pop?

Supongo que sí, se podría hacer. Después de todo, la Rock & Pop en su momento no nos pagó nunca nada por hacerlo, ni le interesaba particularmente que existiera. Era algo que le dejaban hacer al Rafa, su patio de juegos, mientras al mismo tiempo era la voz reconocible de la radio. Es casi el mismo nivel de desinterés que podría encontrarse hoy en día en cualquier radio histórica ante una propuesta semejante.

¿Cómo fue la selección de los poemas? ¿Los tenías archivados? ¿Por qué elegiste una editorial independiente para publicarlo?

Los poemas y textos poéticos los fui juntando mientras hacia el Piso, los que más me gustaban, los que mejor imaginaba que funcionaban en la página, sin estar asociados a su lugar en el programa, se iban sumando a la pila. Y hace ya mucho tiempo les dí forma, y pasaron a ser un libro, pero nunca me decidí a llevarlo a ninguna editorial. Cuando hace poco entendí que asociados a Piso 93 tenían otro valor, rescaté algunos que había dejado de lado en un principio porque me parecía que se repetían (y hoy considero que son indispensables), agregué el epílogo y los prólogos (los paratextos que completan la propuesta), y empecé a buscar editorial.

Siempre supe que un libro tan extraño -porque es un libro de poemas pero no, y también es un libro de microhistorias sobre medios, pero tampoco-, tenía que encontrar lugar en una editorial similar, que lo cobijase y entendiese. Por suerte lo encontró en esta propuesta conjunta de El 8vo loco y Tren en movimiento, la colección fuera de serie, que le calza perfecto. No hubiese podido tener mejor destino.

 

Volviendo a la actualidad en referencia a la escritura, ¿tenés pensado un nuevo libro a futuro?

Mirá, tengo un par de libros más del cajón, que son como este de Piso 93, libros ya escritos, o pensados a partir de cosas que ya fueron escritas, y les ando buscando editorial. Uno salió de la nada, a partir de unos poemas rescatados de libretas viejas, que puse online y se copó con ellos Juan Soto, el dibujante de las tapas de Estelares, que es un genio. Quedó muy lindo, y estamos buscándole editorial, algo complicado porque es en color y los poemas son bastante adultos.

Y otro recopila lo que considero que son mis mejores notas cercanas a eso que hoy llaman crónica y que yo leí desde siempre, pero lo llamaba “periodismo de rock”. Se llama “Diez encuentros y una despedida”, y también anda por ahí, buscando casa. También tengo que escribir un par de libros desde cero, con una editorial grande, así que en eso ando.

Si el periodismo gráfico está en crisis, los libros sobre rock parecen no estarlo, así que intentare seguir haciendo lo que siempre hice, ahora dentro de ese formato.

¿Por qué elegiste el nombre PÉREZ a secas en la tapa de “La Vida Es Otra Cosa”?

Ah, eso es cosa de la colección, que pone solo los apellidos en las portadas, y las ilustra con una foto de una galaxia. Y me gusta como quedó.

¿Qué sensación tenés del periodismo, los medios de comunicación en esta época en general? ¿Es un momento difícil del periodismo o siempre lo fue?

Uh, qué pregunta. Trato de no pensar mucho en eso, porque si no me deprimo. Yo escribo en los medios porque es lo que leía desde chico, y quería estar ahí, hacer lo que me gustaba leer. Y lo que empiezo a darme cuenta es que ese círculo, ese ida y vuelta, cada vez se da menos, la gente lee diferente, lee otras cosas y de otra manera que como a mí me gusta leer.

Es un momento difícil porque lo que hacemos, el periodismo gráfico, está desapareciendo y mutando, hacia algo que no se si leería o querría hacer. Lo que siempre fue difícil dentro del periodismo, especialmente cultural, es la relación con la guita y el poder. Yo siempre me preocupé por estar lejos de ambos, para que no mirasen demasiado lo que hacía, y poder hacer lo que se me cantaba. Y tan mal no me fue, no puedo quejarme, en general me gusta lo que hago y lo hago con ganas, y siempre fue así. Pero no fue de casualidad, fue todo un trabajo encontrar ese lugar, sumado al trabajo diario que uno hace, claro...

Recuerdo cuando moderaste una charla con Tom Waits ya hace algunos años en un reportaje abierto. Me imagino que fue todo un desafío para vos estar ahí enfrente de tanta gente ante una figura de semejante envergadura. ¿Qué recordás de ese día?

Recuerdo todo, realmente. Fue mi mayor frustración como periodista, aunque con el tiempo se me fue pasando y lo fui entendiendo. O sea, fui entendiendo que no fue mi culpa, que hubiese sucedido hiciera lo que hiciera.

La moderación de la charla que dio Tom Waits dentro del BAFICI porteño la hice junto a mi compañera de redacción en Radar, Mariana Enríquez. En realidad, Waits había sido invitado al festival, Jim Jarmusch le había recomendado que aceptase, que lo iban a tratar bien, pero por entonces no tenía banda, así que no podía tocar, y entonces se decidió armar una clase magistral, que tomó la forma de charla abierta, con un periodista, en este caso dos, y al final se tocarían un par de temas solo al piano.

O sea, nosotros estábamos ahí para ayudar a Tom Waits a hacer lo que tenía que hacer, y no podía hacer solo. Tuvimos una reunión con su manager unos días antes, le contamos que estábamos para eso, para ayudarlo, y que la idea era armar unas preguntas al estilo del programa de Actor´s Studio, recorriendo su vida. “Todo bien, perfecto, qué bueno”, dijo.

El mismo día de la charla conocimos a Waits y a su mujer, en los camarines del Alvear, antes de salir a escena. La mujer nos pregunta que íbamos a hacer, le contamos, y ella simplemente nos responde: ¡Uh oh!. Ahí nos empezamos a preocupar.

Recuerdo que caminando por el pasillo que llevaba al escenario, Waits me preguntó: “¿qué crees que va a suceder ahí arriba?”. Estaba nervioso. Yo le dije, no te preocupes, este teatro está lleno de gente que se sabe todas tus letras aunque no sepa inglés, cualquier cosa que hagas va a estar bien. Y lo que hizo Waits una vez en escena fue usarnos de puching ball para armar una actuación y meterse a la gente en el bolsillo. Se burló de nuestras preguntas, y al comienzo no sabíamos como relacionarnos con él, pero lo intentamos.

Cuando nos dimos cuenta de que no había salida yo me dije: ¿así que no te gustan mis preguntas? Bueno, te las voy a hacer todas y cada una, y me aferre a mi lista como si estuviese en el mar en medio de una tormenta. Cuando por fin se terminó el suplicio y salimos de escena, yo lo fui a buscar, para hacer algo que aprendí en la radio, que es que cuando alguien se hace el canchero en cuanto se apaga la luz roja vas dejarle en claro que eso no se hace de manera más o menos vehemente.

 

Por suerte él me vino a buscar primero, pidiendo perdón, lo que descomprimió un poco la cosa. “Lo hice para la gente”, decía. “Fue una actuación”, explicaba. Y yo le respondía: “eso no se hace, se avisa antes”.

La verdad es que Waits hace eso con todo el mundo, pero lo hace cuando lo llevan a un programa, a enfrentarse con el conductor, y está bien que lo haga, de última está enfrentándose a la estrella, de visitante. Pero acá nosotros habíamos sido llamados para ayudarlo a hacer algo que no podía hacer solo, ¿y encima nos la hace difícil?

Me acuerdo que incluso nos pagaron doble el laburo, porque fue realmente insalubre, la pasamos mal ahí arriba. Pero después que se nos pasó la calentura, nos empezamos a dar cuenta que la nota había estado buena, que había dicho cosas que generalmente no decía. Por eso, una semana después, publicamos una doble en Radar con lo mejor de la charla, y realmente eran buenas respuestas.

Hace poco charlé con uno de los biógrafos de Waits, Barney Hoskyns, que cuando se dio cuenta que yo era uno de los que aparecía en el video que circula por ahí con la charla, me dijo: “man, hiciste un buen trabajo, no te preocupes, Tom trata así a todo el mundo, pero le sacaron muy buenas declaraciones”.

Yo me quedé re caliente en su momento. Me acuerdo que una semana más tarde, tuve que entrevistar a Milo Manara, que había venido a mostrar unos dibujos. La entrevista se hizo en su muestra, en un sillón que había en el medio de la sala, y entonces la gente se empezó a juntar alrededor nuestro mientras yo le hacia las preguntas. Pero como Manara es un caballero y fue muy generoso, cada pregunta iba enganchándose con sus recuerdos y el tipo hablaba y hablaba, rodeado de gente, que al finalizar aplaudió con ganas. Ahí pensé: ¿Ves Tom, lo fácil que hubiese sido si le ponías onda?

Volviendo hacia la radio. Subís habitualmente una especie de programa de radio llamado Música Cretina a la web. Fuiste también uno de los fundadores de Fm La Tribu. ¿Qué lugar ocupa la radio en tu vida?

La radio es donde todo empezó para mí. Profesionalmente, fue mi primer laburo. Y desde chico siempre escuché radio. Además, hice todo el recorrido: fui oyente, pasé a atender teléfonos, escribí publicidad para radio, hice textos para locutores, fui productor, columnista y terminé siendo conductor. La verdad que conozco la radio desde todos los lados.

Lo que me pasó cuando conduje un programa diario es que me agotó un poco, sentí que me había chupado la vida, que hacia todo para hacer ese programa, y decidí parar. El Rafa en ese momento me dijo que esa decisión era rara, que los que llegaban al micrófono no lo querían largar. Eso fue en la época de radio Supernova, cuando hice “Lo que más me gusta hacer”, que para mí fue un programa que estuvo perfecto.

La decisión de parar coincidió con el fin de la radio y el fin del país, casi. Después me metí a hacer la revista La Mano, pasé un tiempo fuera de la radio, y descubrí que es difícil volver. Me gustaría hacerlo, y siempre estoy intentando. Por eso sigo haciendo Música cretina, para despuntar el vicio y hacer las cosas como siempre las hice, tratando de disfrutar, antes que nada. Ojo, puedo hacerlo porque tengo otro trabajo, que también disfruto, que es Radar.

¿Cuáles fueron los últimos discos y libros que te llamaron la atención y podés recomendarnos?

Uf, son tantos... Mi laburo es ese, estar mirando aquí y allá, y estar bien al día, o tratar de estarlo... últimamente volví a escuchar a Legiao Urbana, uno de los mayores representantes del rock brasileño de los 80, que recomiendo fervientemente.

Descubrí -tarde- a un grupo llamado Mi Amigo Invencible, mendocinos que hace tiempo están por acá, en Buenos Aires, y su último disco la rompe.

Me gusta desde siempre lo que hace Miro o el Mister desde La Plata, ahora bajo el nombre de Las Armas Bs As, y lo mismo me pasa desde tiempo atrás con Coki Debernardi con sus Killer Burritos en Rosario. Y además suelo escuchar mucha música y mucho rock uruguayo indie. Hay un par de artistas que me encantan, Ete y los Problems,Julen y la gente solaAlucinaciones en familiaLa hermana menorGaro Arakelian, me gusta todo lo que hacen, me incendia su música, y es algo que celebro.

De libros últimamente vengo leyendo, además de los que leo por laburo, los que recomienda un escritor británico llamado M. John Harrison. El tipo es un grosso, y se han editado una novela y un libro de cuentos suyos, que recomiendo. Me di el lujo de entrevistarlo para Radar libros hace un par de años, por la reedición de esa obra maestra que es “El curso del corazón”. Pero además, en su site, cada fin de año recomienda las novelas que ha ido leyendo, y yo le vengo siguiendo el rastro, y hasta ahora no me ha defraudado. Son en ingles, y fuera del radar completamente, o casi.

Por ejemplo, gracias a él descubrí “Wolves”, una novela del británico Simon Ings, al que tampoco conocía, y me voló la cabeza. Espero que alguien la traduzca al castellano para empezar a recomendársela a los amigos.

 

El suplemento RADAR es un gran aporte a la cultura y por suerte lo seguimos leyendo todos los domingos. ¿Te considerás feliz de poder formar parte de él? ¿Lo considerás un suplemento clásico o siempre está sujeto a modificaciones en su arte?

Radar es un sueño hecho realidad, y habrá que ver cuánto dura en su estado actual, aunque lo mismo se puede decir del periodismo gráfico. Crucemos dedos, hace tiempo que lo dan por muerto y ahí estamos y seguimos.

Mi miedo con respecto al periodismo gráfico es que son los responsables, sus dueños, los que ahora están empezando a cortarle el chorro, porque para ellos el papel es una inversión, y les importa tres pepinos que sea su contacto con el lector, porque el lector les importa tres pepinos. Es más, les gustaría liberarse de él, y ahora tienen su sueño húmedo, la web, que en vez de lectores tiene clicks, y les hacen a los anunciantes el medio que quieren, sin culpas ni excusas. Un negocio perfecto, pero que deja afuera eso que te decía antes, lo de hacer algo que vos leerías.

Radar es eso, un suplemento que yo leería, sin dudas. Soy feliz de formar parte de él, junto con Claudio Zeiger, el editor, y Mariana Enríquez, la sub editora. Nosotros tres nos quemamos las pestañas para hacerlo todas las semanas, con la misma calidad de siempre, junto a los colaboradores, los diseñadores y todos los que trabajan con nosotros. Y creo que seguimos haciendo un buen laburo, seguimos tocando nuestra canción en la cubierta del Titanic del periodismo gráfico.

*Martín Pérez presenta “La Vida Es Otra Cosa” esta tarde a las 19 hs. en el Auditorio Abuelas de Plaza de Mayo del Centro Cultural Ricardo Rojas, Av. Corrientes 2038, CABA.

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