La DOS no llegó ni al uno

Hace unos meses estaban puestas todas las miradas en el desembarco del sciolismo en la ciudad, un operativo que tenía un barco, un timonel y una tropa que se había juntado no tanto por coincidencias sino, más bien, por el hecho de haber quedado fuera del armado kirchnerista más puro. La operación fue abortada. En el medio quedaron los heridos.
Las ambiciones presidenciales del gobernador Daniel Scioli habían desatado las urgencias de ganar terreno en los distritos y las secciones. El sciolismo quería un armado propio, una estructura que nunca tuvo y que se entendía como parte, no tanto, de una concepción política con vuelo personal como de una urgencia electoral que sirviera para diferenciarse del kirchnerismo.

Ese experimento tuvo nombre, apellido y sigla: la DOS (Daniel Osvaldo Scioli). El grupo reunía tanto a los funcionarios de la gestión que lleva dos períodos como a grupos residuales del duhaldismo o del lavagnismo, entre otros.

La estrategia fue bajar a los distritos haciendo uso de la localía de los funcionarios provinciales, recoger figuras sin sello y peronistas críticos del Gobierno nacional, lesionados por la dinámica propia de la Política. Y también fue la estrategia marcar diferencia. Sin dejar de responder a los grandes lineamientos del kirchnerismo, diferenciarse por el lado más cosmético del asunto.

Hace unos meses apenas, se hablaba de armadores locales del sciolismo y hasta de candidatos a concejales. Hasta llegó a hablarse de la posibilidad de internas. En este mismo portal se hizo referencia, más de una vez, a la liviandad con la que se manejaba el tema entre dirigentes que “compraban y vendían” rápidamente esa hipótesis descabellada.

Se hablaba de listas del sciolismo encabezadas por Néstor Auza o por Mario Bracciale, se hablaba también del peso que cobraban figuras como las de Alejandro Topo Rodríguez en el futuro de la oferta electoral de la ciudad y de la sección.

Nada de eso se pudo concretar. El sciolismo se bajó del auto antes de ponerlo en la pista. Y al costado quedaron los aspirantes a pilotos y una hinchada que ya se había aprendido los cantitos, pero nunca los pudo ejecutar.

Ahora, el sciolismo se retiró y en el campo de batalla quedaron los crédulos y los apresurados. La fila del kirchnerismo se hizo más larga porque volvió a ser ventanilla única.

Algunos dirán que fue la inundación la que arrasó con las prioridades del gobernador que pasó de estar en plena ofensiva a la urgente defensiva. Sin embargo, la cosa viene de mucho antes. Viene desde el mismo momento de estar obligado a una sociedad con el Gobierno nacional del que depende para respirar financieramente, no solo por los puntos de coparticipación que reclama sino, también, por un modelo impositivo bonaerense que todavía no “tocó” como corresponde los bolsillos fuertes que la Provincia tiene y muchos.

La realidad económica obligará a Scioli a tomar decisiones antipáticas para quienes suelen tener a disposición los medios anti K para manifestarse. Dejará de ser el chico bueno del peronismo para ser otro de los que atentan contra la propiedad privada y la libertad de los bolsillos. Si no toma esa decisión no podrá responder a sus obligaciones. Y si la toma, perderá ese caudal electoral que ganó a fuerza de ser el que menos se “peleaba” con el poder corporativo.

Las prioridades cambiaron y el armado territorial pasó a un segundo plano. “Poner plata en eso hoy, en que se necesitan tantas cosas, no nos parece conveniente”, dijo Rodríguez cuando se lo consultó por la apertura de un local propio.

Entre tanto, en Tandil, quedaron nuevamente figuritas que buscan arrimar a la pared, a alguna de las paredes sobre las que se jugarán los próximos comicios.

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