Liliana Serantes: “No hay que callarse. No hay que guardar el dolor”

Bahianoticias por SP – “No podía hablar, había perdido la VOZ. Tengo un cáncer en el mediastino”, dijo hace pocos meses en una entrevista. Cuando le preguntaron las posibles causas de su enfermedad, respondió “Hay varios factores, uno de ellos es el cigarrillo, pero también el callarse, el cuerpo habla cuando la boca calla.
No hay que callarse, hay que expresar lo que uno siente en el momento. No hay que guardar el dolor, eso es fundamental”. Ella sentía que era su misión contar lo que padecía para ayudar a otras personas. Doy fe, que el mensaje que intentó dar Liliana sobre una de las principales causas y consecuencias de pérdida de la VOZ y enfermedad, es esa: Callar.

En su web oficial, al final, hay un mensaje:

“El Artista puede chocar contra montañas. Tambalear ante precipicios. Pero… ¡Jamás Caer! Porque el Artista… ¡TIENE ALAS!!!!”

Creo que a Liliana, la eterna “NU”, le hubiera agradado compartir esta reflexión, para que comprendamos la importancia que tiene el expresarnos en voz alta (no, con voz alta).

Siento que fue el mensaje más importante que quiso transmitirnos.

No tiene Voz (anónimo)

No Tiene Voz era un misterio para la gente de su tribu.

Ella nunca había hablado. Los largos años de silencio habían convencido a su familia de que ella nunca pronunciaría una palabra.

La niña oía y era capaz de comunicarse mediante señales, pero todos habían perdido la esperanza de que ella, algún día, cantara o alzara su voz en agradecimiento durante las ceremonias.

No había duda de que la infancia de No Tiene Voz había sido extraña. Nació debajo de una hilera de sauces donde su madre había ido a dar a luz.

Las primeras horas de su vida estuvieron cargadas de sucesos horrorosos: el campamento de su tribu había sido invadido. El padre de No Tiene Voz, las encontró y protegió, perdiendo su vida en la contienda.

Un día, en el séptimo invierno de su vida, No Tiene Voz enfermó. Había comido algún alimento malo y tenía nauseas.

Llamaron al curandero. Mientras No Tiene Voz sentía que su estómago se convulsionaba, sucedió una cosa curiosa. Empezaron a surgir sonidos de su garganta que se parecían a los gritos de gente aterrada.

El hombre Santo sonrió, explicando que de recién nacida ella se había tragado esos sonidos, sabiendo que si lloraba, ella y su madre morirían. El dolor de estómago le había permitido sanar, mientras vomitaba el miedo.

No Tiene Voz se ganó un nuevo nombre cuando recuperó la posibilidad de hablar: ahora a ella la llaman… No Tiene Miedo

Liliana, ya no tiene miedo.

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