Era hora

Era hora

Quizás haya sido bueno, a lo mejor no lo fue. Probablemente, ya no exista. Pero fue ese baterista en la televisión francesa el que capturó la atención de un pequeño en las afueras de París.

Por Sergio Marchi

“Me enamoré de lo gestual; ver como desplegaba los brazos alrededor de la batería fue tan poderoso como si alguien me agarrara del cuello. Fue algo inconsciente, a tal punto que no sé cómo es que terminé estudiando música. Pero sí sé cómo comencé: con este tipo de la televisión francesa cuyo nombre nunca supe”.

El que cuenta esta pequeña historia se llama Manu Katché y está considerado como uno de los mejores bateristas del mundo. Con raíces africanas en su genealogía y su ciudadanía francesa, da además un toque de distinción, reforzado por su inimitable estilo tras los parches. Sin embargo, con Manu Katché nada es lo que parece. Quien vea uno de sus videos tocando la batería con Peter Gabriel, Sting, o con una enorme lista de artistas de todo tipo que va desde Joan Armatrading, Tears For Fears, Jeff Beck, Jan Garbarek o Dire Straits, se va a llevar la sensación de que este baterista francés toca con palos de amasar y no con palos de batería. “Es solo una ilusión óptica”, revela desde el otro lado del teléfono. “En realidad no son tan grandes, pero como agarro al revés el palo izquierdo, el que le pega al tambor, lo que se ve es el reverso del palillo, que obviamente es más grande que la punta”.

Cuando Katché toca rock lo hace de un modo agresivo, como si fuera una fiera salvaje recién liberada. Y cuando toca jazz, también; lejos de la sutileza, busca la precisión, pero su golpe no tiene atenuantes (a diferencia de los matices, que maneja con suma habilidad). Y el poder de la sugestión hace que se le pueda sentir la “africanidad” en el tocar, pero el baterista demuele con simpatía todos los clichés en torno a su persona. “Nací en los suburbios de París y mi padre era de Costa de Marfil, pero jamás lo conocí. Me crié con mis abuelos maternos, mi madre y mi padrastro. Mi educación fue de lo más francesa que puedas imaginarte, no hubo mucha vibración africana en ella. Desconozco el nivel de raíces africanas que hay en mí, pero puedo sentirlo de algún modo. Partiendo de que mi instrumento es la batería. Podría haber sido la trompeta o el cello, pero es la batería”.

El nombre de Manu Katché se hizo conocido desde su brillante participación en So (1986), el disco con el que Peter Gabriel accedió a un breve pero intenso estrellato gracias a temas como “Sledgehammer”, “In Your Eyes” y “Don’t Give Up”, que retumbaron en todo el planeta. “Conté esta historia muchas veces: yo trabajaba en el disco de un artista francés y el bajista era Tony Levin. En aquel entonces, Peter Gabriel trabajaba con Jerry Marotta pero quería cambiar de baterista, entonces hizo lo lógico y le preguntó a su bajista. Peter propuso a Steve Gadd, que era muy amigo de Tony, pero fue él quien pensó que no sería la persona adecuada para el proyecto. Entonces le contó a Gabriel que había conocido a un jovencito en Francia, bien entrenado y que podía tocar rock. Ese era yo. Cuando comencé a grabar con Peter, debo confesar que si bien conocía su música no estaba familiarizado con su material, y me llevó un buen tiempo ajustar mi estilo. Luchaba contra eso hasta que Peter me pidió que tocara como yo mismo, lo que me desconcertó porque yo había tocado con una gran mayoría de artistas franceses que me pedían que tocara como tal o como cual”.

Luego de trabajar con Gabriel, los servicios de Manu fueron requeridos por Sting, con quien tocó a fines de los 80. En su libro Roadbook, Katché arranca la narración de sus aventuras relatando la noche en que Sting les comunicó que en el próximo show habría un invitado de lujo: Stevie Wonder. Fanático total de Wonder, intentó no desbordarse con sus expectativas. “Yo pensé que me iba a encontrar con lo máximo”, escribió. “Lo que no sabía era que mi noción de ‘lo máximo’ iba a ser superada por lo que tocó Wonder aquella noche. Supongo que esta clase de artistas se comunican con Dios cada tanto para contarse las novedades”.

A través del sello Ariola, Manu Katché inició una carrera solista con el disco It’s About Time! (1992), un juego de palabras que puede querer decir “¡era hora!” o ser interpretado por lo importante que es el tempo para un baterista; algo así como “¡es el tempo, estúpido!”. “Pero ese no fue el comienzo de mi carrera solista”, explica. “Ese disco tiene un espíritu de agradecimiento a todos los músicos con los que tuve el placer de tocar, que el sentido del lanzamiento de un artista”. Y es así como la banda de Peter Gabriel en pleno (incluido el mismísimo Gabriel), y otros músicos como Pino Palladino, participan en aquel álbum. “Mi carrera solista arranca recién en 2004, una vez que terminé la gira de Sting de Brand New Day. Ahí decidí arriesgarme porque a través de mis grabaciones con Jan Garbarek conocí a la cabeza del sello ECM, Manfred Eicher, que me ayudó a que todo cobre forma. Desde entonces me dedico a tocar y a grabar esto que la mayoría de la gente llama música de jazz”.

Manu Katché se va a presentar por primera vez como solista en Argentina el próximo fin de semana, presentando su flamante álbum titulado Unstatic. “¡Por supuesto que conozco Buenos Aires! Tengo grandes recuerdos de cuando fui a tocar allí con Gabriel y con Sting. Pero esta vez es diferente: se trata de mi música y mi banda. Así que espero que al público argentino le guste lo que llevo y sobre todo que pasemos un lindo momento juntos”.Unstatic es su cuarto disco solista (sexto si se cuentan los registros en vivo), y si bien se lo podría catalogar como “música de jazz”, se trata de una combinación ecléctica y relajada de diversos estilos que lejos de los excesos virtuosos, se revela como una agradable fusión propulsada por el inimitable swing de Katché. “Para mí, todo se reduce al instinto. Si bien estudié piano y estaba bastante formado a los diez años, lo que yo hago es instintivo. Supongo que una buena formación académica como la que tuve ayuda a que tengas las herramientas para poder relajarte y resolver en el momento. Se ve complejo, pero en el escenario es cuestión de mirarnos y saber si vamos a agregar más vueltas para un solo. Si confiás en vos mismo, en tu gusto y en tu corazón, toda decisión se vuelve fácil”.

Manu Katché toca el sábado 8, en el Teatro Coliseo, Marcelo T. de Alvear 1125. A las 21.

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