Desde que fue inaugurado este esbelto dique, la empresa nacional que hizo ejecutar la obra emigró del lugar, dejando en pie una batería de viviendas y oficinas administrativas, similares a las existente en Los Reyunos, con la suerte de que estas últimas fueron preservadas por la Universidad Tecnológica Nacional a la que, con todo derecho, se le han adjudicado con fines educativos, pero también turísticos.

En el caso de Agua del Toro, los vándalos han sabido aprovecharse de ese estado de abandono y destruyeron prácticamente todo, sólo por causar un perjuicio en bienes del Estado sin cuidado alguno y a 100 kilómetros de San Rafael. Toda una picardía, porque en su momento el ingeniero Walter Franchetti propuso desarrollar un centro turístico e incluso fue más allá. Un simple equipo vial logró la apertura del camino Las Aucas hasta 20 kilómetros antes del límite fronterizo, con la intención de que San Rafael pudiera tener un acceso directo al corazón de Chile y en un viaje de pocas horas.

Lamentablemente, el proyecto no logró el eco esperado, y todos los esfuerzos fueron en vano. Hoy nos encontramos con un San Rafael que se muestra indiferente ante Agua del Toro, una presa que está en nuestro territorio y con un potencial turístico extraordinario. Hay que tener en cuenta que, a futuro, con la explotación del Cañón del Diamante, esa porción del departamento podría ser muy bien aprovechada. Más aún si se logra que se construya El Baqueano.

Indudablemente, para que los sanrafaelinos depositen su interés en ese sitio de privilegiadas bellezas, deberíamos contar con un camino en debidas condiciones, y para ello es necesario recuperar a pleno la ruta provincial 150 entre la Villa 25 de Mayo y Agua del Toro. Caso contrario, los departamentos más próximos a la presa sacarán provecho propio.