Historias de creativos neuquinos

Historias de creativos neuquinos
Se presentarán en Neuquén Innova, la muestra de inventores y emprendedores, actividad que se desarrollará en el Espacio Duam entre el viernes y el domingo próximos, organizada por el Copade.
Crear, producir, desarrollar y emprender con nuevas ideas es el objetivo de mucha gente que, teniendo en cuenta las realidades locales y mirando hacia un cuidado del medio ambiente, la salud y las ofertas que la misma región da, intenta innovar tratando de dar nuevas respuestas a las necesidades de siempre.

Son muchos los que dedican parte de su tiempo a inventar, a buscar alternativas para dar una mano, a encontrar otras formas de generar empleo y trabajo. Un grupo de personas en el norte neuquino que con el esfuerzo de muchos crearon estufas rusas para calefaccionar a familias de escasos recursos en zonas rurales, tres jóvenes neuquinas que haciendo hincapié en las plantas nativas crearon en Neuquén lo que hace años se conoce en otros países como jardines secos, y un hombre que por el gusto de inventar creó una parrilla y asador portátil.

Todos son de la provincia y como ellos muchas otras personas transitan por el mismo camino. Estarán esta semana en el Neuquén Innova, la muestra de inventores, innovadores y emprendedores, actividad que se desarrollará en el Espacio Duam entre el viernes y el domingo próximos, y que fue organizada por el gobierno de la Provincia a través de la Subsecretaría de Planificación y Acción para el Desarrollo-Copade y con el auspicio del Consejo Federal de Inversiones (CFI).

Innova se realiza por segundo año consecutivo y podrá ser visitada por el público de 16 a 22. En simultáneo, el sábado 17 -de 9 a 19- se realizará en el mismo complejo el Encuentro Binacional Pymes. Participarán más de 50 inventores, innovadores y emprendedores de la provincia y de la región de la Araucanía.

Invento para el asado

Neuquén > Héctor Pereyra trabajó en el petróleo durante muchos años pero en 2001, por curiosidad y ganas, decidió estudiar gastronomía. Con el tiempo dejó su trabajo de años y lo cambió por una rotisería.

Con el conocimiento que le dio el trabajo con las máquinas del petróleo, y lo que aprendió de cocina, más la curiosidad y las ideas que tenía en su cabeza, Pereyra se convirtió también en un inventor. Combinó las dos cosas que más sabía hacer y comenzó a crear.

Así surgió lo que él dio en llamar un asador portátil, fácil de usar, transportar y que cambia lo que es el asador conocido por todos. “El diseño deja de ser una cruz tradicional, se desarma, tiene una base fija con unas patas para que no se caiga por lo que no se empotra en el suelo. El alimento no se ata, sino que se pone tipo brochette. Se puede girar, dar vuelta hasta 180 grados y tiene varias posiciones”, relató el creador del asador portátil.

Soporta hasta 15 kilos de carne y se pueden cocinar varias cosas a la vez, pero también creó uno más pequeño “para pescadores y motoqueros” que puede cocinar hasta siete kilos de carne. El más grande pesa nueve kilos y ambos se transportan en una bolsa pequeña, similar a lo que son las bolsas donde se guardan y llevan las carpas.

El principal objetivo es que cualquier persona pueda usarlo. “Se acabó la idea de que sólo algunos pueden hacer asado, con esto cualquiera puede hacer una buena comida”, dijo Pereyra.

Para todos

Es de acero inoxidable por lo que puede lavarse por completo. “Todo redunda en la física, en el fuego y en la carne, no hay impedimentos para hacer un asado”, opinó Pereyra.

El asador portátil tiene varias piezas que se van ensamblando una a una hasta quedar en el producto final. Debe armarse cada vez que se usa y una vez terminado el asado desarmarse y guardarse. “Es un chiche que puede durar toda la vida”, consideró el inventor.

Como fue creado por gusto y como hobby, Pereyra sólo los hace por pedido cuando alguien se interesa. Tiene la idea patentada y los vende a través de Internet o por el boca en boca.

“Me gusta construir herramientas. Ahora estoy terminando un horno desmontable. Es para seis asadores que entran en una cúpula giratoria porque tiene una mesa de rotación. Entran por un lado, tiene un decantador de grasa, techo”, comentó.

De la barda al jardín de una casa

Neuquén > Caminar por la barda y encontrarse a su paso con una gran diversidad de plantas que crecen sin problemas es algo a lo que la gente de Neuquén está habituada, pero transformar esa vegetación nativa en parte del jardín de una casa no es tan común como debería serlo en una zona donde la lluvia apenas se hace sentir unas pocas veces al año.

Con el desafío de incluir esta vegetación en la vida cotidiana y proteger el medio ambiente a través del consumo racional del agua, surgió un proyecto que lleva dos años y que poco a poco se va afianzando en la capital neuquina.

La manera que encontraron Maira Kraser, Alejandra Güichal y Adela Bernardis fue trabajar en la reproducción de las plantas de la zona para crear jardines secos. “La idea no es que reemplacen todo el pasto verde por esto, sino incluirlo dentro del jardín y de esta manera reducir el espacio usado por plantas exóticas y así bajar el consumo del agua”, explicó Kraser una de las fundadoras de “Xero Jardinería Urbana”.

Regar con agua potable no es natural y menos en una zona seca donde para lograr una buena humedad se necesitan muchos más litros de agua que en otro lugar donde la lluvia y el clima acompañan. “Un jardín seco es un jardín colorido que tiene como premisa ser coherente con las condiciones de clima, de relieve y de suelo que tenemos en esta zona y que es un ecosistema árido”, relató Kraser.

La idea es desmitificar que estas plantas no pueden dar lo mismo que cualquier otra planta que se compra en un vivero. “Si no te dicen que esa planta es nativa, no te das cuenta. La gente se engancha pero desconoce la planta en el medio paisajístico porque está la sensación de que la barda es llana y aburrida, que es en principio lo que se cree, pero estas plantas son una buena forma para crear espacios verdes”, agregó Güichal.

Con este objetivo se embarcaron en la creación de un vivero de plantas nativas y así comenzaron con la producción de plantines. Gracias al vivero en Valentina Sur y poco a poco van logrando que esta idea se instale en la ciudad.

Calor más sano para temperaturas bajo cero

Neuquen > En búsqueda de una mejor calidad de vida y de hacer frente al frío del invierno en el norte de la provincia, integrantes de la Asociación de Fomento La Salada, junto a un grupo de gente del Centro Provincial de Formación de Agentes Sanitarios, trabajaron en la creación de “estufas rusas”, un sistema de calefacción que nunca fue utilizado en esa zona rural de la provincia.

“Ayudamos a elaborar un proyecto que ayudó a solucionar el problema de la inhalación del humo ambiental con salamandra”, dijo la coordinadora del Centro Provincial, Lorena Colombo. Contó que en todas las zonas rurales donde no hay gas, la leña es la forma de calefacción. Esta costumbre conlleva una serie de problemas de salud a las personas que conviven con ese humo. Se asocian enfermedades infecciosas respiratorias, EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) y hasta cáncer.

“Trajimos la idea del INTA de Trelew, y se realizaron 8 estufas para familias de muy bajos recursos con chicos y personas con discapacidad”, dijo Colombo. Con gente de la zona se trabajó en la construcción de las estufas de alto rendimiento que fueron ubicadas en estas 8 viviendas de La Salada y Tres Arroyos.

El sistema

Estas estufas rusas se construyen con ladrillo y arcilla refractaria, y tienen un sistema de zig-zag donde el humo va pasando, lo que produce que el calor se vaya dispersando y no salga al exterior. Además se recupera el oxígeno porque no consume el que está dentro de la vivienda.

No sólo es mucho más saludable, sino que se usa menos leña y el calor perdura por más tiempo en el espacio. Además sirve como horno para cocinar. “Dura más tiempo el calor y se consume un cuarto de lo que consume una salamandra. El calor que produce 100 kilos de leña lo produce una salamandra con 400 kilos de la misma leña. Las calorías quedan proyectadas en el ladrillo refractario y se va gastando poco a poco”.

El proyecto pudo llevarse a cabo gracias a un premio de 30 mil pesos que fue otorgado por un concurso de la OPRI de proyectos sociales. “Cada una de las estufas tuvieron un costo de 3.500 pesos por los materiales que se necesitaron para usar. En total son unas 30 familias las que viven en esa zona, pero se eligieron estas 8 familias que eran las más vulnerables. No se hicieron más, porque no hubo más dinero”, explicó Colombo.

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