Los herederos de Don Gato

Juan Domingo Novero se aleja del timón del Simape. Dos listas en pugna para sucederlo. La mirada sobre un hombre clave en la industria pesquera local y sus métodos de supervivencia.

El Gato preguntó por las oficinas del Caballo y un matón en la planta baja, de lentes espejados y bigotes tan negros como espesos, le marcó la dirección del ascensor. “Cuarto piso”, le dijo sin mirarlo. La comitiva caminó unos metros por el pasillo, apenas iluminado por el sol del mediodía.

La relación del Gato y el Caballo ya no soportaba tanta tirantez en aquel invierno del 2000. El delegado regional del Sindicato Obrero de Marítimos Unidos (Somu) Mar del Plata mantenía un prolongado conflicto con la flota costera por mejoras sustanciales de salarios. El Caballo acababa de cerrar un acuerdo a 400 km de distancia, sin su intervención. 

Los armadores se quedaban con el 19% de la facturación por la venta del pescado. A partir de ahí se separaban los gastos y con lo que quedaba, se repartía entre los marineros. El arreglo era un claro retroceso y una traición al Gato, que llegaba en busca de explicaciones.

Arriba del ascensor le cayó la ficha. No podía ser tan fácil llegar a las barbas del Secretario General, famoso por el blindaje armado que lo rodeaba a sol y a sombra. “Es una trampa”, les dijo a sus compañeros y apretó el botón rojo del tablero. Dejó de ascender y en silencio el ascensor quedó vacío dos pisos antes de llegar.

Bajaban a los saltos y a oscuras cuando escucharon que el ascensor volvió a detenerse. El Gato se paró de golpe, agitado y alerta. El silencio se rompió con una ráfaga tan corta como estruendosa.

Juan Domingo “Gato” Novero nació lejos del mar, en Cipoletti, Río Negro. Aquel día en que revalidó su apodo y tuvo una vida más, terminó de parir lo que venía gestando durante el conflicto. Correrse del Somu para crear el Sindicato Marítimo de Pescadores (Simape). La gran mayoría lo acompañó a la vereda de enfrente.

Omar Suárez, “El Caballo”, pensaba que Novero quería quedarse con todo su poder. Traicionándolo, resignó Mar del Plata para conservar el resto.  El “Gato” confiesa que nunca tuvo ambiciones para disputar el reino de Suárez. Los hechos en estos años lo avalan. Nunca sacó los pies de la ciudad cuando varias veces lo tentaron de extender sus dominios hacia la Patagonia, donde otros marineros se sintieron traicionados por el Somu.

Novero anticipó retirarse de la vida gremial cuando cumpliera 55 años. Para poder gozar de su jubilación y su pequeño nieto, que también heredó sus ojos casi transparentes. La promesa vino con demora. Ya va camino a los 60 cuando se dispone a entregar el timón del gremio que manejó desde octubre del 2000.

De la política no se jubilará nunca, avisa quien fue director de Pesca bonaerense, diputado provincial y Presidente del PJ local. Su ideología peronista ha sido un tanto versátil en estos años: mando a colgar pasacalles de Duhalde, pintar muros por Solá, repartir volantes por Kirchner y boletas de Scioli. Ahora es uno de los tantos que abrió la tranquera del massismo. Como Juan Garivoto, Novero es un renovador.

 

Desde el lunes pasado y hasta el 16 de julio en el Simape hay elecciones. La Junta electoral, armada por el oficialismo, depuró las listas y entregó un padrón con casi mil marineros en condiciones de votar. El requisito fue tener un aporte, al menos, en los últimos seis meses.

Sin personería gremial, -suspendida a pedido del Somu por el Ministerio de Trabajo (la causa está en la Corte Suprema)-, incapaz de negociar paritarias con las cámaras armadoras, con alto nivel de desempleo –muchos marineros para pocos barcos- y heridas abiertas tras el prolongado paro del 2012; a pocos sorprendió que por primera vez al oficialismo le saliera competencia.

La Lista Verde es encabezada por Carlos Andrés Fernández, un delegado de la flota de Baldino, el mayor armador/empleador del Simape. Los opositores quieren terminar con la informalidad que reina a bordo de los buques. Dicen que en las flotas de las empresas grandes, el 40% de los marineros no son efectivos y no se cumple con la dotación mínima. Falta gente a bordo cuando sobran en el muelle. 

Por cada dos días navegados un marinero tiene uno de franco. Pero ante la incertidumbre de no saber cuándo vuelven a navegar, los relevos los acumulan y no se bajan. Esto genera menos vacantes para los que esperan. Es larga la cola de tripulantes que todos los días pregunta en el Simape por una vacante. Para colmo las escuelas de Marinería no paran de escupir libretas de marineros todos los años.  

Cuando un pesquero está amarrado a muelle, porque está cumpliendo la parada biológica, o está roto o no hay interés en separarlo del muelle, el armador solo paga el garantizado de su dotación efectiva. Siempre y cuando no renuncien al terminar la marea, como ocurre en los barcos congeladores.  El garantizado de un marinero efectivo roza los 3 mil pesos por mes. El relevo que no navega, cobra los francos acumulados. Quien no tiene y espera, desespera.

Como continuador de Novero, en el oficialismo asoma la figura de Pablo Trueba encabezando la lista. Fallecido el Negro Andrada en un confuso episodio hace 3 años –pocos en el SImape creen en la responsabilidad de Carlos Cattelan, motochorro condenado por el homicidio del extesorero-, los 42 años del dirigente marcan cierta renovación en el sindicato.

Quien mire la boleta de la Azul y Blanca encontrará a los históricos laderos de Novero, como Víctor Ventura, Mario Sosa y Rodolfo “Fito” Chavez, quien en el ultimo paro del 2012 completó el cartón de los desaciertos: agredió armadores, amenazó periodistas y la policía descubrió armas en el baúl de su automóvil. Chávez cantó Bingo.... ahora vemos el premio.

En este cuarteto, Trueba se destaca por varios cuerpos, a pesar de haber erosionado su imagen tras los casi 100 días de paro y ninguna victoria hace dos años: firmaron lo mismo que el Somu, no rescataron la personería gremial y “Fito” era la postal de la anarquía.

Dentro del Simape, además de los tripulantes en barcos comerciales, están los afiliados que se embarcan como observadores de los buques de investigación del Inidep y los inspectores que controlan las descargas en muelle.

Aquí existe otra relación estrecha entre los armadores y el Simape. Para declarar una cosa y traer otra, para traer más y declarar menos, para decir que se pescó en un lugar cuando se pescó en otro, para hacer rendir al máximo el cupo de merluza. Para todo esto hay acuerdos preestablecidos entre las partes.

Algunos observadores de la realidad sindical portuaria no ven como casual que la oposición a Trueba surja del riñón de Baldino. Con más de una docena y media de barcos fresqueros este grupo es quien más se beneficia con las “desatenciones” de los inspectores o del propio gremio, al momento de la descarga o en la dotación de su flota.

Novero es socio de Baldino, afirman en el puerto. En la Lista Verde no le escapan al debate. “Sí, como lo es de todos los armadores”, contesta Fernández, que rechaza de plano que el Gato esté jugando a dos puntas y sea el principal desinteresado en la suerte de las elecciones.

Los mal pensados creen que cualquiera sea el candidato que gane el 16 de julio, Novero cumplirá el viejo anhelo de arribar a un retiro sin sobresaltos; con las espaldas cubiertas para gozar de la jubilación como diputado y seguir jugando a la política. Desde su coqueta casona de Rumencó.

Nada mal para un hombre sin ambiciones. Que nació lejos del mar y de la pesca, pero a las que supo descubrirle varias de sus miserias.

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