La venta de la “medicación” Hansi, que proclama curar el cáncer, volvió a Mendoza luego de la denuncia que hizo MDZ en el año 2010. Los detalles de una polémica fórmula.
Luego de aparecido el artículo de marras en este diario, ocurrieron dos cosas: por un lado, se agolparon docenas y docenas de denuncias en la bandeja de entrada del correo electrónico de MDZ; por el otro, la clínica ad hoc dejó de funcionar en donde solía operar, la calle Perú 1136 de la Ciudad de Mendoza.
Esto último en realidad fue algo temporal, ya que pocas semanas más tarde el equipo de Crescenti se instaló en otro lugar, esta vez menos pretencioso y no tan expuesto como el anterior: la cocina-comedor de un pequeño departamento ubicado en Coronel Díaz 95.
Hoy el responsable en Mendoza del método Hansi es Héctor Borriello (MP 65191), un médico que ha sido inhibido comercialmente y que apela a cuentas corrientes de terceros para facturar la medicación que comercializa (ver foto).
Un ex empleado suyo, admitió a MDZ la falta de efectividad del tratamiento en cuestión: “La estafa se agiganta día a día y la gente que muere por esa medicación obsoleta para pacientes oncológicos sobretodo, y no solamente esas botellitas con gotas que ellos le llaman ‘complejos’, sino también gel, inyectables, vía oral, cápsulas, etc”.
Según pudo saber este diario, la polémica “medicación” está guardada en un pequeño dormitorio del domicilio de Borriello —ubicado en Bartolomé Mitre 3079 de la Cuarta Sección—, sin la cadena de frío pertinente ni los cuidados que esta precisa.
¿Qué es Hansi?
Hansi son las siglas de método “Homeopático Activador Natural del Sistema Inmune”, un “descubrimiento” realizado por el fitólogo argentino Juan Hirschmann junto a la ayuda del mencionado Crescenti.
Hirschmann asegura que, hace algo más de cuarenta y cinco años, descubrió una terapia con la que lograba disminuir —y en muchos casos desaparecer— tumoraciones de origen cancerígeno a través de un tratamiento vinculado a las plantas, en especial los "cactus". Las investigaciones avanzaron y —supuestamente— le permitieron comprobar su éxito en animales y, paulatinamente, en humanos.
Es bueno aclarar a esta altura que, según Hirschmann, los compuestos extraídos del cactus no actúan químicamente, sino “energéticamente”. El dato habla por sí mismo.
Otro dato: en los días en los que se hacía pública la aparición de Hansi, la Secretaría de Salud Pública advirtió que luego de analizar el producto no se encontró principio activo alguno, por lo cual nunca se sabrá el detalle de su formula ni cuál es su mecanismo de acción.
Para agregar más polémica, en el año 1993, el laboratorio Canovas afirmó que en realidad el Hansi estaba basado en un producto homeopático para tratamientos veterinarios, llamado Canovas 200, que había sido solicitado por Hirschmann “para dárselo a un amigo con cáncer”. Un producto que, según se desprende de los propios dichos del abogado de Canovas, “si se lo analiza sólo posee agua y alcohol”.
En ese mismo año —1993— se produjo una fractura entre Crescenti y Hirschmann: este último comenzó a sostener que el primero había modificado la fórmula original. A raíz de ello, cada uno decidió trabajar por separado.
De Hirschmann poco y nada se sabe en la actualidad; a Crescenti, por su parte, le fue muy bien: abrió varias clínicas en diversas zonas del país.
En realidad, un fiasco
Luego de estudios de todo tipo, lo único que ha quedado en claro respecto a sus acciones concretas sobre el organismo, es que Hansi produce diversas complicaciones, especialmente infecciosas: abscesos, empiemas y sepsis. También hematomas y dolor en el sitio de aplicación. Asimismo, se han cultivado frascos cerrados y abiertos encontrándose diferentes gérmenes, como Cándida Sp y Acinetobacter Sp.
Ernesto Gil Deza, destacado especialista en temas oncológicos, es uno de los mayores detractores de Hansi: “En uno de nuestros pacientes bajo este tratamiento observamos síndrome Cushing. También observamos progresión en la enfermedad hasta un estado de incurabilidad en dos casos de pacientes portadores de tumores potencialmente curables, quienes se negaron a recibir tratamientos convencionales. No hemos podido observar ningún beneficio objetivo relacionado con su administración cuando los pacientes recibieron solo Hansi”.
De manera similar, opinó oportunamente la American Cancer Society, una de las instituciones más prestigiosas a nivel mundial en todo lo que atañe a temas oncológicos: “Pruebas científicas disponibles no acreditan que Hansi sea eficaz en el tratamiento de cáncer o cualquier otra enfermedad. No hay estudios que prueben que este tratamiento se pueda encontrar en la Biblioteca Nacional de Medicina de la base de datos PubMed de artículos de revistas médicas”.
Hay más: la falta de efectividad del producto, llevó a que diversos damnificados crearan una página en Facebook llamada “El Dr. Ernesto Crescenti es un chanta y estafador”, desde donde intentan alertar sobre la cuestionable conducta del médico. Su presentación es más que elocuente: “Todos en contra de este chanta que engaña sin escrúpulos a la gente diciendo que ayuda a la curación del cáncer con tratamientos que nunca probaron su eficacia científicamente”.
Concluyendo
Luego de lo aquí revelado, amerita que algún funcionario judicial tome cartas en el asunto “de oficio”, no solo por la gran cantidad de señalamientos contra Hansi, sino también porque se trata de una posible estafa a la salud pública.
Por caso, ninguno de los responsables de la venta de ese producto se animó jamás a desmentir las denuncias de MDZ. Tampoco ninguno de ellos quiso concederle entrevista este diario.
Ya lo dice una vieja frase del saber popular: “El que calla, otorga”.
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