Hay un gigante que está de regreso

Hay un gigante que está de regreso
Los niveles superiores del básquetbol argentino recuperan a un histórico. Estudiantes le ganó 71-69 a Regatas CdU y logró el ascenso al TNA.
Muchos años habían pasado, demasiados desde aquella dolorosa despedida con ribetes que hoy no vienen al caso. De la gloria máxima, a las canchas desiertas del torneo local, después arrancar el duro camino del regreso desde las batallas en el Torneo Provincial de Clubes.

El primer ascenso y la dramática salvación con aquellos triples de Catanzaro frente a Los Indios de Moreno; después el renacer paulatino, que fue cumpliendo sus etapas, hasta llegar al éxtasis que estalló este jueves por la noche en Concepción del Uruguay y su onda expansiva llegó hasta el centro de la provincia de Buenos Aires.

Uno de los mayores íconos en la historia del deporte olavarriense vuelve a caminar sobre sus pasos, más acordes con su grandeza deportiva e institucional. Estudiantes le ganó 71-69 a Regatas en Concepción del Uruguay e hizo el triplete soñado: ganó la serie final 3-1, se consagró campeón del Torneo Federal e inscribió su nombre para la temporada próxima en el Torneo Nacional de Ascenso.

Nada importan ahora los detalles de un partido que manejó con tremenda madurez hasta 4m. 30s. para el final, cuando Regatas logró pasar por primera vez al frente en el marcador. Y el equipo entrerriano pasó de largo, y se fue cuatro puntos arriba.

Parecía la vieja parábola de los platillos de la balanza, cuando uno sube el otro baja, pero volvió a aflorar la personalidad y la jerarquía de un equipo que -toda la temporada- estuvo por encima de la media del torneo, en este caso en las manos de Abeiro, con puntos clave para no permitir la extensión de esta serie.

Al final, dos puntos arriba en el marcador, Fernández no consiguó empatar desde la línea para los locales, y una mano bajó el rebote; que nadie vio, porque ya toda Olavarría había empezado a festejar el regreso de un gigante a los principales estamentos del basquetbol campeón olímpico.

Desde el cielo, en alguna estrella, el recuerdo inextinguible de Daniel Trapani también debe haber soltado una lágrima de inmensa felicidad.

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