El fracaso del agua embotellada

El fracaso del agua embotellada

Desde hace unos días, el agua del grifo debe ser gratis en la hostelería. Así lo dice el artículo 17, apartado 1, letra eñe, número tres de la Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular.

 Sin embargo, va a costar cambiar la costumbre y vencer el respeto o la pequeña vergüenza que da pedirla. Pasaba lo mismo con llevarse la comida o el vino sobrante en los restaurantes y parece que ya nos da menos reparo pedirlo.

Los grifos de los hogares del mundo deberían ofrecer agua apta para el consumo humano. El agua embotellada es un desastre en muchos aspectos y conviene que alguien lo diga. Ir al supermercado a comprar garrafas de agua es un atraso social y cultural en el que casi nadie repara y, salvando mucho las distancias, se puede comparar al acto de ir a buscar el agua al pozo que se hacía hace muchos años y que todavía, desgraciadamente, se sigue haciendo en algunos lugares del mundo.

"Me niego a asumir la parte de la culpa ecologista que el discurso mayoritario me atribuye como ciudadano"

En la Tierra se calcula que hay unos mil trescientos ochenta y seis millones de kilómetros cúbicos de agua. Esta cantidad se mantiene igual desde hace dos mil millones de años. En líneas generales, la desalación está bloqueada por las grandes constructoras, el agua cotiza en el mercado de futuros desde diciembre de 2020 y el consumo está controlado por las grandes embotelladoras que son, además, las empresas que se encargan de vendernos un mundo verde y de convencernos de que reciclemos a cambio de sonrisas. Miren el capital social de la mayor empresa de reciclaje de España y lo entenderán todo.

Según el informe de varias compañías españolas presentado en el Día del Agua del pasado año, el consumo de agua embotellada en España creció un 8,5%. Según el INE, se estima que tres de cada cuatro hogares compran agua embotellada. Me niego a asumir la parte de la culpa ecologista que el discurso mayoritario me atribuye como ciudadano. Aunque pueda colaborar más o menos, el cambio tiene que venir desde las grandes corporaciones y en las estructuras de poder y bajar después hacia abajo. Ya vale de cargar con una culpa injusta, estadísticamente microscópica y materialmente irresoluble. 

Comentá la nota