A Estudiantes le faltó picardía para traerse el punto que mereció

 Jugó mal, pero aun así el empate era el resultado más justo. Fue un equipo tibio e inocente

En el partido pasado entre Estudiantes y Lanús (que ganó el Pincha en La Plata) el referente de aquel equipo, Juan Sebastián Verón, había utilizado una palabra que rebotó durante días en el mundo albirrojo: el bidón. Lo citó para relacionar a su equipo con la estrategia bilardiana y para decir que habían ganado con astucia, picardía y fútbol. Ayer se volvieron a ver los mismos rivales y, en este juego de las comparaciones, hay que decir que el bidón lo tuvo el Granate, que ganó 2-1 porque fue más pícaro dentro del área, tuvo la fortuna que le fue esquiva a Estudiantes y porque en el final defendió el resultado con las mismas armas que tanto había criticado unos meses atrás.

El Pincha, así, cosechó su segunda derrota en forma consecutiva jugando como visitante y no termina de acomodarse en el campeonato. Lo lamentable es que las dos derrotas fueron con equipos que no lo superaron futbolísticamente, pero que sí tuvieron ese plus de picardía como para quedarse con los tres puntos. Algunos lo llaman bidón.

Estudiantes ayer volvió a jugar mal, tal como lo había hecho contra Arsenal e Independiente. Si bien tuvo iniciativa, nunca pareció ser un equipo hambriento y picante. Para colmo volvió a estar quebrado en el medio y sufrió horrores por la banda derecha, ya que Lautaro Acosta en el primer tiempo le dio un dolor de cabeza a Carlos Auzqui y Leonardo Jara.

Pero lo más preocupante es que le convierten fácilmente. Arsenal lo había hecho mediante un cabezazo bombeado y de una posición distante. Ayer, Lanús le hizo el primero de tiro libre mediante Víctor Ayala por errores compartidos. Primero culpa de Mauricio Pellegrino que le pidió a Auzqui que se fuera de la barrera. Luego del propio jugador, que le pifió a la pelota cuando quiso rechazarla. Y en tercer lugar de Agustín Silva, que si bien tuvo poco margen para reaccionar, cuando lo hizo la pelota ya estaba adentro del arco.

Luego de un frío primer tiempo, el técnico admitió sus errores y mandó a la cancha a dos jugadores, algo poco habitual en él. Con Sebastián Prediger y Diego Vera el equipo pareció ser más compacto y combativo. Le peleó la mitad de la cancha a su rival y empezó a llegar por las bandas.

En diez minutos hizo más que en 45. Por eso no extrañó cuando llegó el empate de Joaquín Correa con un tiro libre (segundo gol mediante esta vía que estuvo en el placard durante años) al palo izquierdo de Agustín Marchesín.

Fue el mejor momento del partido para Estudiantes, que no supo (o no pudo) aprovechar. Peor que eso. Diez minutos después tuvo una distracción en la salida, un remate del paraguayo Ayala que pegó en la espalda de Jara y un gol que no estaba en los planes de nadie. Ni siquiera del mellizo Guillermo.

Algunos jugadores están en un bajo nivel individual y el equipo lo está sufriendo Pero en el fútbol los merecimientos no existen y el local tuvo ese plus para ganar el partido que el Pincha no mostró. Se puso 2-1 con muy poco y se encargó de defenderlo con uñas y dientes. Hizo todo lo necesario para quedarse con la victoria y lo celebró como uno de esos triunfos que marcan el rumbo de cara al futuro.

Estudiantes no juega bien, se defiende con inocencia, no sabe cómo atacar y encima pierde partidos sin merecerlo. Hoy por hoy, a pesar de que llegaron refuerzos costosos por pedido del técnico, parece estar muy por debajo de lo mostrado el año pasado. No tendrá margen para corregir demasiado porque jugará cada 72 horas en el próximo mes. Entonces tendrá que recurrir a la experiencia (o al bidón) para cambiar la imagen y recuperar el camino.

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