Esperan que se fije fecha de debate por el crimen de un agente penitenciario

Esperan que se fije fecha de debate por el crimen de un agente penitenciario
Se trata del homicidio del agente penitenciario Juan Lazaga, que recibió tres cuchillazos mortales en un incidente de tránsito ocurrido el 9 de marzo de 2012 en la zona denominada Cinco Esquinas en Paraná.
Hoy se cumplen dos años del violento y absurdo crimen de un hombre que al momento del hecho tenía 35 años. La discusión por una presunta mala maniobra de tránsito desató una tragedia con resultados irreversibles. Tanto fue así que Juan Lazaga está muerto y la vida de José Casette, que tenía 43 años, y de Miguel Medina, de 42 años, no será la misma que la que llevaban hasta el 9 de marzo de 2012, alrededor de las 17.30. A dos años del hecho y cumplidas las actuaciones instructorias que prescribe la ley, la querella, a cargo de Guillermo Vartorelli y Miguel Ángel Cullen, espera que se fije fecha de debate. Casette será juzgado por el delito de Homicidio simple, en tanto que Medina, que es defendido por Marcos Rodríguez Allende, lo será por el de Encubrimiento agravado en grado de tentativa.

Imputación. A Casette, un importante productor agropecuario de El Cimarrón, en el departamento Federal, se le atribuye que aquel día, “aproximadamente a las 17.30, en oportunidad de desplazarse como conductor de una Toyota Hilux dominio EXG 996”, circunstancias en que iba acompañado por Medina, mantuvo “una discusión, mientras transitaban por calle Almafuerte en dirección al centro de esta ciudad, con Lazaga”, quien se trasladaba en una moto Guerrero Trip 110, junto a su esposa Norma Pisech. La acusación precisa que “en circunstancias en que el semáforo de Cinco Esquinas se encontraba en rojo, descendió abruptamente de la camioneta muñido de un arma blanca”, con la que “le propinó a Lazaga tres heridas punzo cortantes oblicuas en región anterior de tórax, zona pectoral e inferior, las cuales determinaron su deceso por shock hemorrágico agudo por lesión cardiaca por arma blanca”. Luego se fugó junto a su acompañante, pero fueron detenidos por “personal policial en calle 25 de Mayo metros antes de Monte Caseros”.

En tanto que a Medina, un trabajador rural, se le atribuye “haberle facilitado el hecho (a Casette) permaneciendo en su espera en el interior de la camioneta y asimismo, en el momento en que se dan ambos a la fuga y son aprehendidos por personal policial, portando el arma homicida en sus manos cubiertas por una camisa ensangrentada, elementos éstos que fueron secuestrados oportunamente”.

En libertad. EL DIARIO informó en su edición del sábado 26 de mayo de 2012, la decisión de la Sala I de la Cámara del Crimen, que revocó la prisión preventiva y resolvió modificar la calificación legal del hecho que se le imputa a Medina, quien continuó procesado por presunto encubrimiento en grado de tentativa, puesto que se investiga si intentó esconder pruebas en la camioneta, mientras se escapaban en la Toyota Hilux. El pedido de revocatoria fue impulsado por Rodríguez Allende.

El tribunal impuso a ambos procesados una serie de restricciones –como no acerarse a los testigos que declararon en la causa, entre otras– y una fianza de 15.000 pesos para Casette y de 3.000 para Medina.

Los imputados permanecieron detenidos alrededor de dos meses y medio en la Unidad Penal Nº 2 de Gualeguaychú, una penitenciaría de máxima seguridad, puesto que la víctima prestaba servicio en la Unidad Penal Nº 1 de Paraná y se temía por la seguridad de los acusados, lo que fue descartado por las autoridades del Servicio Penitenciario entrerriano y por las de la cárcel de la capital provincial, que resaltaron el profesionalismo y responsabilidad del personal a su cargo.

Las pruebas. Entre los elementos secuestrados en el lugar en que fue detenida la camioneta Toyota Hilux se halló un cuchillo de 24 centímetros de largo con la hoja de 14 centímetros, con manchas de sangre. Además, un informe técnico químico concluyó que la sangre examinada y que pertenecía a Lazaga se correspondía con la sangre que se levantó en el lugar del hecho; al igual que las manchas colectadas en la Toyota Hilux y las muestras levantadas de ambas manos de Casette. Asimismo se destacó que las muestras de sangre obtenidas del cuchillo secuestrado y del pantalón Pampero que tenía colocado Casette, se corresponden con el grupo sanguíneo de la víctima.

En la requisitoria se destaca la numerosa prueba testimonial, entre la que se encuentran “testigos que observaron las circunstancias que rodearon el hecho, testigos que observaron la huida y posterior detención”. Entre los primeros, la esposa de la víctima relató que al momento de huir “casi le pisó la cabeza” a la víctima que estaba tendida en el suelo. También contó que el acompañante le dijo al conductor “ya está, a ella no le hagas nada”.

Otro testigo presencial declaró lo mismo que la esposa de la víctima y agregó que “la camioneta se da directamente a la fuga buscando espacio entre los demás autos… salí corriendo a anotar la patente de la camioneta, EXG 996, yo le vi la patente trasera”. Este testimonio se ve corroborado por el de otras personas que presenciaron el ataque.

Otro testimonio de relevancia es el del policía que irradió lo sucedido al enterarse casualmente por los vecinos del lugar, quienes le dan la patente de la camioneta y las características de ésta. Con esos datos se alzó en su persecución, alcanzándola “luego de una espectacular persecución (zigzagueando entre los autos y conduciendo su vehículo por la vereda)” en calle Monte Caseros y 25 de Mayo.

Conducta violenta

De acuerdo a la versión de la acusación, “durante el trayecto, y antes de su detención, José Casette se quitó el sombrero y la camisa –ensangrentada con sangre de la víctima–, quedando con el torso desnudo, para despistar y evitar su visualización, elementos éstos que quedaron –junto con el cuchillo que también tenía rastros de sangre– en poder del acompañante”.

También se resaltó que “al momento de ser detenida la camioneta por el funcionario policial, Casette, conductor del vehículo, resistió su detención, debiendo verse forzado a apuntarlo con su arma reglamentaria, abrir la puerta del vehículo, ejercer fuerza sobre la humanidad de Casette –tomándolo del cuello– y reducirlo en el suelo”.

El efectivo precisó que “Miguel Medina por su parte, tenía en su poder algo en sus manos que llamaba su atención, comprobando luego la prevención que se trataba de la camisa rasgada y ensangrentada de Casette, ocultando en su interior el cuchillo”. Para la acusación, aquella circunstancia, “además de apuntar que Medina participó activamente, permite suponer que tales elementos iban a ser descartados, lo que el rápido accionar policial impidió”.

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