Entre el horror, un parto hizo renacer la esperanza

Entre el horror, un parto hizo renacer la esperanza
Una joven dio a luz a una beba en un aeropuerto semidestruido, tras ser arrastrada de su casa por el tifón
En medio del dolor y la devastación, del desconcierto y el miedo, en el semidestruido aeropuerto de Tacloban se oyó un pequeño llanto y la gente estalló en aplausos: acababa de nacer Bea Joy, la beba de la esperanza.

"Es mi milagro", dijo, entre sollozos, su madre, Emily Sagalis, una joven filipina de 21 años que se aferró a la vida para traer más vida, en medio del caos y la muerte que sembró el tifón Haiyan.

El nacimiento de la beba fue una de las pocas buenas noticias que recibió esta ciudad costera, que aún no sabe cómo va a recuperarse de la catástrofe, que dejó por lo menos 10.000 muertos y destruyó decenas de miles de hogares.

La llegada de Bea Joy al mundo no fue nada fácil. Sagalis se encontraba en su casa junto a su marido, Jobert, y su madre, Beatriz, cuando el tifón azotó la ciudad y arrasó con todo.

"Cuando las olas llegaron y nos llevaron, pensé que moriría con ella dentro de mí", recordó Sagalis.

Su marido explicó que la primera ola se llevó su casa de madera, en la localidad de San José, y con ella, a toda la familia.

A partir de entonces, la zona se convirtió en un amasijo de cascotes y cadáveres de personas y animales.

Minutos más tarde, Jobert encontró a su mujer flotando en medio del caos. Una vez juntos, permanecieron flotando durante varias horas, aferrados a un poste, hasta que el nivel del agua bajó y pudieron refugiarse en una escuela con otros damnificados.

La pareja y otros sobrevivientes aguantaron allí hasta la madrugada de ayer, compartiendo apenas un par de botellas de agua que habían encontrado entre los cascotes.

Pero Jobert sabía que su mujer estaba a punto de parir, y cuando Emily empezó a sentir las primeras contracciones decidieron salir en busca de ayuda.

"Alrededor de las 5, Emily comenzó a sentir dolor. Dejamos entonces el refugio y caminamos durante varios kilómetros hasta encontrar un camión, que nos transportó" al hospital improvisado en el aeropuerto de Tacloban.

Allí fueron recibidos por el médico militar Victoriano Sambale, que sobre una mesa de madera, en medio de desechos de todo tipo, ayudó a Emily durante el parto.

"Es la primera vez que nace aquí un bebe. La niña está bien y conseguimos parar la hemorragia de la madre", explicó.

PELIGRO DE INFECCIÓN

Cuando Emily vio a su hija, se emocionó hasta las lágrimas, y con un hilo de voz alcanzó a decir: "Es hermosa. La voy a llamar Bea, en honor a mi madre, Beatriz [que está desaparecida], y Joy, por la alegría de su nacimiento".

Un poco menos entusiasmado, Sambale advirtió del alto riesgo de infecciones, a falta de poder esterilizar los materiales.

"La madre sigue corriendo el peligro de tener una infección o una septicemia. Por desgracia ayer nos quedamos sin antibióticos por vía oral, y tenemos que darle antibióticos por vía intravenosa", explicó el médico.

Si Emily llegase a tener una infección, es "poco" lo que podrían hacer por ella, reconoció. Por ahora, sin embargo, en medio del caos y la tragedia, una nueva vida se abre camino en Filipinas.

Comentá la nota