Embotelladora Niágara: las cataratas de Norma

Embotelladora Niágara: las cataratas de Norma

La semana pasada la alcaldesa de Mexicali, Norma Bustamante, anunció la instalación de una fábrica de la empresa Embotelladora Niágara en el municipio, lo que revive una historia de saqueo de agua y conflicto social ya conocida.

Por: Iván Martínez Zazueta.

Dicha compañía es filial de la transnacional californiana Niagara Bottling, la mayor proveedora de agua embotellada en América del Norte (en algunas publicaciones se menciona que es la más grande del mundo). Abastece de dicho producto a varias empresas minoristas, incluídas Walmart, Costco y Sam’s Club, y opera más de 40 plantas tanto en Estados Unidos como en México.

En nuestro país incluye instalaciones en Salinas Victoria, Nuevo León y Soyaniquilpan, Estado de México. Al escribir en google maps el nombre de la compañía, aparece una ubicación en Tijuana, pero no queda claro si es una bodega o una fábrica en construcción, ya que no aparece como tal en la página oficial de la empresa.

Según sus directivos, la fábrica de Soyaniquilpan, instalada en 2019, tiene una capacidad de “23 unidades por segundo y aproximadamente 456 millones de botellas anualmente”, generando tan sólo 125 empleos. La inversión de 80 mdd aplicada en esa planta es similar a la anunciada para Mexicali, por lo que se puede asumir que son proyectos de dimensiones similares.

Si el tamaño estándar de las botellas es de 500 mililitros y asumiendo que el volumen producido es relativamente igual al demandado (pues el agua sólo pasa por un proceso de purificación), tomando en cuenta las cifras de producción anteriores, se podría estimar dicha planta consume entre 230 mil y 360 mil metros cúbicos anuales (m3/a) de agua.

Sin embargo, en el Registro Público de Derechos de Agua (REPDA) de Conagua se indica un consumo hídrico muchísimo mayor, pues la empresa tiene una concesión de aguas subterráneas en dicha ubicación (acuífero 1310 – Valle del Mezquital), por un volumen total anual de 2.85 millones de m3/a

Este volumen es equivalente al 60% del agua consumida por todas las industrias abastecidas por la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Mexicali (CESPM).

Ahora bien, una de las principales incongruencias del anuncio de la presidenta municipal es que exactamente un mes antes firmó un convenio de colaboración junto con los gobiernos estatal y federal (Semarnat y Conagua), para preservar, conservar y proteger el agua para consumo humano y doméstico en Baja California y Mexicali.

El convenio fue elaborado a partir de las demandas del movimiento social opositor a la planta de Constellation Brands en Mexicali, en relación a poner un alto a la instalación de industrias de alto consumo de agua, como fue el caso de la cervecera.

Dicho documento recibió la firma del presidente López Obrador como testigo de honor, quien a su vez lo anunció en su conferencia matutina como un instrumento para que no se entregue agua a industrias de uso intensivo del líquido en Mexicali.

Un día después también se publicó la actualización sobre la disponibilidad de agua subterránea en el país, en la que el acuífero del Valle de Mexicali aparece como el tercero con mayor déficit, con -432 millones de m3/a.

Entonces, lo primero que hace la alcaldesa al aprobar la fábrica embotelladora es ir en sentido contrario al convenio que firmó y a la situación de estrés hídrico que prevalece en el estado. 

Pero va mucho más allá. Y es que el problema que aquí se exhibe es mucho más profundo, pues la industria de embotellamiento de agua es uno de los casos más absurdos de la privatización y mercantilización de un bien común tan esencial como es el agua.

Esta industria no sólo implica la privatización y el encarecimiento de un recurso que debería de ser gratis, un derecho universal, sino grandes problemas a la salud y al medio ambiente.

Se ha demostrado científicamente que al consumir agua embotellada se están consumiendo pequeñas cantidades de microplásticos, lo que puede provocar problemas en la salud. Esto ocurre mientras en el marketing de dichas compañías se muestran imágenes engañosas de gente ejercitándose y buscando estar “saludables”.

Otra publicidad engañosa que hacen estas compañías es cuando presentan imágenes de manantiales, montañas y bosques prístinos, mientras que la mayor parte del agua que usan proviene del grifo.

Un problema adicional es el de la basura plástica. Las botellas de agua se pueden beber en menos de dos minutos, mientras generan basura que termina en los sitios de disposición por cientos de años o que se incineran generando gases tóxicos.

Aunque los directivos de Niágara han declarado que las tapas y botellas que usan son 100% reciclables, esto ha sido un tema muy cuestionado en todo el mundo.

Niagara Bottling es parte de The Recycling Partnership, una coalición de las corporaciones transnacionales mayores productoras de plásticos de un sólo uso que incluye a Coca Cola, Danone, Colgate, ExxonMobil, Nestlé y Pepsico, entre otras. Esta coalición justamente está financiando la instalación en Mexicali de la planta de reciclaje de PET de la empresa estadounidense Direct Pack. ¿Se relacionarán ambos proyectos?

De acuerdo a la colectiva Malditos Plásticos esta empresa utiliza una tecnología que no es aceptada en Estados Unidos por su inviabilidad económica, excesivo gasto de agua y alto impacto ambiental, lo que exhibe un caso más del colonialismo de la basura plástica y del grave problema de la contaminación por plásticos.

Justamente en la Conferencia de la ONU sobre el cambio climático que se está llevando a cabo en Dubai (COP28) se está discutiendo la necesidad de detener la contaminación plástica, que también impacta en el calentamiento del planeta, y es que a nivel mundial sólo el 10% de los residuos plásticos se reciclan, mientras que el 12% se incineran y el 79% restante termina en vertederos o en la naturaleza.

Con la palabra cataratas del título de este artículo no sólo hago referencia a las famosas cascadas del río Niágara, ubicadas en la frontera entre Estados Unidos y Canadá, y de las que toma el nombre la empresa embotelladora, sino a las cataratas que se presentan en los ojos como áreas que nublan o vuelven borrosa la vista. Esto es lo que exhibe Norma Bustamante al aprobar esta fábrica, una falta de visión respecto a la problemática del agua, de la contaminación y de lo conflictivo que puede ser una decisión así en el contexto local.

Sólo hay que recordarle que el pueblo mexicalense ya antes corrió a una transnacional depredadora de agua y ahora pueden ser dos.

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