Un mes después, sin cámaras ni sensores

Un mes después, sin cámaras ni sensores
Todavía no repararon las fallas del escape de 13 presos. Qué cambió.
A un mes de la espectacular fuga del penal de Ezeiza las cosas cambiaron poco. Más de la mitad de los presos siguen prófugos y los sistemas tecnológicos de seguridad todavía no fueron reparados. El Servicio Penitenciario Federal (SPF) explicó que los insumos son “costosos y de difícil adquisición”. Lo que sí se modificó es el modo de trabajo: se agudizaron las requisas, los controles a las visitas son más minuciosos y se equipó al personal con elementos básicos de los que carecían.

El sistema carcelario se vio revolucionado cuando se conoció la noticia de la fuga de 13 internos de una cárcel de máxima seguridad. En la celda 22 del pabellón B, del módulo 3, cavaron un pozo de 40 por 22 centímetros. Los brasileños Thiago Ximenez y Renato Dutra Pereira fueron señalados como los ideólogos del plan de fuga. Conocedores de las deficiencias iniciaron la obra durante los festejos por el Día del Niño, y cuando los guardiacárceles y las autoridades estaban abocados a todos los eventos. El 19 de agosto a las 23 escaparon en medio de la oscuridad reinante. Se fueron por el boquete de un metro de largo, corrieron por el predio y cortaron cuatro tejidos de alambre. Las cámaras de seguridad y los sensores perimetrales no funcionaron. Nadie vio nada.

Desde el SPF, a cargo de Alejandro Marambio, informaron a PERFIL: “A la fecha los equipos de seguridad continúan sin funcionar. Esta información ya había sido adelantada al momento de producirse la evasión y se aclaró que los insumos para las reparaciones eran costosos y de difícil adquisición”. El encargado de aclarar este asunto fue el entonces jefe del SPF, Víctor Hortel, quien al día siguiente de conocerse la noticia renunció a su cargo porque entendió que era el “máximo responsable” de la fuga. En una conferencia de prensa explicó que los sensores perimetrales no se activaron porque “estaban fuera de funcionamiento por la falta de mantenimiento y porque no se conseguían repuestos, que eran españoles”.

El SPF prefirió no referirse a las medidas de seguridad implementadas luego de la evasión. Al respecto dijeron que “por cuestiones sensibles a la seguridad del establecimiento, no se dará información”.

PERFIL pudo saber que se agudizaron las requisas, las recorridas por turnos y que se incrementaron los patrullajes. “Antes hacíamos una recorrida en el pabellón por turno o no se hacía, pero ahora se recorre el lugar entre tres y cuatro veces por turno. Las requisas también se incrementaron”, destaca un guardiacárcel consultado por este diario. “Todavía no hubo modificaciones en los sistemas tecnológicos, pero se equipó al personal. Nos dieron una linterna de alto alcance, botas y pilotos para la lluvia. Elementos básicos con los que no contábamos antes. Hay más patrullajes por el predio y circulan cuatriciclos que antes no se veían”, reconoce.

Por su parte, los presos manifestaron sus quejas por la designación de Marambio, los cambios operativos en el penal y hablaron de políticas represivas en un comunicado de prensa que publicó el diario Tiempo Argentino: “Para los familiares que nos visitan implementaron como metodología requisas excesivas, innecesarias e inmorales, maltrato verbal, rotura de la mercadería que con mucho esfuerzo las familias intentan hacer llegar, prohibición de ingreso de artículos que hasta hace algunos días estaban autorizados”.

Hoy se cumplen 33 días de la fuga del penal y todavía hay siete prófugos que no fueron recapturados. Los internos del módulo 3 que no escaparon fueron trasladados al módulo de ingreso, y éstos reubicados en donde se produjo la fuga. Todo sigue funcionando, pero con algunos boquetes por tapar.

Efecto dominó

La fuga en Ezeiza fue el puntapié inicial de una serie de evasiones que se repitieron en distintas unidades del país, donde después del 20 de agosto escaparon otros 11 presos más.

Dos internos fugaron por los techos de la Unidad 5 de Mercedes. Poco después, en el penal de Gorina, se fugó un condenado por homicidio que trepó por el alambrado perimetral. El 10 de septiembre seis reos limaron los barrotes de la comisaría 1ª de Moreno, y huyeron por los techos. Más tarde, un convicto escapó en Neuquén adentro de un mueble que diseñaron los mismo internos. En Jujuy, otro preso escapó en medio de un traslado.

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