Una década de trabajo en conjunto para devolverle "la vida" a Guanacache

Una década de trabajo en conjunto para devolverle

La iniciativa de la Fundación Humedales contó con la participación de comunidades del norte de Lavalle. Beneficia a 300 familias y reduce la mortandad animal.

Luego de nueve años de trabajo para recuperar los humedales de Guanacache, finalmente el agua regresó a la laguna. Este trabajo beneficia a 300 familias de la zona y permite reducir la mortandad de los animales por falta del recurso hídrico y pastura.

Se trata del proyecto “Conservación y restauración del Sitio Ramsar Lagunas de Guanacache, Desaguadero y del Bebedero", iniciado en el 2011 por la Fundación Humedales, con el apoyo del Concurso del Agua de Fundación Vida Silvestre y Coca-Cola.

Durante ese periodo, los especialistas trabajaron codo a codo con las comunidades lavallinas de San Miguel de los Sauces, El Retamo y El Forzudo, donde realizaron 16 obras que permitieron, a través del regreso del agua a la laguna, recuperar el ecosistema e iniciar la restauración de 1.000 hectáreas de humedales.

“Se trabajó para disminuir el impacto de degradación en los humedales de Guanacache. Hoy, por suerte, hemos podido ver que se están recuperando parte de los servicios ecosistémicos que son tan importantes para la vida de las comunidades”, indicó a El Sol Nidia Amaya, técnica del área social del equipo de Fundación Humedales.

 

Pequeños muros

Los trabajos consistieron en el armado de azudes con material de la zona. Se trata de “obras de pequeña envergadura” cuyo objetivo es que puedan sostenerse en el tiempo y que la comunidad tenga la posibilidad de arreglarlas en caso de ser necesario. A tal fin, para su concreción se utilizaron materiales de la zona.

Los azudes son pequeños muros que buscan “capturar el sedimento para elevar el nivel de base de las cárcadas –lugares que se van comiendo en el fondo de la laguna y por donde escurre el agua- para evitar que el recurso se pierda en el río Desaguadero sin poder ser utilizado por las comunidades”, explicó la técnica social y agregó que esto también contribuye a la recuperación de los suelos degradados por la erosión.

Los trabajos permiten revertir la degradación de los humedales y almacenar el agua, clave para la subsistencia de las comunidades.

El proyecto, beneficia a más de 300 familias del norte Lavalle, en su mayoría ganaderos. Estas obras permiten acumular el agua después de cada lluvia y asegurar su permanencia en la laguna que “a veces suele ser de entre 8 y 9 meses. Así se les permite pensar en llegar a fin de año sin tanta mortandad de animales por falta de agua y de pasturas”, dijo Amaya.

Más allá de los pobladores lavallinos, Amaya resaltó además que los beneficiarios también son animales que concurren a “hacer uso de esa agua del lado de San Luis o San Juan. Vienen de distintos lugares, inclusive de más de 10 kilómetros de distancia”.

Y agregó: “El agua es un recurso esencial para la subsistencia de las comunidades. No se puede pensar en un desarrollo local, en una subsistencia, dado que es un sector de ganadería menor y sin agua ni pasturas es imposible que se puedan seguir quedando”.

La intervención se realizó en una franja continua de campo de unos 60 kilómetros de longitud por unos 15 kilómetros de ancho, cuya superficie aproximada representa casi el 5% del Sitio Ramsar.

Con respecto a la ubicación y desarrollo de los azudes, la técnica de la Fundación Humedales destacó que se diseñaron, acordaron y realizaron con los habitantes del lugar y con acompañamiento los gobiernos provincial y municipal. “Trabajamos con las comunidades, nos reunimos con los técnicos de la fundación y se discuten beneficios, pero también inconvenientes. Una vez que se acuerda, recién ahí empiezan a trabajar las máquinas”, explicó.

Al respecto advirtió que siempre hay vecinos de la zona siguiendo el trabajo de las máquinas y cómo se van concretando las obras.

A su vez, estas personas supervisan, luego de cada lluvia, cuál es el estado de la obra y si hay que resolver algún inconveniente o no. “Se trata de un monitoreo participativo, nos cuentan cuándo llovió y cuánto”, añadió la técnica que trabaja en la zona de Lavalle desde hace casi 30 años.

 

"Las cosas se pueden lograr"

Según detalló la profesional, la concreción de este proyecto representa “una pequeña muestra de que las cosas se pueden lograr” y resaltó la importancia del desafío de pensar en una restauración ambiental, ya que se trata de trabajos que “necesitan mucho apoyo y durante mucho tiempo para conseguir los resultados”.

En ese sentido, enfatizó el agradecimiento a las comunidades por “permitirnos desarrollar en conjunto este proyecto, llevarlo adelante y sentir que realmente se involucraron en la restauración y hoy hemos logrado ver estos azudes repletos de agua”.

Más de 300 familias del norte de Lavalle, en su mayoría ganaderas, se beneficiaron con el proyecto.

A su vez, destacó el rol de la mujer durante el desarrollo de esta iniciativa. “Han estado trabajando, inclusive en las mismas obras. En una en especial, se rompió una máquina y había que terminar antes de que oscureciera y quedaron sólo las mujeres, quienes terminaron con la colocación de la membrana, tarea que necesitaba mucha fuerzo y lo lograron”.

Para finalizar, Amaya sostuvo: “Siempre las mujeres han estado marcando mucha presencia tanto en las reuniones como en las obras mismas. Eso es muy importante, porque ellas mismas manifestaron que en pocas situaciones les permitieron estar involucradas, y acá se ha dado de estar presentes en toda esta década”.

Comentá la nota