Cuatro de cada diez tucumanos padecen esta peligrosa enfermedad

Cuatro de cada diez tucumanos padecen esta peligrosa enfermedad

No duele. Nos engaña. Por fuera podemos estar muy bien, aunque por dentro todas esas cañerías que riegan nuestros órganos tengan demasiada presión. Así de sencillo describen a la hipertensión arterial los médicos Diego Stisman y Florencia Waisman. Pero en el fondo no es nada simple. Porque esta enfermedad es la amenaza más seria contra el corazón, contra la vida.

Junto a la obesidad, la hipertensión es la gran epidemia del siglo XXI. En Argentina, el 34% de las personas mayores de 18 años tienen hipertensión arterial. En Tucumán la cifra es un poco más alta (37%), lo cual quiere decir que casi cuatro de cada 10 tucumanos padecen esta enfermedad. “Pero lo más preocupante es que de esos datos la mitad de los enfermos no lo sabe. Y de los que saben, la mitad no se trata”, advierte Stisman, presidente de la Sociedad Tucumana de Hipertensión Arterial. Según explica Waisman (que también es miembro de la entidad), la presión de una persona va subiendo a lo largo del tiempo por una serie de factores. Existe un componente genético pero también está influenciada por nuestro estilo de vida: consumo excesivo de sal, sobrepeso, obesidad, sedentarismo, abuso de alcohol.

“Es una enfermedad que afecta a las arterias, caracterizada por una elevación de la presión arterial (fuerza que ejerce la sangre sobre la pared de las arterias). Se considera presión alta a aquella igual o superior a 140 mm de Hg para la máxima y/o a 90 mm de Hg para la mínima”, describe el médico. Y habla de la gran paradoja que tiene este mal: “su diagnóstico es muy simple. Sin embargo, es una patología muy poco diagnosticada. Cuando aparece, la hipertensión no se cura, pero se puede controlar”.

“El problema entre los que ya saben que padecen la enfermedad es que les cuesta seguir el tratamiento. Como el paciente no percibe dolor o molestias, no se siente enfermo. Eso lleva al abandono de las indicaciones, no sólo farmacológicas, sino también las destinadas al cambio de estilos de vida nocivos”, explica.

No hay otra patología en el mundo que abarque a un porcentaje tan alto de la población. La hipertensión causa todo tipo de discapacidades y complicaciones cardiovasculares (la primera causa de mortalidad en el mundo). Otros males que genera: insuficiencia renal, ceguera y deterioro cognitivo, porque la hipertensión daña la irrigación cerebral. Además, el 62% de los accidentes cerebrovasculares (ACV) se deben a esta causa.

Por eso, cada 17 de abril se conmemora el Día Mundial de la Hipertensión Arterial. El objetivo es mejorar el diagnóstico y control de esta enfermedad en todo el mundo, con el lema “Conozca sus números”. “Además de esto, es fundamental prevenir la enfermedad. No es tan difícil. Hay que reducir el consumo de sal a una cucharadita de té por día (unos 5 g), no fumar, hacer actividad física, no beber alcohol en exceso y comer más frutas y verduras, y menos grasas”, concluyen Stisman y Waisman.

Los jóvenes no se toman la presión

“Según los datos de la última encuesta de Factores de Riesgo, los jóvenes habitualmente no se toman la presión. Es más común que esto lo hagan los adultos. Se toman más la presión personas con más recursos económicos y obra social que en aquellos con menores ingresos y solo buscan asistencia en servicios públicos. La prevalencia de hipertensión es mayor en condiciones socioeconómicas desfavorables así como menor el acceso a control y tratamiento.

Buenas y malas noticias

Los factores de riesgo en la población según la encuesta que hace cada dos años el Ministerio de Salud: la mitad de la gente hace actividad física (55,1%). El consumo de tabaco va en baja (hoy el 25% de la gente fuma). También descendió el uso de sal en la mesa (pasó del 25% al 17% en dos años). Sin embargo, cada vez hay más sedentarismo y aumentó la población con exceso de peso (pasó del 53.4% a 58%). Además disminuyó el consumo de frutas y verduras”.

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