Será desde este martes. Serán llamados 60 testigos, entre ellos la ex esposa y madre de la niña, absuelta en 2001. Detenido después de trece años en fuga, el acusado enfrenta una dura acusación del fiscal
Catorce años y diez meses después de la muerte de su beba, Alejandro Gabriel Amitrano se sentará en el banquillo de la Quinta Cámara del Crimen, acusado de propinarle los golpes que provocaron el desenlace fatal en el hospital Notti.
El tribunal que presidirá Rafael Escot y completarán sus pares Alejandro Gullé y Liliana De Paolis ya citó, entre otros testigos, a Cecilia Cousau –por entonces esposa de Amitrano y madre de la pequeña– y a médicos que la trataron antes y durante la internación, a la que llegó en grave estado en noviembre de 1999.
Fernando Guzzo será el fiscal del segundo juicio del caso Amitrano.
El primero se desarrolló en abril de 2001 y terminó con la absolución e inmediata libertad de Cousau, quien pasó quince meses en la cárcel y llegó acusada del delito de abandono de su hija, cargo que el tribunal integrado por Gonzalo Guiñazú, Laura Gil de Chales y Roberto Yanzón desestimó, tras ocho horas de deliberación secreta y gran expectativa.
Derivaciones
Aquel debate, que fue seguido con fruición por la prensa local, no sólo determinó la liberación de la madre de la niña sino que potenció con creces la sospecha de que Amitrano pudo haber golpeado a su hija, provocándole una perforación intestinal que terminó en una sepsis fatal.
Amitrano fue visto por última vez en los pasillos del hospital de niños mientras la beba se debatía entre la vida y la muerte, y desapareció para sorpresa de muchos hasta que fue detenido por una comisión policial mendocina el 7 de enero de 2013 a la mañana, en Entre Ríos.
Lo defenderá el penalista Jorge Miranda, que asumió esa responsabilidad poco después de que Amitrano fuera alojado en el penal Almafuerte.
Su madre y su ex suegra –también declaró en el primer juicio– son parte de la nómina de testigos que deberán presentarse en la sala de juicios ubicada en el primer piso del Palacio Judicial, además de otros allegados, amigos y ex vecinos del matrimonio Amitrano-Cousau, que al momento del hecho investigado vivía en un departamento interno en avenida Juan B. Justo de la Quinta Sección de Ciudad.
También asistirán durante el proceso judicial una hermana y un cuñado de Amitrano y dos abogados. Todos fueron aportados por la defensa y llegarán desde San Luis, de donde Amitrano es oriundo.
La presencia de esos profesionales del derecho echará luz acerca de una versión que circuló desde 1999 acerca de que a Amitrano le aconsejaron que se fuera de Mendoza mientras su hija estaba gravísima, ya que podía quedar seriamente implicado en lo que por entonces era un caso sospechado de maltrato.
Casi 1.500 fojas en siete cuerpos reúne el expediente penal del caso Amitrano, que comenzó a conformarse en 1999 cuando la pequeña ingresó al Notti y los profesionales médicos del Grupo de Alto Riesgo denunciaron que estaban ante un posible caso de agresión con derivaciones delicadas.
La caída
¿Dónde estará Amitrano? fue la pregunta que carcomió a policías, jueces, periodistas, público y allegados a la familia de la beba apenas la madre quedó libre.
Hasta el año 2003 se realizaron varios allanamientos en casas particulares y campos en San Luis, pero jamás fue encontrado.
La espera terminó a fines de 2012, cuando la Dirección de Inteligencia Criminal accedió a la versión entregada por un policía retirado, que declaró en carácter de testigo protegido y dijo que para encontrar a Amitrano había que seguir a la familia.
Así, la comisión policial dirigida por el entonces ministro Carlos Aranda se afincó en Paraná (Entre Ríos). Y algunos de sus integrantes se hicieron clientes de un mercadito ubicado en calle O’Higgins, en donde compraban víveres y cigarrillos. A esos policías –de civil– los atendía un hombre robusto, de barba y cabellos largos atados en una cola de caballo. Tenía la misma mirada del prófugo.
Las primeras averiguaciones revelaron que el comerciante, conocido como El Gringo, vivía en la parte trasera del local, con una mujer que estaba a punto de dar a luz al primer hijo de ambos.
Aquella mañana de enero de 2013 los pesquisas vieron cómo la madre de Amitrano entraba a la casa del comerciante, quien la besó con amor de hijo y la hizo pasar. No quedaban dudas. Pero había que esperar. Diez minutos. Quince. Volvió a salir. Sacó la basura. Tres pesquisas lo rodearon. No se resistió.
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