El caso quedó sin Macarrones

El caso quedó sin Macarrones
El ADN hallado en la sábana pertenece a Marcelo Macarrón, esposo de la víctima. Como demostró que estaba en Uruguay, se consideró que el rastro pertenece a una relación previa a su partida. El albañil Gastón Zárate sigue imputado, pero no hay pruebas en su contra.

Por Raúl Kollmann

El fiscal de Río Cuarto Javier Di Santo pedirá en los próximos días la desvinculación de Facundo Macarrón del caso del asesinato de su madre, Nora Dalmasso. Facundo es, hasta ahora, sospechoso leve del crimen de su progenitora, una acusación que siempre pareció que no tenía fundamentos, porque no hay ni un testigo que mencione alguna sospecha de una relación incestuosa entre él y su madre. Lo que cambió ahora la situación es un informe científico, con base genética, en el que se concluye que el ADN detectado en la sábana y el cuerpo de Dalmasso y que pertenecen a alguien del linaje Macarrón, seguramente corresponden a Marcelo Macarrón, marido de Nora, quien mantuvo con ella una relación sexual antes de viajar a Punta del Este, donde estuvo en los días anteriores y posteriores al asesinato. El informe también reafirma la existencia de un perfil genético desconocido en la sábana de abajo y en el cinturón de la bata con la que se estranguló a la mujer. En ello aparece la clave de la investigación de ahora en adelante.

El nuevo informe sobre el caso Dalmasso fue realizado por el Laboratorio de Genética de la Policía Judicial de Córdoba, a cargo de la genetista Lidia Modesti. En realidad, se trata del mismo laboratorio que ya trabajó el caso desde el principio, sólo que en 2006, cuando se produjo el homicidio, dependía del Poder Ejecutivo cordobés y ahora depende de la Justicia. Modesti actúa en el expediente desde el primer día.

Una de las claves del caso Dalmasso estaba en que se encontró ADN de linaje Macarrón, es decir de los hombres de esa familia. Está probado que Marcelo se encontraba en Punta del Este jugando un torneo de golf, algo que se acreditó largamente mediante testimonios. No hubo ninguna chance de que emprendiera un regreso desde el balneario uruguayo a Río Cuarto y de vuelta a Punta del Este, con el homicidio en el medio. Por lo tanto, sólo quedaba Facundo como perteneciendo al linaje Macarrón y por ello el fiscal lo acusó –levemente– del asesinato. Se trató de una hipótesis descabellada ya que ni siquiera existía evidencia de que el joven estuviera en Río Cuarto, ya que estudiaba y vivía en Córdoba capital. Como el crimen fue en la madrugada del sábado 25 de noviembre de 2006 y a esa hora Facundo estaba durmiendo, el fiscal argumentó que pudo haber viajado en auto hasta Río Cuarto para cometer el homicidio.

El viudo contó que antes de irse a Punta del Este mantuvo una relación sexual con su esposa. El problema es que, hasta el momento, se pensó que el ADN no podía perdurar ni en el cuerpo ni en las sábanas. El informe termina con esta controversia.

n Modesti afirmó que los rastros de semen pueden perdurar en la zona vaginal de una mujer por cuatro, cinco, siete días y aún más, incluso si esa mujer es rigurosa en sus hábitos de higiene.

n Respecto de las sábanas, el laboratorio concluyó experimentos haciendo lavados tanto a mano como en máquina de lavar. En ambos casos, no sólo perduraron los rastros de ADN sino que se transmitieron a la otra ropa que se lavó junto con las sábanas.

Sobre esa base, queda en claro que los rastros genéticos no son una base para acusar a Facundo y esto adelanta –según le consignaron a Página/12 fuentes de la fiscalía– que Di Santo pedirá al juez que el hijo de Nora Dalmasso deje de ser sospechoso en el caso. El marido de la víctima, Marcelo Macarrón, nunca estuvo imputado, pero el informe del laboratorio reafirma sus dichos y ratifica su exclusión como autor material del asesinato. No faltó hasta el momento quien lo acusara de haber contratado un killer, pero las características del hecho –violación seguida de muerte–, el uso del cinturón de la bata para el estrangulamiento, no se condicen con un asesino a sueldo.

El informe de laboratorio le advierte al fiscal Di Santo que en la sábana de abajo y en el cinturón de la bata hay rastros genéticos de un desconocido. Hay, además, ADN de una mujer también en la sábana de abajo, aunque se cree que podría pertenecer a quien lavó la ropa. El perfil genético del desconocido es una prueba de máxima importancia porque podrían tratarse de rastros del asesino.

Y esto vuelve el caso al diagnóstico formulado por criminalistas de importancia, como Raúl Torre, quienes inspeccionaron la evidencia en Córdoba, estuvieron en la habitación donde mataron a Nora, vieron los resultados de la autopsia y concluyeron que la hipótesis más factible es la de una violación y posterior asesinato. El fiscal nunca descartó esta alternativa e imputó en esa línea al albañil Gastón Zárate, el llamado perejil. Tenía serios elementos en su contra: antecedentes gravísimos de violencia de género contra su novia e incluso su madre; hacía trascender que Nora estaba enamorado de él y tuvo en su poder un celular que desapareció de la vivienda. En la fiscalía creen que efectivamente robó el celular, pero antes de que se produjera el homicidio. Era un aparato que usaba habitualmente Valentina, la hija de Nora, que justo estaba en Estados Unidos. Lo cierto es que los rastros de ADN no le pertenecen y ello lo deja fuera de las sospechas. El fiscal aún lo mantiene imputado.

Ahora, buscar al culpable

No se descarta que en las próximas semanas Di Santo proponga la extracción de muestras de sangre de todos los que trabajaban en la época del crimen en las reformas de la vivienda de los Macarrón. La hipótesis es que tal vez alguno vio la oportunidad, sabía que estaba sola porque el marido había viajado a Uruguay, subió al primer piso trepando hacia una ventana, ingresó a la vivienda, sorprendió a Nora, la violó y posteriormente la estranguló con el cinturón de la bata. En el cuerpo de la mujer quedaron evidentes signos de violencia, indicio de que no fue sexo consentido. El fiscal estudió incluso la posibilidad de que Nora se haya encontrado con alguien por propia voluntad, pero no hubo ningún rastro en los mensajes de texto del celular ni en su computadora, y también fue desmentido por las amigas que estuvieron con ella cenando esa noche en el restaurante propiedad del tenista Agustín Calleri. De manera que la hipótesis que tiene más fuerza que nunca es la de violación seguida de muerte, claro que habrá que encontrar a ese desconocido cuyos rastros de ADN quedaron en la sábana de abajo y en el cinturón de la bata.

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