Bóvedas masónicas, un imán para el turismo en el Cementerio

Bóvedas masónicas, un imán para el turismo en el Cementerio
Especialistas en antropología invitan a descubrir los secretos funerarios de las primeras familias platenses
figies egipcias, clepsidras, dameros; todas marcas de la innumerable simbología masónica. En las bóvedas del Cementerio de La Plata se encuentra una buena parte de la historia original de la capital provincial. Esas construcciones, cargadas de los signos de una época, dan cuenta no sólo de las tendencias arquitectónicas de finales del siglo XIX y principios del XX sino también de las ideologías predominantes de los años fundacionales. Especialistas formados en antropología investigan desde hace una década esa nutrida fuente de datos y muestran con visitas guiadas de acceso libre y gratuito al público los secretos que esconden los monumentos funerarios donde descansan los restos de las primeras familias platenses.

La última visita al sector de bóvedas de la necrópolis municipal reunió a unas 60 personas interesadas en conocer la propuesta de la Asociación Amigos del Cementerio. Esa vez se recorrieron los panteones masónicos que correspondieron a los primeros habitantes de la Ciudad, fallecidos entre 1889 y 1920.

EL MINISTRO BONAERENSE

Entre esas sepulturas se destaca la primera que se fundó y donde inhumaron a Manuel Langenheim, que fue ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia y uno de los impulsores del proyecto de la nueva capital. Varias son las manifestaciones en bajo relieve que hablan del apego a las logias de aquel reconocido abogado que hizo carrera hasta llegar al máximo tribunal bonaerense. Esfinges, un reloj de arena, un tablero distribuido sobre la puerta del edificio con las letras alfa y omega, que indican, según los preceptos masones, el principio y el fin de un trayecto, son algunos de los elementos que distinguen a ese monumento de otros de factura posterior.

Aunque son algunas más las bóvedas que representan los tiempos masónicos platenses, la visita guiada a cargo de Cristina Espinoza hace hincapié en el panteón de Langenheim y en el de otras ocho personalidades de los tiempos fundacionales. Llama la atención también la sepultura del ingeniero Vicente Isnardi, uno de los participantes del trazado de la Ciudad. En rigor, se trata de un hipogeo, es decir, de un entierro subterráneo por sobre el cual se emplazó un monumento a su memoria. En este caso, se construyó una columna en pedestal de forma octogonal, un rasgo característico de la arquitectura masónica, al igual que el tablero similar a un juego de ajedrez con el que se diseñó el piso.

Otras bóvedas que despiertan un particular interés son dos que, en realidad, a modo de “gemelas” aunque presentan algunas diferencias, son consideradas como un conjunto arquitectónico. Se trata de los panteones de las familias Salza y Etchegoyen. Pedro Etchegoyen fue un destacado médico y filántropo de nuestra ciudad y Emilia María Carlota Salza fue directora de la Escuela Normal de Maestras; ambos vivieron los primeros tiempos de La Plata. Las obras representan un pilón rematado en hojas de palma y las dos aberturas se asemejan a una cámara egipcia, que también son parte de la iconografía de la masonería.

“Hay numerosos elementos masones en el Cementerio, donde ya nomás, en el pórtico de entrada, se observan, dentro del triángulo del frente, ángeles alados y coronas de laureles. Es que muchos de los que participaron de la fundación de la Ciudad y que la habitaron en los años posteriores pertenecían a logias”, explicó Olga Flores, una de las investigadoras que acompaña a la doctora en antropología María Carlota Sempé en el proyecto de investigación que ya ha dado como fruto un libro, “Cementerio de La Plata en su contexto histórico”, y que propuso y desarrolla las visitas guiadas.

El plano del sector de las bóvedas del Cementerio es una réplica del diseño de La Plata, con sus dos diagonales principales que lo atraviesan y su eje que en la Ciudad representa la avenida 53. Esto es porque Pedro Benoit lo concibió a imagen y semejanza de la capital provincial. Ese cuadrado del predio de diagonal 74 y 31 se construyó a partir de 1989, cuando se decidió trasladar las sepulturas de Tolosa, donde se realizaron las primeras inhumaciones locales. Según las actas de la necrópolis municipal, los panteones familiares se levantaron hasta la década del 40. “No quedó más espacio”, indicó Flores, quien busca, con el resto de los integrantes de la Asociación, que se disponga alguna clase de normativa que garantice la preservación de esas edificaciones, que integran el patrimonio histórico platense.

Para la próxima visita guiada al Cementerio, programada para un día de octubre aún sin confirmar, se resaltarán las bóvedas de la época fundacional pero que se encuadran en los estilos art nouveau, art decó y neo clásico y de los que también hay varios exponentes.

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