Barujel: Compré 100 dólares y corrí a venderlos

José Barujel es el decano de las casas de cambio en Córdoba.
En plena histeria por las restricciones a la venta de dólares, asegura que las épocas de crisis nunca lo favorecieron.

Uno prende la radio temprano a la mañana. Sintoniza Cadena 3 a las ocho en punto, y ahí lo tendrá, presentando –como desde el primer día– al programa más escuchado de la radiofonía cordobesa: “¡BA-RU-JEL!” dirá la voz en off de Mario Pereyra, y entonces sí se podrá arrancar con Juntos. Sin el spot parecería imposible.

“Sí, es una publicidad muy efectiva, un clásico de Córdoba”, responde don José Barujel, el hombre que en los 60 se adueñó del mercado de cambio en el centro de la ciudad y no soltó ese liderazgo nunca más. “Es un clásico que mantenemos porque sabemos que ha sembrado demasiado, y Dios mediante lo seguiremos teniendo, siempre que Mario quiera”, dice sobre su amigo conductor, que vuelta a vuelta suele hacer pública su lealtad a quien fuera su primer anunciante.

A don José se lo ve activo. Reconoce que lo agarró de sorpresa la reciente medida restrictiva para la venta de dólares y se queja de que han perdido el 70 por ciento de las operaciones. Aún así recuerda varios vaivenes de la economía y descarta que las etapas de incertidumbre le hayan significado más ganancias.

–¿Cómo lo toma esta medida de la restricción a la venta?

–Evidentemente la medida ha sido una sorpresa. Si lo fue para nosotros, imagínese para nuestro público. Por más que no tengamos nada de responsabilidad, hay mucha gente que a lo mejor considera que es injusto que no se le pueda vender la cantidad que desea porque está por viajar, porque se les limita la posibilidad de poder hacerlo. Entonces, dentro de la empresa entramos en un diálogo con la gente que no es nada agradable para nosotros.

–¿Puede que este tipo de medidas restrictivas terminen generando mayor demanda, mayor interés? ¿Hay en la gente una especie de querer aquello que le acaban de prohibir?

–No, no creo que eso ocurra en este momento. Nosotros hemos notado una disminución de asistencia de la gente a nuestra empresa de alrededor del 70 por ciento. Porque la gente ya sabe que va a tener dificultades para comprar.

–No quieren venir a renegar…

–Claro, a nadie le gusta ir a que le digan que no. La gente que compra por ahorro, dice ‘voy a esperar un poquito a que se libere más la cosa, porque en este momento voy a tener dificultad’. Y pasan de largo.

–¿Medidas como ésta le recuerdan a alguna otra época de la historia económica monetaria de Argentina?

–Sí. Ha habido períodos de grandes restricciones en otras oportunidades. Hace unos 25 años más o menos me acuerdo que a los clientes no se les podía vender nada más que 50 dólares. Se había puesto un techo fuerte.

–Imagino que florecían los arbolitos y las cuevas…

–Y sí. La gente que tiene una necesidad mayor que lo que permite la normativa, siempre recurre a alternativas de esa naturaleza. Igual pasa ahora.

–¿Usted ahorra en dólares?

–Yo personalmente no. Tengo orientaciones distintas para mis ahorros.

–Se dice que la mejor opción para el ahorro es el oro ¿está de acuerdo?

–Es una vía importante, porque ha tenido un aumento muy fuerte en los últimos tiempos. En el último año y medio ha duplicado su cotización.

–¿Pero la gente se inclina por el oro o todavía no lo tiene registrado?

-No tanto, no tanto. No se dan tanta cuenta o no tienen experiencia con respecto a esto. La operatoria es la misma. Es como comprar dólares, la misma reglamentación.

El mito del río revuelto. Sería natural pensar que las épocas de crisis o de inestabilidad cambiaria se convierten en grandes oportunidades para los “cambistas”. Barujel viene a destronar ese mito.

–¿Cuáles épocas recuerda como las mejores para el rubro de las casas de cambio?

–Para nosotros toda la vida ha sido un buen negocio, porque aparte de las utilidades que puede dar, hay también una vocación por la actividad. Y la vamos adaptando a las circunstancias, sobre todo porque sabemos que es un negocio interesante.

–La pregunta era porque imaginábamos que los tiempos de inestabilidad implicaban más oportunidades para el rubro…

–No. En una empresa como la nuestra, todo el año tiene buena actividad. Tenemos un ordenamiento tranquilo, y en las épocas de gran movimiento nos va bien, pero en las de poco movimiento también. Estamos muy atentos al negocio y nos sabemos adaptar.

–Se dice que Barujel hay uno solo. ¿Cómo hizo para llegar a ser la marca de referencia en este rubro?

–Y, como lo han hecho todas las personas que han mantenido una actividad durante medio siglo y que todavía subsisten gracias al respeto de los clientes y también de los que trabajan adentro. Eso hace posible que uno mantenga cierto liderazgo en la plaza.

–Pero habrá tenido un arranque. ¿Cómo fue?

–Como todos los inicios. Compré 100 dólares y salí corriendo a venderlos para tener plata para comprar 100 dólares más. No teníamos mucho para invertir. Se empieza como en todas las cosas, por el principio. Y poco a poco se va avanzando.

–¿Estuvo siempre en el centro?

–Sí. Siempre nos mantuvimos en la zona alrededor de la Plaza San Martín. En la calle San Martín, en la 9 de Julio, y ahora acá en la esquina de la Plazoleta de la Merced.

–Crecimiento paulatino, supongo ¿pero hubo algún momento en que dieron el gran salto?

–No, siempre fue un crecimiento de hormiga. Y nos regimos en la vida empresarial como en la privada, en la familia. Siempre respetando los ingresos y los egresos para que quede algún peso para invertir en otra cosa.

–¿Suele mirar hacia atrás?

–Siempre me acuerdo de ese comienzo muy primario que tuvimos, y al ver adónde estamos ahora me hago la misma pregunta: ¿Cuál habrá sido mi mérito? Y me respondo que debe ser por los buenos colaboradores que siempre he tenido, el ritmo de vida que he llevado, y creer en Dios.

Política, amigos y campaña. Ser un empresario, ser exitoso, y llevar tanto tiempo en lo mismo, convierten a Barujel en una figura interesante más allá de la actividad cambiaria, que seguramente habrá estado en el ojo de algún que otro político.

–¿Le han ofrecido alguna vez formar parte de un gobierno?

–No. Para que me invitaran tendría que haber participado. He sido miembro de muchas cámaras relacionadas con mi actividad, aunque para la política no tengo vocación.

–Pero para las campañas políticas lo deben haber mangueado…

–Ah, eso sí. Siempre. Algunos manguitos siempre te vienen a pedir. De cualquier color ¿eh? Uno siempre ha estado presente con algo.

–Más allá de no participar, ¿cómo se ha llevado con la política?

–Normal. Los políticos que se inclinan hacia una buena democracia son los que yo considero amigos. Hay líderes que han hecho obras importantes, y me refiero a gente como don Amadeo Sabatini o Humberto Illia, héroes de la política.

–Manejar en algún punto la política cambiaria también a veces genera oportunidades de enriquecimiento. ¿Cree que esto sucede?

–Y, debe haber de todo. Hay políticos honestos y de los otros.

–¿Sus amigos lo llaman al teléfono para ver cómo viene el dólar?

–Bueno, al teléfono no tanto, porque no lo doy. Vienen a la empresa a consultar. Pero creo que el que consulta en realidad sabe más que uno.

–¿Y usted cómo se informa para estar al tanto del mercado?

–Recibimos las circulares del Banco Central, pero aparte tenemos una cámara que funciona en Buenos Aires y que también nos asesora. Y luego la oferta y la demanda en la compra y la venta, que nos van marcando la necesidad que tenemos de comprar o vender.

–Pero me imagino que cuando escucha a algunos analistas económicos se debe reír un poco…

–(Risas) No, para nada. Los respeto mucho. Eso sí, algunos a veces exageran un poco.

Puertas adentro. Muchos de los empleados que han entrado a trabajar con Barujel no se fueron más hasta la jubilación. Don José se enorgullece de esto.

–¿Por qué cree que sucede así?

–Algo habrá para que se queden siempre con nosotros. Hay empleados que han trabajado 40 años en la casa, se jubilaron, pero siguen vinculados. Y si no vienen más es porque están viejitas y no pueden. Pero todos quedan con alguna relación.

–¿Entre billetes y onzas de oro, se han formado parejas entres los empleados?

–Que yo sepa no, primeramente porque no aceptamos romances dentro de la empresa. Alguno de los dos se tiene que ir.

–¿Y con los clientes?

–Bueno, vienen clientes como en todas partes. Algunos me doy cuenta que se fijan en las chicas. Pero no hace falta que vengan acá porque el Centro está lleno de chicas lindas.

–Cuéntenos cómo es su familia

–Llevo 57 años de casado con la misma mujer. Tengo 4 hijos y ocho nietos. Y lo más importante de todo: no tengo amantes. Eso es lo más importante.

–Salen mucha plata…

–No solamente plata. También dolores de cabeza.

El secreto de su éxito, por él mismo

Creador de un negocio exitoso y habiendo atravesado varias hiperinflaciones en la Argentina, don José Barujel seguramente es una buena fuente para buscar un consejo a la hora de emprender un negocio.

“Creo que el éxito de cualquier emprendimiento de una persona está en tener el valor de continuar la actividad y ser perseverante. Y darle el perfeccionamiento que exige cada circunstancia”, dice Barujel en lo que considera la “clave del éxito”. Pero hace una aclaración para obstinados. “Si nota que realmente después de muchos experimentos, no anda, entonces es hora de cambiar. Pero no es cambiar porque sí nomás”, define.

¿Habrá pegado algún volantazo don Barujel en el camino? “Sí –responde–, pero siendo siempre consecuente con las decisiones. Han sido muchos sacrificios y dolores de cabeza, pero siguiendo el mismo camino”.

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