Allanamientos tras escandalosa fuga de la comisaría de Abasto

Allanamientos tras escandalosa fuga de la comisaría de Abasto

Se hicieron en Ringuelet y San Carlos. No hallaron al prófugo, pero secuestraron documentación 

El hijo del titular de la Asociación de Taxistas, Peones y Choferes se mantiene prófugo, después de que el miércoles a la noche escapó de la comisaría en la que había sido alojado junto a su padre un par de horas antes, por un incidente que habían protagonizado junto a una mujer en una dependencia municipal. Mientras Asuntos Internos del ministerio de Seguridad analiza qué rol jugaron en la insólita fuga los dos policías que estaban en la seccional donde pasó -la Séptima, de Abasto- investigadores de la DDI La Plata y la Departamental local realizaron en las últimas horas varios allanamientos. Tenían dos objetivos: encontrar al prófugo, Marcelo Ismael Arévalo (31) y secuestrar documentación para la causa. Lo primero no resultó. Lo segundo, dijeron fuentes oficiales, si. procedimientos Los operativos fueron cuatro y se hicieron el viernes, tres de ellos en la zona de Ringuelet (todos en inmediaciones de 1 y 515) y el restante en el barrio San Carlos. Arévalo no estaba, pero, a instancias del fiscal Alvaro Garganta, los detectives secuestraron de las viviendas “documentación de distintos automotores, boletos de compra venta de propiedades, facturas de electrodomésticos valiosos recientemente adquiridos y varios celulares”, detalló un pesquisa. Arévalo había sido detenido el miércoles, después de que se presentó -cerca del mediodía- en la sede de la Dirección de Habilitaciones de Taxis de la Comuna local, en 7 y 49, junto a su padre, Marcelo Arévalo (50) y Yésica Analía Gómez (27). Según la versión oficial, los tres “habrían proferido amenazas de ejercer violencia para obligar a que una funcionaria del área realice un acto en contra de su voluntad”. Se trata de Julieta Martínez, a quienes los acusados le exigieron la devolución de una documentación con la que intentaban obtener una habilitación para la conducción de un vehículo de alquiler. “Esos papeles eran apócrifos. Por eso la negativa de la responsable de la oficina de reintegrárselos”, destacó un informante. Lo concreto es que aquel “no” enfureció a los dos hombres y a la mujer, quienes, siempre en base a la versión policial, “profirieron amenazas de muerte a Martínez como al resto del personal”. Todo sucedió en el tercer piso del edificio céntrico y terminó con la intervención de una comitiva de la comisaría Primera que, tras algunos forcejeos, se llevó esposados a los Arévalo y a su acompañante. traslado y escandalo La mujer quedó demorada en la seccional del Centro, mientras que los dos Arévalo fueron trasladados a los calabozos de Abasto, en 520 entre 212 y 213. A eso de las 23 del miércoles comenzó a escribirse la historia del escándalo. Es que a esa hora llegaron algunos familiares de los imputados y -esto es lo que está bajo análisis- los autorizaron a visitarlos, algo que por horario y protocolo no estaría permitido. De hecho, pocos días antes los calabozos de esa seccional habían sido clausurados por la imposición de un hábeas corpus preventivo, que obedecía a las malas condiciones de alojamiento en las que se encontraban 11 mujeres detenidas. Sin embargo, horas más tarde la misma dependencia volvió a tener presos en sus celdas. Pues bien, los familiares visitaron a Arévalo y su hijo, hasta que empezaron a gritar que una mujer se había descompensado. Supuestamente fue por “el fuerte olor a insecticida en el pequeño habitáculo en el que estaban”, dijo un policía, pero a la luz de lo que pasó lo más probable es que haya sido una excusa para que el muchacho (o los dos) escaparan. Así, una vez que los dos Arévalo estaban fuera de la celda, el más chico forcejeó con el imaginaria y logró salir a la calle por un portón que no tenía llave ni candado, donde, trascendió, lo estaban esperando “en autos y motos”. Además del imaginaria, en la seccional también estaba el oficial de servicio, quien -según argumentó luego- no advirtió lo que pasaba porque se encontraba atendiendo a la mujer que se dijo descompensada. A partir de ese instante, la comisaría de Abasto se transformó en un hervidero, con la llegada de las más altas autoridades de la Policía local y el fiscal, mientras se organizaba un operativo de rastrillaje para lograr la recaptura del evadido. Garganta ordenó que los dos policías quedaran demorados hasta indagarlos, tras lo cual recuperaron la libertad. El juez Fernando Mateos les imputó “evasión dolosa” y “cuestionó la decisión de haberlos mantenido aprehendidos en un principio”, según dijo el abogado que defiende a los policías, Marcelo Peña. “Quieren sostener la responsabilidad penal sobre los efectivos policiales en vez de robustecer la seguridad de las cárceles y las comisarías”, aseguró el defensor. sumario La Dirección de Asuntos Internos de la Policía bonaerense decidió abrir un sumario inmediatamente después del incidente para aclarar si la conducta desplegada por los efectivos de la comisaría Séptima merece algún tipo de sanción administrativa. Los investigadores creen que el imaginaria y el oficial de servicio tuvieron relación directa con la fuga, “por acción u omisión”.

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