El sacerdote dijo que de todo hay que rescatar algo positivo y pidió a los fieles que recen.
Asombro. Eso fue lo primero que provocó la renuncia del Papa Benedicto XVI a los integrantes del Obispado de San Luis. El padre y delegado de comunicaciones, Alberto Olivera, remarcó la sorpresiva decisión pero destacó, al mismo tiempo, la contundencia del argumento de Joseph Ratzinger para dejar de ser la cabeza de la Iglesia a partir del 28 de febrero.
“Esto es una gran enseñanza. Nos dice que tiene una gran capacidad intelectual pero sus fuerzas físicas no responden. Llevó su legado no sólo en obras y palabras, sino también sufriendo y rezando, que no es un detalle menor”, comentó el sacerdote.
Olivera consideró que “Benedicto XVI es reflexivo del mundo actual, que está sacudido por grandes transformaciones para la vida de la fe y para gobernar la Iglesia”. Explicó que no sólo es marcarle el camino a los 60 millones de fieles que hay en todo el mundo, sino anunciar el Evangelio. “Eso implica tener un gran vigor en el cuerpo y en el Espíritu. El Papa sostuvo que en los últimos meses disminuyeron sus fuerzas que no le permiten la capacidad para ejercer bien el Ministerio Petrino”, argumentó.
El padre consideró que de estas situaciones siempre hay que sacar conclusiones positivas aunque siempre se busque el lado malo.
Entre los puntos fuertes resaltó la capacidad de comunicación con las familias y los niños, y hasta de contestar en foros sin la necesidad de tener un argumento escrito delante. En cuanto a lo negativo, dijo que le “faltó la edad” para poder hacer más cosas.
Olivera y Benedicto XVI se conocieron en Milán (Ver aparte). “Sus acciones fueron extraordinarias. Mi madre tiene 84 años y está muy limitada de salud física y mentalmente. Este es un Papa al que constantemente se le está exigiendo. Debe atender cinco continentes, miles de iglesias, obispos, dicasterios y los problemas, porque la Iglesia es una entidad divina que está llevada adelante por hombres, con sus falencias y dificultades. No se le puede pedir la misma fortaleza de viajar que podríamos encontrar en un Papa como Juan Pablo II a los 58 años. Es muy importante, esto a mí me enseña mucho, quizás pensar en dar un paso al costado como sacerdote a los 75 años. Nos está diciendo que le dejemos lugar a las nuevas generaciones”, explicó.
Olivera escuchó que el ítalo-argentino Leonardo Sandri, que dirigió el departamento vaticano de las Iglesias Orientales, es uno de los posibles candidatos ya que también fue tercero en la curia romana. “Ocupó cargos importantísimos. Por ejemplo en 2005 fue el encargado de brindar el comunicado sobre la muerte de Juan Pablo II. Estuvo en puestos claves y con una capacidad que le permite conocer el manejo interno de la Iglesia, que no es nada fácil”, explicó. De todos modos, como pasó en las últimas elecciones, aclaró que el candidato puede ser de cualquier país.
“Les pido a los fieles de San Luis que recen y le pidamos al Señor para que guíe a la Iglesia de Jesucristo con la mejor persona”, dijo.
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