"Se necesita solución urgente"

El coordinador de la Alcaidía de Santa Rosa, Fabio Girabel, habló con LA ARENA luego de que se conocieran las deplorables condiciones en que viven los 91 presos del establecimiento que él dirige, casi un 50 por ciento más de lo que está previsto para ese lugar.

El caso salió a la luz días atrás a raíz de una denuncia iniciada por los jueces de Ejecución de la provincia Mauricio Pascual y Martín Saravia quienes además de presentar un escrito, tomaron fotos del calamitoso estado del establecimiento penitenciario. A 10 días de haberse conocido la denuncia, el panorama no cambió demasiado: la población solo bajó a 88 personas. 

"Los jueces de ejecución se han ocupado bastante y todo lo que se dijo es verdad. En la Alcaidía hay sobrepoblación y nada se arregla con llevar los presos a las comisarías del interior que también están colapsadas", reconoció Girabel.

Peleas. 

El coordinador agregó que el hacinamiento genera una serie de problemas que en algunas ocasiones puede terminar en una gresca complicada. "El hacinamiento generalmente provoca disputas territoriales. Se generan discusiones entre los internos por los lugares en la celda y en los últimos meses hemos tenido que soportar algunas situaciones críticas. También, como lo expusieron los jueces de ejecución, hay problemas sanitarios que derivan en enfermedades. Pero además hay inconvenientes para los que trabajamos acá adentro ya que no alcanza el tiempo para ordenar las actividades y que no se generen roces. Es difícil en un solo día que todos puedan hacer sus actividades afuera", dijo Girabel. Y añadió: "Sino hay una solución urgente, los problemas se van a acrecentar. Cualquier día un preso se levanta con el pie izquierdo y todo puede terminar mal".

Traslados. 

Otra de las complicaciones que trae aparejada la superpoblación tiene que ver con la logística y los traslados. Según Girabel, la cantidad de operativos diarios se ha incrementado notablemente, cuestión que además, incrementa los gastos al Estado porque es necesario movilizar más personal.

"Siempre se habla del preso estático y no del que está en movimiento. Hoy por semana tenemos cerca de 500 traslados. Esto incluye salidas a Tribunales, al área de adicciones, al hospital y también las salidas que les conceden a los presos en caso de fallecimiento de familiares o celebración de alguna fiesta. Para cada traslado hay que armar un operativo porque siempre se corre el riesgo de que el preso se escape", relató. 

-Nadie cómo usted conoce la realidad de la Alcaidía y las condiciones de detención ¿Puede negarse a recibir un preso? ¿Alguna vez se negó? 

-Es una pregunta difícil. La realidad es que es un tema que no puedo esquivar. A veces mandan a una persona que cometió un homicidio y es obvio que tengo que alojarlo. Otras veces los fiscales, que conocen la realidad de la Alcaidía, tratan de no meter presas a personas por delitos comunes. La realidad es que, parte de la responsabilidad de lo que pasa en la Alcaidía, me cabe a mí por haber aceptado a más detenidos luego de que se cubrieran las 64 plazas. Pero lo cierto es que hay casos en que no se puede dejar libre a una persona sabiendo que al otro día va a reincidir. Es ahí cuando uno se sale del papel de funcionario y piensa como un ciudadano común. 

-¿Cuál es del desafío más urgente?

-Creo que manejar el espacio disponible. Los fiscales saben que no hay alojamiento en ningún lado, por eso deben colaborar para poder usarlo inteligentemente. A un pibe que no tiene antecedentes, mezclarlo con los condenados es un tema complicado. En Europa se usa para algunos delitos la pulsera electrónica. Pero para ello se debe analizar la personalidad de cada detenido. De esa forma se pueden evitar las superpoblaciones. Muchas veces se deja preso a un delincuente menor algunos días para que tenga un escarmiento y no siga robando. Pero hoy eso solo puede hacerse teniendo más lugares de alojamiento.

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