Marchas en varias ciudades de Brasil contra la corrupción

Marchas en varias ciudades de Brasil contra la corrupción

Reacción popular. La más numerosa fue en Río de Janeiro. También hubo en San Pablo, Brasilia, Porto Alegre y Curitiba.

Lejos estuvieron de las poderosas manifestaciones contra Dilma Rousseff de marzo de 2015. Las movilizaciones de hoy lograron juntar en San Pablo apenas unas 15.000 personas (cuatro cuadras de raleadas de la avenida Paulista) según estimativas policiales; y en Río de Janeiro ocuparon parte de la playa de Copacabana. Hubo también protestas en otras capitales, como Belo Horizonte, Brasilia y Curitiba.

Pero en Porto Alegre, que fuera palco de imponentes marchas, no lograron juntar más de medio millar de brasileños. Lo cierto es que los actos de hoy, convocados por los derechistas “Vem para Rua” (Vamos a la calle) y Movimiento Brasil Libre, tuvieron como eje principal protestar contra el Congreso y respaldar al juez Sergio Moro que conduce la causa contra las coimas en Petrobras.

Curiosamente los movimientos que organizaron las marchas, evitaron enfocar en críticas al presidente Michel Temer. Prefirieron en cambio desviar la atención hacia el titular del Senado Renan Calheiros. Fue sobre esa figura en la que se enfocó la ira de los manifestantes. También hubo grupos que, como antaño, pidieron la “intervención militar”.

En Brasilia, en cambio, la protesta se generalizó contra todos los políticos. Los manifestantes pusieron ratas de papel en el lago que antecede a las dos torres, una de Diputados y la otra del Senado. “Ellos son eso; no nos representan” dijeron los dirigentes.

En Río de Janeiro la marcha fue más poderosa que en San Pablo. Los cariocas usaron la tarde de un domingo para juntarse en la Avenida Atlántica. Pero en vez de ir a la playa, se dedicaron a protestar contra el senador Renan Calheiros, contra los diputados que votaron la ley de auto amnistía y muchos a favor del juez Moro, visto hoy como el líder de la salvación nacional.

Calheiros, que había marcado para el martes el tratamiento de un proyecto de su autoría para limitar posibles “abusos” del Poder Judicial, divulgó una nota al mediodía del domingo: “Las manifestaciones son legítimas y deben ser respetadas (...), el Senado continúa permeable y sensible a las demandas sociales”.

Muchos manifestantes también pedían la eliminación de los fueros privilegiados, que impiden que políticos con cargos vigentes sean juzgados por la justicia ordinaria. Sus casos son remitidos a la Corte Suprema, donde suelen tramitarse más lentamente, como fue el ejemplo de una denuncia contra el propio Calheiros, recibida esta semana tres años después de haber sido presentada.

El jefe del movimiento Vamos a la calle, Rogerio Chequer, no quiso culpar al presidente Temer. Según él “no hay ninguna evidencia que sea suficiente para que iniciemos un proceso más grave. Creemos que si en este momento hiciéramos algo así, estaríamos destruyendo lo poco de estabilidad que se consiguió reconquistar”.

Según el diario O Globo, hubo marchas en 18 estados provinciales del país (son 27 en total). Solo que en algunos lugares la protesta se limitó a puñados de manifestantes que caminaban detrás de una bandera y una pancarta. Hasta en Curitiba, donde tiene su juzgado el magistrado Moro, y en cuyas cárceles se alojan famosos como Marcelo Odebrecht, las movilizaciones tuvieron escaso público si comparadas con otras épocas.

La razón debe verse si se quiere en lo limitado de las consignas de la protesta. Si bien la corrupción y el sálvese quién pueda de los políticos y parlamentarios provoca la indignación general del pueblo brasileño, a este también le preocupa una economía en baja, el desempleo creciente y la falta de perspectivas. Es ese contexto el que explica el bajo poder de convocatoria en la capital paulista donde el año pasado salieron a la calle más de un millón de personas.

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