El gobernador, Juan Manzur, autorizó a la Secretaría de Medio Ambiente de la provincia para que invierta $620.000 en la adquisición de insumos de laboratorio. 

¿Para qué? Para que esa repartición pueda realizar “los análisis de detección de metales pesados de las muestras tomadas dentro del plan de monitoreo permanente de la calidad de los cursos de agua de la provincia, así como de la cuenca Salí-Dulce”, según consigna un decreto publicado en el Boletín Oficial hace unos días. 

Los motivos que justifican la contratación directa de tres firmas: “Científica Dimar”, “Research AG SA” y Perkin Elmer Argentina SRL” son la necesidad “urgente” de estos insumos para monitorear la calidad de agua. 

Hay zonas del este de la provincia en las que los valores de arsénico superan los índices permitidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que fija un máximo de 0,01 %.

LA GACETA publicó hace unos meses el caso de Las Ánimas, un pueblo de Graneros en el que la población debe extraer agua de un pozo con arsénico porque no tiene otra alternativa. Hay pobladores enfermos por esta causa. Entre otras cosas, el Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (Hacre) es una enfermedad crónica causada por la ingestión de agua con alto contenido de arsénico.

“El hidroarsenicismo ocasiona afecciones cardíacas, neurológicas, daños en el aparato digestivo y lesiones hepáticas”, había dicho la ministra de Salud de la provincia, Rossana Chahla.