Economías regionales se enfrentan por ver quién endulza más a las bebidas gaseosas

Economías regionales se enfrentan por ver quién endulza más a las bebidas gaseosas

La iniciativa presentada en el Congreso impulsa beneficios impositivos

 

Hay un sabor amargo entre las provincias que producen caña de azúcar, mosto y jarabe de maíz. Un proyecto de ley busca favorecer a través de una reducción de impuestos a la industria de bebidas dependiendo de los porcentajes que utilicen para endulzar sus productos. De un lado sostienen que dará beneficios por medio de la generación de empleo.

Otros advierten que el costo de producción se encarecerá y por ende se trasladará a la góndola. En el medio está la salud, en este punto la propuesta deja afuera al azúcar proveniente del cereal. Hay en juego muchos intereses.

Tucumán, Mendoza y Córdoba, algunas de las

provincias que defienden su producción agrícola

El conflicto se inició hace dos años con una propuesta del diputado Luis Basterra (FpV), que impulsaba la saborización con jugos naturales y aumentaba el impuesto interno. Ahora la posta la tomó el diputado Luis Borsani, de Cambiemos, quien incluyó la edulcoración con azúcar proveniente de las frutas.

El proyecto tiene dos patas. Primero, eleva el impuesto a las bebidas cola de 8% a 28%, pero lo reduce en un 90% siempre y cuando incorpore en su composición un mínimo de jugos o zumos de frutas. Luego propone que las bebidas analcohólicas en vez de pagar el 28% pase a 18% si son edulcoradas entre un rango de 5% al 9% de jugos de frutas y 75% con azúcar de caña. En esta situación es que las embotelladoras rechazan la iniciativa dado que buscan “poner en el mercado local los excedentes de uva blanca” cuando se debería “hacerlo en el exterior” y porque “penaliza el uso de jarabe de maíz” frente a los demás endulzantes y “obliga” a utilizar el mosto. Sin embargo, el proyecto no lo dice. Lo cierto es que si se opta por el mosto, el proceso para extraer el azúcar requiere un alto costo.

En defensa del jarabe de maíz salió la Cámara Argentina de Fabricantes de Almidones, Glucosa, Derivados y Afines, donde su director ejecutivo, Aníbal Álvarez, resaltó “que se trata de una industria ya instalada que invirtió u$s500 millones en los últimos años. Con lo cual correrla del medio no suena muy razonable”.

Las tres empresas que hoy producen fructosa de maíz en el país son Ingredion, Glucovil (Ledesma) y Arcor, esta última inauguró hace poco una planta para procesar el cereal para lo cual desembolsó 70 millones de dólares.

Desde la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar), su gerente de desarrollo estratégico, Carlos Fiochetta, expresó que el proyecto “signifi ca para la vitivinicultura la posibilidad de abrir un mercado interno que hoy no existe y principalmente es volver a un escenario que estaba instalado en la década del ‘90”.

Mas allá de las diferencias entre las provincias y las entidades privadas, el proyecto hoy está en stand by “pero no muerto”, remarcaron varios diputados que apoyan la iniciativa.

El martes precisamente, en la reunión de la mesa sucroalcoholera varios de sus participantes le señalaron a las autoridades de Agroindustria su preocupación por que avance el proyecto y mostraron su enojo en que se subraye el uso del azúcar como un veneno para la salud. Desde la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas Dietistas (Aadynd), Romina Sayar, miembro integrante, aclaró que “no hay diferencia en las calorías dado que todas aportan lo mismo sobre cómo aumenta la glucemia una vez que ingresa al cuerpo”.

Pero sí lo hay en el metabolismo. Y esto tiene que ver con la concentración de fructuosa. En este punto, el jarabe de maíz lleva una desventaja. Según la mezcla que tenga se pueden encontrar en porcentajes de 40%, 50% y hasta 100%, contra el jugo de manzana o mosto, que tiene 65%, o de naranja de 40/45 por ciento. En el caso del azúcar de caña es de 50 por ciento.

Se ha descubierto que en el metabolismo posterior la fructuosa tiende a aumentar los depósitos grasos. Acá el jarabe de maíz tiene otra contra. Debido a su alta concentración de fructosa “lleva a la obesidad y luego a la resistencia a la insulina. Lo que produce un mal funcionamiento, y eso no es bueno para los diabéticos”, dijo Sayer. Un hecho no menor es que el jarabe de maíz se ha difundido por todo tipo de alimentos (cereales, jugos, helados), y esto sería sólo por un tema económico.

No hay diferencia en el consumo de azúcares

dado su origen. Todas aportan altas calorías

En definitiva, el debate es amplio y habrá que escuchar a todas las voces, para estar más cerca de la verdad sin que nadie se vea perjudicado, pero poniendo a la salud por arriba de todo.

 

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