Cristóbal y Cristobalito

Por Ricardo Roa

Hay dos Cristóbal en el candelero. Uno descubrió América pero aquí lo bajaron de su pedestal, y el otro tiene la varita mágica para asociar los juegos de azar, el negocio del petróleo y la cercanía a los Kirchner, una alquimia que lo convierte en intocable dentro del Gobierno.

Existe un semáforo especial en la avenida del Libertador para girar a la izquierda y que no lleva a ninguna calle: lleva a las puertas del hipódromo donde Cristóbal montó la mayor concentración de tragamonedas del país.

López tiene su propio semáforo y fueros especiales en la corporación oficialista, que le teme por eso. Pertenece al kirchnerismo Línea Fundadora pero no es político o lo es, a su manera: su cualidad más sobresaliente es hacer negocios y todos sus negocios están bajo el paraguas de la política.

Este es el Cristóbal que se hizo la América.

El otro Cristóbal, Colón, dejó de mirar al río desde su sitial atrás de la Casa Rosada, donde se unen Alem y Paseo Colón. Tras una sugerencia de Hugo Chávez, Cristina decidió erradicarlo de allí como si el monumento y la plaza fuesen de ella y no de los vecinos de la Ciudad.

Ahora, el gobierno nacional acordó con el macrismo dejar a Colón por el piso hasta que se le encuentre un destino, a cambio de dos cosas: el permiso para trazar una nueva bajada a la autopista Illia sobre terrenos ferroviarios que administra la Nación y un lugar aún no definido para levantar una estatua a Arturo Jauretche.

Canjearon la satisfacción de un capricho presidencial por una necesidad, aunque no quieran o no puedan hacerlo público.

Luis Majul insistió en La Cornisa diciendo que nadie controla ni sabe cuánto factura Cristóbal en sus casinos porteños, que Kirchner declaró territorio federal como Cristina hizo con la plaza y la estatua de Colón, y Lotería Nacional le contestó con una respuesta de doble sentido, como algunos chistes.

Lotería está en manos de Roberto López, otro pingüino puro como Cristóbal, con el que también comparte un apellido y un pasado común en Río Gallegos que no es tan común: fue liquidador del Banco de Santa Cruz junto a Lázaro Báez.

Kirchner lo puso en Lotería no bien asumió y ahí está.

En su empeño por no aclarar nada, López, el de la Lotería, aclaró todo. El control o simulacro de control a los casinos de Cristóbal lo hace la misma empresa que le vende las tragamonedas. La caridad bien entendida empieza por casa.

La solicitada de López lleva un título interminable, de veinte palabras, con aires de publicidad de Gath y Chaves de los años 50 y refleja mejor cómo opera Cristóbal que cómo pretende que lo veamos.

El juego ha sido el negocio más próspero de la década ganada y si se acepta como un mal necesario, su control debe ser algo sagrado. Pero el verdadero trabajo de Lotería Nacional es cuidarle las espaldas a Cristóbal, no controlarlo.

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