En Bolívar, los alimentos aumentaron más del 20 por ciento en apenas 50 días

En Bolívar, los alimentos aumentaron más del 20 por ciento en apenas 50 días
Las medidas económicas anunciadas por el gobierno nacional en los últimos días y especialmente la devaluación generada sobre el tipo de cambio oficial, independientemente de merecer ser materia de análisis teórico por parte de especialistas, se constituyen en un dato de la insoslayable realidad que, a nivel local, generaron un impacto visible y palpable.

La realidad económica bolivarense ya venía acusando los golpes infligidos por una inflación contra la que ni los asalariados ni las pequeñas empresas pueden competir y la sequía le aplicó otro severo cachetazo, a fuerza de ser ésta -nuestra economía pueblerina- fuertemente dependiente de lo que genera la actividad agropecuaria.

Pero los anuncios efectuados por un dubitativo ministro Kichilof y las propias efectuadas por el jefe de Gabinete Capitanich, directamente secaron la plaza de dinero paralizando las ventas en los comercios y transformando las calles bolivarenses en verdaderos desiertos en los horarios en los que, hasta no hace mucho tiempo, la gente aprovechaba para hacer sus compras.

El incremento del precio de dólar derivó en consecuencias muy severas en algunos rubros. Especialmente aquellos que comercializan mercaderías importadas o en cuya composición intervienen elementos de fabricación foránea y, consecuentemente, atados al valor de la divisa estadounidense.

Productores agropecuarios necesitados, por ejemplo, de repuestos para sus maquinarias, refirieron a este medio que se les ha hecho muy dificultoso conseguirlos y en aquellos casos en que los obtuvieron, fueron vendidos en cuenta corriente sin la fijación de precio o con remarcaciones superiores al 30 por ciento.

Algunos locales comerciales de venta de materiales con componentes de hierro directamente cerraron sus puertas, disimulando la imposibilidad de comercialización con la toma de vacaciones, aprovechando un enero propicio para ello, y al menos una importante ferretería local retiró de la venta mercaderías de precio "incierto", (herramientas entre ellas) previniéndose ante la imposibilidad de reposición.

Esta actitud fue imitada por otros comerciantes de rubros diferentes, que prefieren evitar vender su mercadería en stock ya que no tienen seguridades sobre el valor de las mismas en fábrica. Vender, en tales casos, puede significar una pérdida difícil de digerir a la hora de reaprovisionarse.

Los supermercados merecen un análisis en especial. Según datos aportados por responsables de estas casas, las ventas se han reducido notablemente ya que los consumidores sólo adquieren los elementos indispensables para alimentación y aseo personal, recortando dramáticamente las compras de otros no imprescindibles.

Las góndolas muestran algunas faltantes de productos y un importante supermercado ubicado en la avenida San Martín, directamente cerró su atención al público aduciendo tareas de remodelación.

En añadidura y contradiciendo la opinión de algunos economistas enrolados en el oficialismo, que niegan la influencia de la devaluación sobre los índices inflacionarios, un relevamiento efectuado por este diario da cuenta de un crecimiento del orden del 16 por ciento en los precios de la canasta básica alimentaria desde la primera semana de diciembre del año pasado hasta ayer, casi final del primer mes del 2014. La comparación fue efectuada tomando como base un estudio hecho por este diario y publicado en su edición del 9 de diciembre pasado (ver cuadro) y, en este caso, ponderando 28 artículos de primera necesidad y marcas líderes.

Si la comparación se efectúa sobre artículos de segundas marcas, la remarcación se nota mucho más fuertemente, alcanzando guarismos del orden del 25,66 por ciento, lo que refuerza una tendencia ya marcada en diciembre pasado, demostrativa de un achicamiento dramático de la brecha existente entre elementos de primeras y segundas marcas.

Promediando ambos índices, se puede afirmar sin temor a equivocaciones que, en Bolívar, los alimentos subieron en promedio 20.83 por ciento en los 51 días que van desde el 9 de diciembre de 2013 al 30 de enero de 2014.

Ayer, el gobierno nacional autorizó incrementos de 7,5 % en electrodomésticos. Sin embargo, muchos de ellos ya habían sufrido remarcaciones antes de esta autorización, destacándose ente ellos el rubro computación, que elevó la totalidad de sus precios en porcentuales muy superiores al 35 por ciento.

El lunes vemidero, todas las empresas de transporte de larga distancia aumentarán el precio de los pasajes a diferentes destinos, un rubro de alto impacto en la economía local. A ello habrá que sumar los permanentes aumentos en el precio de los combustibles líquidos que, fuera de la Capital Federal, no reconocen subsidios de ninguna índole, razón por la cual llenar un tanque de nafta de un auto mediano cuesta entre 50 y 70 pesos más en Bolívar que en Buenos Aires. Sólo como ejemplo vale decir que, en el mismo período estudiado (diciembre 2013/enero 2014), las naftas Premium cuestan un 9.28 % más caras en los surtidores locales (de $ 9.69 el litro, subieron a $ 10.59).

Las medidas anunciadas desataron toda suerte de comentarios y análisis técnicos. Los más apegados al gobierno nacional discuten la incidencia sobre los índices de inflación y los más críticos presagian poco menos que un desastre económico. Sin caer en especulaciones de ese tipo, la realidad es una sola y perfectamente palpable.

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