La zona Oeste castigada otra vez por incendios de campos y basurales

Nuevamente, como en casi todos los veranos, los incendios de pastizales y basurales no dan tregua a la Región, obligando a las distintas dotaciones de Bomberos a una ímproba labor cotidiana, a la que muchas veces deben sumarse efectivos de defensa civil y también los vecinos temerosos de que las llamas se propaguen hacia sus viviendas.

Tal situación acaba de ser reflejada en una nota publicada en este diario, aludiéndose al estado de alerta existente en la zona Oeste. Por cierto que la situación se presenta con mayor frecuencia por la llegada de las altas temperaturas. El fenómeno se ha presentado en Olmos, Abasto y Melchor Romero en los últimos días.

Primero humaredas que inquietan, luego los distintos focos sobre potreros de dos o más hectáreas y por último la llegada de los Bomberos que muchas veces deben desplegar esforzados operativos hasta lograr dominar a las llamas.

Lo cierto es que los campos y terrenos de la Región son presa fácil para las llamas que, por lo general, son provocadas por acciones negligentes o, en algunos poco casos, por actos intencionales de personas carentes de comprensión acerca de lo que significa la vida social y el peligro que implican estos episodios.

En las últimas semanas, las inconfundibles humaredas de los pastizales, sumadas al olor que causa la basura quemada, llenaron de preocupación a muchos vecindarios. Y, como se ha dicho, sólo la acción infatigable de los Bomberos evitó que la seguidilla de siniestros tuviera consecuencias más graves para personas y bienes.

Los expertos en combatir las llamas atribuyen muchos de los episodios a quienes, en el actual contexto de tierra seca y brisas áridas buscan eliminar residuos, “limpiar” campos o renovar pasturas.

En muchas de las salidas, una vez extinguido el fuego, se encuentran en las inmediaciones los restos de un basural. Lamentablemente, no son pocos los vecinos platenses que deciden volcar parte de los residuos de sus casas en terrenos abandonados, originándose allí no sólo focos infecciosos sino, también, lugares que terminan convertidos en pequeñas y peligrosas “quemas”.

En diversas ocasiones se ha instado desde esta columna a que se provea a los distintos cuerpos de bomberos de todos los medios y recursos necesarios –entre ellos la disponibilidad suficiente de autobombas actualizadas- sin los cuales resulta extremadamente dificultoso que estos cuerpos puedan actuar con la eficacia y celeridad que hace falta. Las distintas jurisdicciones responsables deben adoptar decisiones políticas –básicamente, de carácter presupuestario- acordes a la magnitud del problema.

Los servicios de lucha contra el fuego no sólo preservan la vida y la riqueza material en caso de emergencias, sino que también constituyen trascendentes a la hora de educar a la sociedad sobre las acciones preventivas que deben adoptarse para evitar la propagación de incendios. En pocos casos, el concepto de servicio público alcanza una dimensión tan elocuente como en el de los cuerpos de bomberos. Por ello merecen la mayor de las atenciones.

Comentá la nota