El propietario del controvertido hotel presentó un recurso de reconsideración en el que asevera que la edificación observa el orden legal.
DAÑOS. Zermoglio dijo que el cierre de la edificación le acarrea pérdidas y desprestigia a su firma, una empresa con antigüedad comercial en Tucumán. LA GACETA / FOTO DE IRENE BENITO
El hotel está en orden. Estos cinco vocablos resumen la versión del dueño del polémico emprendimiento, Luis Jesús Zermoglio, que ayer interpuso un recurso de reconsideración en la Municipalidad de Tafí del Valle con el propósito de neutralizar la resolución del 7 de marzo que ordena la demolición de la obra en un plazo de 30 días.
Tal y como lo había anticipado LA GACETA en la edición de ayer, el empresario solicitó el urgente levantamiento de la clausura -dispuesta el 9 de enero- y la revocación de la orden de derribo. Esta última fue decidida por los funcionarios tafinistos Félix Martín Astorga, secretario de Obras y Servicios Públicos, y Jorge Fanjul, director de Catastro y Edificación Privada, tras comprobar la violación del cierre de la obra y la persistencia de infracciones al Plan de Ordenamiento Urbano y Ambiental, y al Código de Edificación.
"Nuestra parte ha decidido realizar una importante inversión, que sin duda alguna resultará sumamente beneficiosa tanto para los vecinos como para los veraneantes y turistas ocasionales. Y por qué no decirlo, también será muy positiva para el municipio y la provincia. Se trata pues, de un hotel de cuatro estrellas que actualmente no tiene Tafí del Valle", manifestó Zermoglio, que concurrió a la sede administrativa con el patrocinio de Javier E. Lobo Aragón, e hizo reserva del derecho de acudir a los Tribunales.
A continuación, adujo: "no pueden soslayar que el Valle necesita de infraestructura acorde con su potencial, so pena de estancarse para siempre". Y afirmó que buscó asesoramiento sobre los requerimientos legales antes de iniciar la inversión (no precisó el monto del desembolso, que oscila entre los $ 5 y los $ 6 millones, según los cálculos de Bernardo Racedo Aragón, presidente del Ente Tucumán Turismo).
Tras esa introducción, Zermoglio rechazó que haya omitido cumplir las imposiciones legales, como asevera el Departamento Ejecutivo encabezado por el intendente Jorge Yapura Astorga. Así, acreditó (con copia del boleto de compraventa) que el 12 de julio de 2007 adquirió el dominio del terreno emplazado en la avenida Miguel Critto s/n de su anterior propietaria, Leonor Graciela Torres. Y dijo que la falta de inscripción del título en el Registro Inmobiliario es común en Tafí del Valle. "(El requisito de la publicidad de la transferencia) llevaría años de engorrosos trámites", alegó. El empresario (que en esta capital explota el Hotel Embajador) recordó que, con el anteproyecto visado por el Colegio de Arquitectos de Tucumán, el municipio expidió un permiso de obra a su favor el 16 de enero de 2008. "Es decir, la Municipalidad consideró cumplidas todas las normas vigentes", concluyó en mayúsculas. Y agregó: "dando muestras de que todo estaba en orden, nos siguió cobrando el permiso (en cinco ocasiones; la última, el 6/3/2009)".
Después, indicó que del plano del anteproyecto surge que el hotel no abarcará más del 15% de la superficie del solar y que de ningún modo supera los 6,5 metros de altura máxima previstos en el Código de Edificación de 1991 (para cuidar las vistas): "huelga subrayar que no pueden ser contados como construcción los accesorios necesarios para la comodidad de los clientes, funcionalidad e higiene (por ejemplo, antenas satelitales, tanques, salidas de chimeneas, etcétera)".
Zermoglio, que acompañó su recurso con estudios de impacto arqueológico y ambiental (entre otros documentos), insistió en que la culminación de la obra es lo que más le conviene a Tafí del Valle. Y arremetió: "el acto administrativo impugnado, además de arbitrario e infundado, no hizo mérito del interés común y de todos los beneficios (que el hotel) traerá a la comunidad".
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