Volvieron los clubes del trueque a Gualeguaychú

Tras 15 años comienzan a proliferar los grupos de intercambio de bienes en los barrios de la ciudad. El primer encuentro se inició en Semana Santa en el barrio Suburbio Sur .H

 

En rigor, esta modalidad de intercambio de bienes y servicios sin dinero, comenzó a proliferar a partir de que comenzó a popularizarse el uso de las redes sociales. En distintas páginas de grupos locales se pueden intercambiar libros escolares, y todo tipo de bienes, pero desde Semana Santa, Silvia Castro, quien en 2001 integró la comisión directiva del nodo cuatro del trueque que se desarrollaba en Av. Irazusta frente a la Plaza Hadad, decidió abrir las puertas de su casa para intercambiar. 

Desde entonces todos los sábados a la tarde un grupo de treinta personas se reúne en alguna parte de la ciudad, para trocar, y semana a semana más gente se suma a esta modalidad. 

Durante la crisis del 2001, este tipo de intercambio de bienes, ayudó a pasar lo peor de la crisis económica a unos 12 mil gualeguaychuenses, que encontraban en los más de 12 nodos que estaban en distintos puntos de la ciudad, una forma de contención afectiva, además de resolver las cuestiones familiares de indumentaria, alimentos y hasta muchos lograron reparar las goteras del techo de su casa trocando bienes por mano de obra. 

Después de 2002, los nodos comenzaron a reducirse a un núcleo pequeño y estable de participantes que evitaron la masividad que envolvió al trueque durante la crisis. Pero en los últimos meses, de la mano de la aceleración de la inflación, el retorno a la pobreza de algunas franjas de la población, comenzó a renacer el interés popular por los centros de intercambio donde no hace falta billetes para adquirir desde una prepizza, bijouterie, ropa de todo tipo, artículos de limpieza hasta un corte de pelo o una película en CD.

La inflación y la  vuelta a la solidaridad

De acuerdo a los datos del banco estadístico de la Corporación del Desarrollo quien realizó un estudio anual de la variación de precios, determinó que productos básicos como la carne, el azúcar, los lácteos y las frutas tuvieron un incremento por encima de la inflación anual del 2014. 

De este estudio salió que en enero, una familia de cuatro integrantes en la ciudad necesitó de $ 6,591 para no ser pobre.

La inflación siempre impacta a las personas con menos recursos, porque cada año deben destinar un porcentaje creciente de sus ingresos a la compra de alimento y el pago de los servicios básicos para el funcionamiento del hogar, y queda poco dinero para ropa o esparcimiento, que es en estos clubes donde la gente puede suplir esa necesidad. 

“Si se ofrece algo y si lo que se quiere trocar no es equitativo a lo que ofrece la otra persona por fuera de la feria se puede llegar a un arreglo empleando dinero si se quiere, pero no se puede emplear mientras dure la feria, como tampoco en los puestos de venta debe haber carteles que diga compro o vendo”, explicó Silvia Castro una de las coordinadoras de la feria quien dio a llamar “De Corazón a Corazón”.

“Tuve problemas con algunas personas que se enojaron porque pusieron un cartel en su puesto que decía vendo. Le dije que tenía que cambiarlo por trueque, estas cuestiones se van a ir puliendo a medida que los grupos vayan madurando, porque aquí tenemos una nueva generación que se acerca a estas ferias, que hoy son jóvenes madres, pero cuando eran los clubes del trueque en 2001, eran niños”, sostuvo.

El sábado a la tarde Ester, abrió las puertas de su casa, en el barrio 42 viviendas de calle España e Izaurralde. Tablones improvisados y mesas que debieron sacarse a último momento de las casas de los vecinos, conformaron la feria que duró de 15 a 17 en un ambiente jovial y de mucha solidaridad. 

Ester dijo que conoció a Silvia a través de Facebook, pero como dice Silvia que no pertenece a la generación de los nativos digitales en la que las relaciones interpersonales tiene base tecnológica, ella prefiere el trata cara a cara y poder ver o tocar lo que se va a trocar.

La primer feria la hicimos para Semana Santa en mi casa de Irazusta y Calle de Las Tropas “fueron 30 personas, pero cuando hicimos la segunda convocatoria, fueron mucho más”, agregó. 

“Esto surge siempre en épocas de crisis, hoy se siente la falta de trabajo y la inflación golpea el bolsillo, yo sufro la falta de trabajo y además también es una manera de ser solidarios, porque de repente yo tengo algo que no lo uso pero hay otra persona que si puede encontrarle una utilidad y se puede poner de acuerdo con la otra parte. No me importa que el objeto a intercambiar valgan lo mismo, si es que puedo estar ayudando a otra persona”. 

Silvia participó en el nodo 4 en un salón de calle Irazusta frente a la Plaza Hadad durante el 2001. Ella integró la comisión de aquel club del trueque que llegó a juntar centenares de personas de Suburbio Sur, además de interactuar con otros nodos que proliferaban en distintos puntos de la ciudad. 

“Hasta hace dos meses atrás aún conservaba los bonitos de los distintos nodos, pero el problema de los bonos es que la gente comenzó a falsificarlos. Ahora los créditos serían inviables porque tenemos otros medios como las redes sociales en la cual se puede interactuar con mucha gente y cerrar el intercambio“, dijo.

En cuanto al futuro de este tipo de espacio de intercambios, Silvia dijo que: “No creo que esto prolifere al nivel que fueron los clubes del trueque en 2001, pero lo que si creo es que este año vamos a seguir creciendo en participantes. No vamos a llegar a los niveles de hace 15 años atrás, al menos pongo una cuota de confianza en los gobernantes”.

Por ahora los vecinos se juntan los sábados a la tarde en alguna casa de familia, pero para el invierno esperan buscar algún salón comunitario de un barrio o algún club social. “Esto es trueque y no circula dinero, pero no le prohibimos que vendan algo si tiene la oportunidad pero siempre por fuera del club”, concretó.

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