Villa María regresó al folklore

Villa María regresó al folklore
El Festival de Peñas comenzó su segunda noche con la presentación de Soledad Pastorutti.

Casi como pieza de museo, la segunda noche del 47° Festival de Peñas de Villa María se quedó con el único remanente del folklore que le dio origen, a finales de la década de 1960.

Nombres como los de Soledad y Chaqueño Palavecino quedan, por convocatoria, como los únicos números fuertes del género. Calor folklórico que se replicó en la sensación térmica bajo el techo del Anfiteatro.

En la previa de la televisación, estuvieron en esa senda los locales de Las Voces del Río y Nuevos Rumbos, de La Palestina. El ballet de la Agrupación Folklórica Villa María, fundador del festival, sumó un cuadro bien tradicional y apegado a su historia.

Pasadas las 21, con el inicio de la transmisión, el aire de internacional que se da el festival animó a Miguel Borsatto a no conformarse con ser "la segunda Viña del Mar" y, haciendo pata ancha, el maestro de ceremonias aclaró que Villa María va por la suya con el Festival de Festivales.

Pastorutti, que desde los 15 años visita el estadio, abrió la segunda noche. La artista madura se para con igual firmeza, pero más reflexiva. La apertura fue con El tiempo, una mirada de vida que pregona el contagio de la alegría en lo cotidiano y dejar el juzgamiento de las acciones, justamente, en manos del tiempo.

Para mi vuelta y Trasnochados espineles la regresaron a su camino entre el norte y el Litoral. "Grito por la emoción de estar de nuevo acá", explicó la Sole, antes de embalar con más chacareras y chamamés.

Como dato local, la cantante de Arequito sumó en dirección de coros a Pablo Cordero, vocal coach del reality televisivo La Voz Argentina. Estrenó Dime y Eres, que dedicó a sus hijas, redondeando una presentación rica en matices, que no dejaron afuera a Entre a mi pago sin golpear y A don Ata.

Tras la presentación de La Sole volverían los anfitriones, Cacho Buenaventura y sus efectivas improvisaciones, y una Catherine Fulop en busca de un rol que la ubique más allá de la mera presencia frente a la gente.

Para el resto de la noche quedaba el espectáculos del Chaqueño Palavecino, que venía de amanecerse cantando en el Festival de Cosquín, y, luego, el más esperado de la noche, Marco Antonio Solís. Para afirmar esto último, vale un dato: el 70 por ciento de las banderitas que se vendían en las afueras del Anfiteatro eran del mejicano. Lo internacional sigue sumando.

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