Independiente Villa Obrera frenó al puntero Gimnasia, de Mendoza, (2-1 le ganó) y se recuperó del tremendo golpe sufrido en San Rafael.
En el comienzo, la sorpresa fue de Gimnasia que lejos de entrar a esperar lo que hiciera la Villa, decidió salir a apretar y en los primeros 10’ manejó mejor la pelota e incluso obligó al arquero Moncayar a dos tapadas tremendas. Le costó acomodarse al equipo sanjuanino pero luego fue equilibrando la lucha en el medio y después pasó a controlar la iniciativa, aunque sin tener demasiado peso ofensivo. Lo mejor en ataque de la Villa se vio en pelota detenida cuando Darío Aballay apareció solo para cabecear un córner desde la izquierda, obligando a la sensacional tapada de Alasia. En ese trámite intenso pero poco profundo se diluyó la primera parte para la Villa que no pudo terminar de sacarle provecho a la expulsión del Corvalán cuando iban 32’ de esta primera parte.
En el complemento, la Villa fue decididamente a buscar su destino. Cambió de conductor, ingresando a Renzo Ahumada y con eso encontró más profundidad. Atacó y atacó, pero sin lastimar del todo. Iban 19’ y de un córner a favor, la Villa pasó a perder. Sacó rápido Alasia, habilito a Oga y llegó la asistencia para Taborda que no dudó ante Moncayar para abrir el marcador. Ya era pelear de abajo y la Villa aceptó el convite. Con su coraje, con esa mística que contagia, fue al frente. A los 25’ armaron todo por la derecha, Astudillo metió el centro al corazón del área y Martín Alaniz le cambió el palo al arquero del Lobo para poner el 1-1. Y ahí si, era el momento. En esos 20’ que quedaba, la Villa se jugaba el año. Fue y fue y a los 28’ encontró la gloria. La tiraron larga, aguantó Alaniz, le quedó a Gaetán y el Chacha, vivísimo, lo habilitó a Astudillo para que el ex Desamparados la tomara de aire y clavara un golazo. Era el 2-1, el premio para un equipo que dio señales de vida.
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