"Los verdaderos héroes, para mí, se quedaron en las islas

El ex suboficial principal de la Armada, Alfredo Moreno, viajará con el nuevo contingente a Puerto Argentino.

Hace cuatros años que Alfredo Moreno vive en Quines, donde nacieron sus padres: Rogelio Moreno y Elba María Contreras. Es uno de los 30 veteranos de Malvinas que volverán a las Islas dentro de dos semanas en el segundo contingente que enviará el Gobierno de la Provincia. Tiene 55 años y durante 35 estuvo en la Armada Argentina donde se retiró como suboficial principal. Ingresó en la Escuela de Mecánica de la Armada en febrero de 1976 con 17 años recién cumplidos. Allí estudió durante 1 año y  en 1977 estuvo embarcado en el Crucero ARA General Belgrano. Entre 1978 y 1979 cursó dos años en la ex ESMA y para 1982 ya había egresado con la especialidad de mecánico arma-munición. 

 

La posibilidad de volver a Malvinas era una cuenta pendiente para Moreno, “pero la verdad es que no lo podía hacer por mi cuenta. Uno vive con sus necesidades y no podía costearlo, por eso esta oportunidad que nos da el Gobierno es única. Claro que es un merecimiento, aunque siempre pienso en la gente que ya no está. Porque los verdaderos héroes, para mí, se quedaron en esas islas".  

 

Entre 1980 y 1981 fue destinado en el Arsenal Naval Azopardo en Azul (provincia de Buenos Aires) un lugar estratégico porque en ese polvorín se juntaba toda la munición que venía de Mar del Plata, Zárate y la zona de los puertos. “Cuando empezó 1982 fui destinado otra vez al General Belgrano que para mí fue una alegría porque volvía a donde empecé mi carrera. Era un buque muy especial para la Armada  por la camaradería que habíamos logrado”. 

 

Como había realizado un curso especial de tres meses para manipular y armar unas bombas francesas de 250 y 500 libras denominada “matra”, a último momento le cambiaron el destino y le ordenaron presentarse en el portaaviones ARA Veinticinco de Mayo. “Parece que estaba escrito que tenía que ir a Malvinas porque no es habitual que una vez que te designan un lugar, a pocos días te lo cambien”, rememoró.

 

Moreno contó que del viaje a Malvinas se enteró mientras navegaban hacia las Islas. “El 29 de marzo a la madrugada zarpamos de Puerto Belgrano y no sospechábamos nada. Sí recuerdo que había mucho movimiento porque veníamos haciendo navegaciones periódicas con aviones embarcados y previamente realizamos varios ejercicios. En ese viaje también embarcamos víveres, todas las municiones y las escuadrillas que iban a operar desde la embarcación como helicópteros, aviones de combate y los de rastreo”.

 

Hasta que en un momento el capitán de Navío Guillermo Jorge Duhalde, que después llegó a ser almirante, formó a los 300 tripulantes y les dio la noticia: “Sus palabras fueron que íbamos a formar parte del Operativo Rosario que recuperaría las Islas Malvinas. Que se trataría de hacerlo de una manera incruenta, es decir sin producir ningún tipo de bajas, que nosotros íbamos a darles apoyo con nuestros aviones a los buzos tácticos y que en la madrugada del 2 de abril estaríamos a 20 millas náuticas de Puerto Argentino. También dijo que en caso de que hiciera falta entraríamos en acción y que era muy posible que tuviéramos contacto con el enemigo porque para eso nos preparamos toda la vida”.

 

El suboficial retirado admitió que en ese momento miró para atrás y sólo vio agua: “Me di cuenta de que estaba solo con 22 años en el medio del mar y se me vinieron miles de cosas a la cabeza como mi madre y la familia. Pero lo que más me impresionó fue cuando dijo contacto con el enemigo”. Ese 2 de abril a Moreno le tocó hacer guardia a un crucero de guerra de 4 de la tarde a 8 de la noche y después desde las 4 de la mañana hasta las 8 del día siguiente. “Teníamos preparados unos aviones americanos muy buenos, los Douglas A4Q, y la noche anterior trabajamos para dotarlo de municiones y los pilotos durmieron adentro de la nave. Pero cuando nos llegaron las noticias de que tomaron posesión de Malvinas, no hizo falta que despegaran”.

 

Desde que se desató el conflicto el portaaviones navegó durante 20 días sin tocar tierra formados en línea con el aeropuerto de Río Grande porque desde allí despegaban los aviones que entraron en combate. Después volvieron a Puerto Belgrano a reabastecerse y continuaron en el teatro de operaciones: “Para seguir en ese gran juego que fue la Guerra de Malvinas. Incluso varias veces bajaron los caza bombarderos al portaaviones para hacer reabastecimiento de combustible y de bombas”.

 

Admitió que el día que les avisaron que debían regresar al continente sintió “un vacío impresionante. Por las pérdidas de vidas humanas y por volver con una derrota. La tristeza arranca por el sentimiento de pérdida de tus amigos y compañeros. Después, a medida que pasó el tiempo, vimos cómo otros no pudieron soportarlo y se suicidaron o tuvieron problemas de adicciones”.

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