Las ventas de la Placita, amenazadas por La Salada

Las ventas de la Placita, amenazadas por La Salada
En Posadas y Encarnación se abastecen en Buenos Aires, pero los paraguayos logran mejores precios y bajan las ventas en esta orilla. Puesteros piden declarar la emergencia comercial
En otros tiempos, los inquilinos de los locales supieron cruzar frecuentemente el puente internacional para abastecerse de mercadería, pero la expansión de la feria de La Salada de Buenos Aires, cambió los hábitos. La Salada, donde se calcula que se evaden cuatro mil millones de pesos al año, se convirtió en un aliado que puede devorarse al histórico Mercado La Placita, cuyos vendedores piden declarar la emergencia comercial por la caída de las ventas. Ocurre que muchos compran en el gran mercado de Buenos Aires, pero sus pares encarnacenos lo hacen en mayor cantidad y consiguen mejores precios, lo que a la hora del balance, beneficia a los de la orilla paraguaya.

La vestimenta que se ofrece en los puestos de la Placita, es traída de La Salada, por lo que los comerciantes de Encarnación, que la compran por grandes cantidades, suelen obtener un mejor precio que los puesteros locales, que las traen por valor de no más de dos o tres mil pesos. A Encarnación, la mercadería suele ser llevada por una sola persona que luego la reparte entre varios comercios, mientras que para los puesteros de Posadas esto es impracticable, no solo por que trabajan de forma individual, sino por que compiten por diferenciarse en la variedad de productos que ofrecen. Muchos trabajan en consignación, por lo que el margen de ganancia es todavía menor.

El secretario general del sindicato de Vendedores Ambulantes, Alberto Fusté Padrós aseguró que las ventas “cayeron estrepitosamente” como consecuencia de la fuerte competencia de Encarnación. “Hay quienes no les alcanza para pagar su monotributo”, afirmó.

Advirtió que “la situación esta muy fea y analizamos declarar la emergencia económica o comercial en La Placita del Puente”.

Muchos puesteros dejaron de pagar el monotributo. El delegado del Sindicato de Vendedores Ambulantes de la República Argentina, Alberto Fusté Padrós reconoce que hay una política inclusiva, que ofrece una jubilación a personas que antes no podían obtenerla "pero las leyes se hacen desde Buenos Aires y pagar $219 para cualquier pequeño puesto de Buenos Aires, es nada, mientras que para un puesto de Posadas, es mucho". El delegado gestiona con el gobierno nacional un monotributo social para locales más pequeños, de 1x2 metros, a solo 35 pesos.

260 puestos

Actualmente, la “Placita” de la ciudad de Posadas alberga unos 260 puestos en los que prácticamente se puede comprar de todo, desde un mazo de lechuga por dos pesos, hasta un GPS, constituyendo el sostén de cerca de mil familias, que a lo largo de más de cincuenta años de historia, han permanecido en muchos casos por más de tres o cuatro generaciones. Lencerías, ferreterías, pescaderías, tiendas de juguetes, electrónica, zapatos y demás, se entremezclan todas en el paisaje inconfundible del interior de esta postal posadeña, requerida y conservada con discreción, toda vez que es visitada por turistas, reanimando su baile de curiosos que vienen y van, que bulle con cada feriado o día festivo, y donde la más ventajosa de las gangas no ha podido superar aún a lo mejor de todo cuanto ofrece: la calidez humana.

Dentro, toda la dinámica se rige por un orden precario, en transgresión constante, mutable según se convenga y aún así determinante, pues si bien los límites son invisibles se sabe que allí están, como la imaginaria separación entre un puesto y el otro; y aunque lo que ofrezca cada quien corre por cuenta del locatario, la oferta de las mercaderías tiende a concentrarse por rubro, conformando “zonas” a medio camino entre unos productos y otros. El nivel superior, mayoritariamente es de vestimentas, mientras que abajo, el espacio se distribuye entre puestos de electrónica, y más allá, de juguetes, ferretería, artículos de pesca y productos típicos, entre los que se hallan recuerdos manufacturados con materiales de la región, pero también mates, zapatos, bombones y licores. El subsuelo, históricamente ha sido lugar de las verduras y las hortalizas, así como de un sinfín de hierbas, yuyos y medicinas, codiciadas por naturistas, nativos y payeseros.

Fuera, la Placita ha originado un hervidero de puestos autónomos, de locales comerciales y vendedores de todo tipo que dependen casi de forma exclusiva del comercio que promueve, y que es comparable a su vez, en tamaño y volumen. Sin paredes que la contengan, la actividad del mercado no se reduce así a una simple transacción y trasciende por mucho los límites de lo económico o del mero atractivo turístico, constituyendo en el transcurso de más de medio siglo de historia, y hoy más que nunca, más que un “modelo de mercado”, un auténtico modelo de vida.

Luego del frío…

Las camperas, colchas y calefactores tuvieron gran salida durante el frío de los días pasados. Hoy, el nivel superior de La Placita se ve atestado de ropa de invierno, que a juzgar por el tiempo caluroso que ha tocado últimamente, se irá acumulando hasta el cambio de temporada. La mayor desventaja para los que venden ropa, es su dependencia estacionaria, que últimamente se ve interrumpida de improviso, alternándose semanas de frío y de calor, que hace que mucha de la mercadería fuera de temporada vaya a parar al “stock”, para ser repuesta más adelante, pero con el riesgo de que la gente no la lleve, sobre todo los jóvenes, por encontrarlas pasadas de moda. Rondando los 85 y los 120 pesos, las camperas de invierno cuelgan aún de los percheros, al igual que los jeans, de venta más regular, que oscilan entre los 60 a los 100 pesos. Algunos, ante el veranillo experimentado recientemente, deciden renovar su vestuario con remeras manga corta que van de los 15 a los 35 pesos, y la vuelta a clase de los chicos ha provocado un leve repunte en la venta de conjuntos de gimnasia también, disponibles a partir de 30 pesos.

Los juguetes, por su parte, gozan de un falso prestigio, pues muchos creen que es la mercadería que se vende con mayor regularidad durante todo el año, con el incentivo que representan el día del niño, la navidad y otras fechas por el estilo, sin embargo, lo que ocurre es que su venta depende de otros factores y cuando decae, es reemplazada por lo general por artículos escolares y de librería. En primer lugar, la diferencia de precio entre un juguete de la placita y uno del centro, es poca o ninguna, debido a que, si bien se puede tratar del mismo chiche, por lo general de origen chino, en el caso de la placita, su precio se ve encarecido por su bajo volumen de compra, es decir, por la cantidad modesta de unidades traídas en ocasiones de Buenos Aires y otras veces de Asunción, mientras que en los negocios del centro, lo que sube los precios son los costos de logística y distribución. Las figuras de “Ben 10” y “Backgardigan” lideran desde hace un tiempo la venta de juguetes, a lo que se suma ahora la fiebre por “Toy Story”, tras el estreno de su tercera película.

Los puestos de lencería presentan una mayor variedad, a su vez, que las tiendas del centro, y un mejor precio también, aunque carecen casi de prendas de marca, siendo el detalle que suele hacer la diferencia, y siendo esta diferencia a veces de hasta 50 pesos en relación con un negocio del microcentro. Lo mismo ocurre con el rubro zapatillería, en donde pululan las imitaciones, casi 100 pesos más baratas que las originales, y predilección en su momento de muchas familias beneficiarias de planes sociales que llegado el fin de mes se acercan para surtirse de calzado. Los celulares, las herramientas y electrodomésticos, finalmente, están a igual precio que en otros lados.

“Acá se quieren inventar 900 locales”

La propuesta por parte de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), de reubicar las dos placitas en un único mercado, provoca el rechazo de los vendedores a propósito de cuestiones fundamentales, el traslado innecesario y desventajoso que representaría para los puesteros del Mercado Modelo, por un lado, y por el otro, la suspicacia que despierta la reubicación de los 97 puestos del puente, actualmente bajo cota, en una nueva placita que contaría en cambio con 900 locales.

Alberto Fusté Padrós, delegado regional del Sindicato de Vendedores Ambulantes de la República Argentina, delegación Misiones, ente que agrupa las dos Placitas, las mesas del centro posadeño, los puestos de la 32-33 y de la CH 149, manifiesta que “la intención de la EBY es hacer un mercado de mil, cuando solamente hay 97” y que “no se pueden inventar afectados”, señalando a su vez, que hay acuerdos efectuados entre los puesteros a través del sindicato, con la EBY y con el municipio para que esta relocalización sea con los que ya ocupan la cabecera del puente internacional: “No se pueden inventar relocalizados dice- por que es generar conflicto. La EBY quiere juntar las dos placitas en contra de la mayoría de sus trabajadores, en contra de las ordenanzas, de los decretos y de las leyes”. Actualmente, Posadas representa una plaza pobre, comercialmente hablando; según informes de la Cámara de Comercio el índice de cierre de locales este año ha sido alto, debido en gran parte a que la mayoría de la gente prefiere comprar en Encarnación. Se debe tener en cuenta –señala Padrós- que en Encarnación se pagan muy pocos impuestos, a diferencia de lo que paga un puesto de la Placita. A todo lo cual se suma la drástica merma en las ventas en la zona del puente luego de la clausura de la av. Marconi, por lo que muchos de los puesteros han tenido que dejar de pagar el monotributo, que asciende a más de $200. En Encarnación, además, el impuesto en general es bajo, en comparación con Posadas, donde un puestero de la placita debe pagar un mínimo de $400. Ante esto, muchos optan por pedir préstamos a los llamados “banquitos” y a otras entidades similares a la espera de que el frío o el día del niño levanten las ventas, espera esta que se ve frustrada cuando ven a la gente –dice- cruzar el puente.

“Darle al trabajador de la Placita lo que se merece es hacer justicia”

Por otro lado, en relación a los problemas que actualmente atraviesa el Mercado Modelo, la postura del titular del Sindicato de Vendedores Ambulantes en Misiones, es de escepticismo, “no creo que esto vaya a cambiar –afirma-, por que las cuestiones se manejan desde Buenos Aires y la situación de una población pequeña como la de Posadas no gravita a nivel nacional”. La Placita del parque es patrimonio cultural provincial desde el año 2005 por ley 4226, y sus puesteros piden por la refacción del lugar en vez de ser trasladados. Tras una serie de reuniones en el Concejo Deliberante, los mismos propusieron la creación de una comisión que se encargue de arreglar el lugar, integrada por la Municipalidad, el Sindicato de Vendedores Ambulantes de la República Argentina, la Defensoría del Pueblo, y el Concejo Deliberante y que lleve adelante el debate acerca de “darle al trabajador de la placita lo que se merece y lo que se le prometió. Dice Padrós: “Aquí no se puede imponer nada, la cuestión tiene que ser participativa. La propuesta de la EBY se basa en conceptos de Buenos Aires, que tiene La Salada, pero Buenos Aires es un gran centro comercial al que concurre gente de otros países. Aquí, somos nosotros los que compramos en otro país; una placita de mil, mataría al comercio en sí, por eso decimos que la placita del puente tiene que construirse con 97 locales y el Mercado Modelo se tiene que quedar ahí”.

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