Tras la tragedia, vecinos de Acaragua cruzan el arroyo en canoa

Tras la tragedia, vecinos de Acaragua cruzan el arroyo en canoa
“Cruzo el arroyo en caico porque sino tengo que dar una vuelta de casi 200 kilómetros, por Aristóbulo, y por acá son 50 metros nomás. Temprano le mandé un WhatsApp a mi vieja para que me esperen en la ruta”, contó Carolina Márquez (21), mientras esperaba la canoa para cruzar el arroyo Acaraguá.
Así, en plena era de internet, redes sociales y constantes avances tecnológicos, los habitantes de la colonia volvieron a desempolvar los remos para surcar el cauce que divide los municipios de Campo Ramón y Alba Posse.

Es que sigue la vida después del puente que colapsó el 13 de abril pasado y se cobró la vida de tres personas. Ahora no queda otra que subirse al caico, como dicen los vecinos, para ir a la escuela, a trabajar, al mercado y hasta para consultar un médico.

Del lado de Campo Ramón, el único colectivo que lleva hasta las inmediaciones del exviaducto se detiene a unos 500 metros, sobre la ruta provincial 105. Desde ahí las personas deben caminar otros 1.000 metros hasta el lugar donde amarran las canoas.

Para quienes residen del otro lado, en Colonia Acaraguá, la cuestión es todavía más complicada porque desde el derrumbe del puente no cuentan con transporte de pasajeros.

“Este caico lo trajeron del río Uruguay para cruzar gente porque no queda otra. Yo me crié en Alba Posse, cerca del río, y entiendo los remos. Es corto trecho, pero hay que conocer porque es hondo y no conviene confiarse”, comentó Javier Kaefer, uno de los baqueanos que realiza la tarea.

A los chicos de la escuela no se les cobra el traslado, pero los adultos pagan 20 ó 30 pesos, depende si llevan muchos bolsos. “Es un precio justo, porque si damos toda la vuelta en colectivo nos sale mucho más”, opinó Carolina.

En diálogo con El Territorio, Kaefer indicó que debieron acondicionar las barrancas para poder subir y bajar de las canoas.

“Temprano hay rocío y la gente se moja con los pastos, por eso queremos arreglar mejor, pero no hay muchos recursos. Después va a empezar el frío y la lluvia, pero mientras no crezca mucho no hay drama”, remarcó.

Su hija asiste a la Escuela 358, del lado de Campo Ramón, institución que cuenta con nivel inicial, primaria y secundaria hasta cuarto año.

“Tenemos unos cien alumnos y los primeros días después de que cayó el puente, alrededor de 40 chicos no venían, pero ahora con la canoa están viniendo más. Si los padres consideran que es seguro, no se les puede decir que no vengan”, señaló el director Lisandro Plank.

Ayer, en tanto, docentes y profesores obereños que se desempeñan en escuelas y colegios de Colonia Acaraguá, Alba Posse, Santa Rita y 25 de Mayo volvieron a manifestarse en reclamo de una vía para poder llegar a sus lugares de trabajo.

Tras la caída del puente muchos deben movilizarse hasta 400 kilómetros, entre ida y vuelta, para llegar a las escuelas.

Días atrás, la intendenta de Campo Ramón, Ana Aguirre, indicó que inició gestiones para el arreglo del camino de Colonia Paraíso, que podría servir de nexo con Acaraguá, pero según los educadores todo quedó en promesas.

Al igual que los vecinos de la zona, lamentaron que las autoridades no escucharon el alerta por el inminente colapso del puente, que presentaba rajaduras y a simple vista daba miedo.

“El miércoles anterior les dije a mis compañeros que el puente se iba a caer en pocos días. Nunca lo arreglaron, es mentira que hicieron algo. La Policía siempre dejó pasar a cualquiera, pero qno es culpa sólo de ello, sino de quienes no gestionaron y de Vialidad”, opinó la docente María del Carmen Bautista.

Por su parte, la directora de la Escuela 442, Liliana Martinsevich, se emocionó al recordara a las víctimas fatales del accidente del puente. “Nos golpeó mucho porque la mamá de la beba (Antonella Da Lisboa, de cinco meses) fue mi alumna”, dijo dolida.

Mientras tanto, en el exviaducto las obras marchan lentas y, según estimaciones, recién en tres meses había un puente provisorio. “Por lo menos que nos pongan un gomón para cruzar”, señalaron.

Son alrededor de 50 los educadores afectados por la situación actual, de los cuales la gran mayoría no está asistiendo a clases.

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