La trama secreta de una banda que traficó 10 mil kilos de cocaína

La trama secreta de una banda que traficó 10 mil kilos de cocaína

La enviaban hacia Europa, en una operación de 450 millones de euros. Ahora los juzgan en Chaco por uno de los cargamentos, de una tonelada.

Durante al menos siete años, la banda del caso “Carbón Blanco” consiguió el objetivo con éxito y perfil bajo. Entre 2005 y 2012, se cree que logró pasar camuflados en distintos envíos marítimos nada menos que 10 toneladas de cocaína a España. El negocio fue redondo: cada kilo puesto en el mercado europeo está valuado en 45 mil euros. Sin embargo, todo se desmoronó después de una aparente distracción: en un galpón de Portugal donde escondían la droga antes de cruzarla en auto a territorio español, alguien olvidó 12 kilos de cocaína que luego encontró la Policía de aquel país. Ese fue el rastro que condujo a los investigadores al descubrimiento de lo que hasta ahora es la operación de narcotráfico más grande que se conozca en la historia argentina: 1057,65 kilos incautados en tres contenedores, en Lisboa y en Buenos Aires.

La droga había salido del país escondida en bolsas de carbón desde la planta de la empresa Carbón Vegetal del Litoral, en Quitilipi, Chaco, y tenía como destino final las narices de los consumidores en zonas costeras de España. Dos contenedores fueron hallados en Lisboa el 8 y 13 de marzo de 2012 (380 y 520 kilos) y el último (158 kilos), en el puerto de Buenos Aires. Y el plan se vino abajo.

Los principales acusados en Argentina por este caso son cinco, los cabecillas, pero el entramado incluye a decenas de personas. Según los investigadores del caso –tanto de Argentina como de Portugal–, el abogado y empresario Carlos Salvatore (actualmente preso en Ezeiza) y el empresario Patricio Gorosito ocuparían la cúpula de esta organización criminal, que tras facturar cerca de 450 millones de euros en siete años habría contado con recursos para crear empresas fantasma, corromper funcionarios, comprar galpones y autos y contratar personal que se ensuciara por ellos las manos de carbón y de cocaína. Los otros acusados son Juan Carlos Pérez Parga, Héctor Roberto y Rubén Félix Esquivel. Cada uno tenía un rol fundamental, según la acusación de los fiscales Federico Carniel y Carlos Amad en el juicio que se está haciendo en Resistencia.

Se cree que Salvatore y Gorosito eligieron Portugal como puerta de entrada porque en 2010 la Policía española había descubierto un cargamento de 762 kilos en el puerto de Bilbao, España, enviado por otra empresa de carbón, radicada en Rosario (por esto los fiscales argentinos planean abrir otra causa).

La sospecha es que a fines de ese mismo año encontraron en Carbón Vegetal del Litoral, propiedad de Jorge Carlos Rodríguez (ya fallecido), una compañía “limpia” ante la AFIP para continuar el trabajo. Convencieron al dueño de que era un gran negocio y formaron un equipo cuyas funciones se complementaban, según los investigadores. Pérez Parga era amigo de Rodríguez y había sido despachante de aduana. Es decir, que era el “burócrata” y se encargaba del trato con los agentes aduaneros en Quitilipi (sobre los que pesa la sospecha de connivencia). Esquivel era el capataz, “la conexión local”: conseguía el carbón de los productores del interior chaqueño y coordinaba la infiltración de cocaína en bolsas de doble costura en los contenedores.

Siempre según la investigación, Héctor Lorenzo era la mano derecha de Gorosito, el que llevaba y traía el dinero sucio que inyectaba Salvatore y quien retiraba los pasaportes falsos en Argentina y en Uruguay para la pata europea de la banda. Gorosito habría coordinado los movimientos en ambos continentes y a la vez respondía las directivas de Salvatore, que se hacía llamar “Manuel Carrascosa”.

Salvatore tenía en Gorosito el socio ideal. Ex dueño del club de fútbol Real Arroyo Seco –que luego vendió a Rosario Central en una millonada–, este hombre “usó el mundo del fútbol como una pantalla” para moverse libremente por Europa, según el alegato del fiscal Carniel. De hecho, ante la prensa dijo ser testaferro de Julio Humberto Grondona, aunque luego frente a los jueces lo desmintió.

En reuniones en hoteles de Buenos Aires y Sáenz Peña (Chaco), Salvatore y Gorosito les habrían encargado a dos cómplices santafesinos, Leonardo Prodan y Rolando Di Renzo, reinstalar la operación en Lisboa. Como ambos estaban “infectados” por el caso de Bilbao, les dieron pasaportes falsos.

Bajo las órdenes de Gorosito, alojado en Barcelona, Prodan y Di Renzo (hoy condenados en Portugal) se dedicaron al armado de la etapa final del tráfico. En junio de 2011 enviaron cargamentos “limpios” y contactaron a la firma portuguesa Cabrica, encargada de recibir legalmente los contenedores; luego compraron galpones para mandar el carbón por un lado y la cocaína por el otro y, a través de testaferros, crearon empresas fantasma. También habrían sido los que le llevaban la droga al argentino Alan Digby Foster (hoy también preso en Portugal), que operaba con identidad falsa y era quien colocaba la cocaína en España.

A través de testaferros, Di Renzo y Prodan crearon la firma “Relaxconcept” y la pusieron a cargo de Adrien Vasile Dragos, un rumano que habría cobrado 50 mil euros para figurar como titular y como locatario del galpón donde se guardaba la cocaína. Allí fue donde misteriosamente se olvidaron los 12 kilos de una entrega de 500 que hicieron con Digby Foster en febrero. Preocupado por esto, según contó a la Justicia portuguesa, Prodan se juntó en España con Gorosito, pero éste le dijo que se tranquilizara: “Seguro se los quedó el rumano”, le habría dicho antes de darle plata para pagarles a Cabrica, a una persona en Portugal y a Dragos, pero solo el 50% de lo prometido.

Prodan declaró en Portugal que se encontró con el rumano para darle su dinero. Pero que este sacó un papel que decía “La Policía sabía todo, Papá Noel no cumplió” y que enseguida se lo tragó. Unos días después, la Policía encontró los 12 kilos olvidados, Vasile Dragos desapareció y todo empezó a desmoronarse.

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