Se incrementó la oferta y la demanda en los últimos años. Los nuevos servicios, los horarios preferidos y las historias “puertas adentro”.
“Trabajamos siempre, no digo que siempre esté lleno, pero sí a cada rato hay parejas que vienen y se quedan aunque sea unos 40 minutos”, confiesa una voz femenina al teléfono, dependiente de un motel de La Banda.
A diferencia de otras provincias, como Tucumán, donde los “telos” apuntan a las parejas estables
y ofrecen servicios de alto confort, con spa, gastronomía de autor, mini pistas de boliche y habitaciones para cuatro, en nuestra provincia, ha crecido la existencia de estos establecimientos,
pero mantienen un nivel “estándar” de oferta con habitaciones con cochera, TV con canal XXX,
aire acondicionado y baño privado.
La gran mayoría no incluye consumición de bebidas en el costo del turno de dos horas, salvo los tres
más importantes, los que además también entregan en forma gratuita un par de preservativos y alguna golosina.
Los demás establecimientos cobran aparte por una gaseosa, una cerveza, algún sandwich o cigarrillos.
A pesar de ello, los “telos” santiagueños son muy populares en la ciudad. Las parejas llegan en auto o en moto y no hay un momento del día preferido, sólo hay momentos del día oportunos,
según cuentan sus dependientes.
“Se puede decir que muchos de los que vienen por las mañanas son empleados que hacen un alto en
sus tareas –revelan-, por la siesta también se ve muchos jóvenes y por las noches es de público diverso”.
Los empleados de los moteles son discretos y guardan al máximo posible los pequeños detalles
de confidencialidad ante los clientes. “La mejor de las propagandas es que se sientan tranquilos mientras estén aquí, no importa si son parejas estables o de las otras, lo que cuidamos es que se sientan a gusto con nuestro servicios”, señala.
Se puede decir que a pesar de que en los últimos años uno que otro ha debido cerrar, lo cierto es que se trata de un negocio vigente y prueba de ello es que durante 2012 se abrieron cuatro nuevos moteles. Ubicados en la ruta 1, en la zona de Maco, en la Boca del Tigre, en la ruta 51, en el Borges
o en la ruta 9, los albergues transitorios subsisten a pesar de todas las crisis.
“No sé si alguien se hará rico con este negocio, pero siempre se podrá trabajar”, dice un empleado.
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