Según datos del Censo realizado en 2010, la provincia de San Juan cuenta con 12.294 viviendas rancho, y se contabiliza un total de 57.194 sanjuaninos que habitan este tipo de viviendas, que por su precariedad y materiales de construcción no reúnen condiciones dignas de habitabilidad.

En relación a estos datos la provincia se ubica en el quinto lugar a nivel nacional después de Santiago del Estero, Salta, Corrientes y Chaco, aunque con el agravante, que San Juan se encuentra en la zona de más alto riesgo sísmico de Argentina.

“A diferencia de las otras provincias”, explicó a DIARIO HUARPE el ingeniero Rodolfo García del Instituto Nacional de Prevención Sísmica (INPRES) “San Juan es la más vulnerables de todas por encontrarse en la zona en la que se encuentra” y luego añadió “ y es por esto que desde el año 1991 se comenzó a desarrollar el Reglamento Argentino para Construcciones Sismorresistentes, con el fin de evitar pérdidas humanas ante una catástrofe sísmica”.

El profesional explico que en esta reglamentación Nacional se indica el tipo de construcciones que se consideran seguras para estas zonas y que las casas de tipo rancho, que generalmente utilizan adobe como material de construcción, no están incluidas ya que son altamente vulnerables y no garantizan la seguridad de las personas ante un sismo.

Además el ingeniero del INPRES explicó que si bien no se puede determinar con exactitud cuál es la magnitud de excitación del suelo que pueda derribar este tipo de viviendas, con un movimiento de magnitud V se cree que ya podría causar daños severos en estas construcciones.

En este sentido, el titular de Defensa Civil de la provincia, Luis Morales, contó que en San Juan, además de registrar una gran cantidad de viviendas de adobe, muchas personas, construyen sus techos con caña, nylon y tierra y que cada vez que tienen alguna filtración por las lluvias, vuelven a repetir este procedimiento.

“Hemos visto techos de más de 30 cm de espesor con estos materiales. Lo que es un riesgo enorme porque ante una fuerte lluvia o un sismo, el techo colapsa”, aseguró Morales, “Si bien consideramos que ante una catástrofe todas las construcciones corren peligro, este tipo de casas constituyen un riego latente en San Juan”, aseguró el funcionario.

La lluvia que descubre

Fue en el mes de febrero cuando los sanjuaninos se enfrentaron con la triste realidad.

Una persistente lluvia durante tres días (cayeron 70 mm de agua), dejaron un saldo (según los datos oficiales) superior a los 3000 evacuados en escuelas y un número similar de personas autoevacuadas en casas de familiares.

Ante semejante marco, Cáritas San Juan, montó un operativo de ayuda solidaria, coordinado por el párroco de la Catedral Rómulo Cámpora, quien manifestó después de lo acontecido: “Esta situación puso ante nuestros ojos la gran precariedad habitacional que hay en la provincia y la falta de previsión en todos los niveles”.

La realidad que descubrió la persistente lluvia en esos tres días también catapultó la presentación de un proyecto en el Congreso Nacional, por parte de Eduardo Cáceres, diputado nacional por el frente grande y representante del Pro en la provincia, para que se declare la emergencia habitacional en la provincia.

“Lo que se busca” explicó Cáceres “es la asignación de fondos del Estado Nacional para implementar un programa de erradicación de ranchos, casas de adobe, de barro y de paja”.

El funcionario sentenció que “Estas catástrofes nos deben impulsar a tomar iniciativas antes no programadas”, y luego continuó “Con buen acierto el gobierno de Gioja ha erradicado villas, pero no es suficiente, ya que con la lluvia ha quedado demostrado todo lo que falta”, señaló el diputado del Pro por San Juan.