Plaza del Agua: «apostamos a la cordura»

Plaza del Agua: «apostamos a la cordura»

​La ciudad discute hoy la conveniencia o no de que la Municipalidad ponga en manos de una sociedad anónima la gestión y uso de la Plaza del Agua. La integración de lo público y lo privado es una ecuación ponderable y ha dejado de ser tabú inclusive hasta para los sectores ideológicamente más radicalizados en cuando al rol abarcativo del Estado.

Por: Nino Ramella

​Muchas gestiones en el mundo logran la participación de sponsors en proyectos culturales muy buenos y muchas producciones -a veces las más- son concebidas por particulares.

​Dicho esto cabe afirmar que lo que no puede ni debe hacer el Estado es poner en manos de privados la gestión de lo público.

​Para poner un ejemplo específico de la Plaza del Agua, motivo de estas líneas, no sería objetable que un privado proponga alguna actividad que la autoridad acepte. Tampoco sería cuestionable que haya alguna presencia permanente en calidad de sponsor (si así lo avalare el HCD).

La programación

​Lo que es a todas luces inaceptable es que los contenidos -es decir la programación-, sean decididos por un privado o que se conceda el uso del espacio en exclusividad.

​Es decir…un privado no puede decidir qué acción realizar. Puede proponerla, pero la decisión debe ser potestad de la administración pública.

​Algunos pueden sostener que el Estado puede hacer, subrogando su responsabilidad, que actividades ponderables no cuesten un peso a las arcas públicas. Sería ocioso enumerar las actividades hechas desde siempre en la ciudad que han contado con recursos extrapresupuestarios sin ceder la potestad de gestionarlas.

​Si alguien tiene la inquietud de realizar actividades culturales de acuerdo a los contenidos que se le antoje tiene la libertad de hacerlo en cualquier espacio privado que cumpla con las normativas al respecto.

El valor de lo público

​Los espacios públicos están alcanzados por conceptos que no pueden ser traicionados. Equidad, pluralismo, acceso irrestricto, contenidos éticos y estéticos y valores que consagra la Democracia sólo pueden ser garantizados por los organismos públicos.

​Cultura debe ser una herramienta estratégica de cualquier gestión de gobierno. Las acciones que de ella se deriven tienen que estar en línea con el proyecto cultural propuesto a la ciudadanía. Esa es una responsabilidad de la administración pública y en modo alguno puede quedar en manos de un privado.

​El argumento que se repite es que la Plaza del Agua está deteriorada y que si un privado la arregla sin costo al erario público bienvenido sea. Pues en caso de que ese espacio no se encuentre en condiciones y no haya presupuesto público para su arreglo es posible hacer acuerdos con empresas para generar fondos, sin que estas tengan la potestad de decidir la programación o gestionar el espacio. No es una idea original. Es lo que se viene haciendo en este y en muchos otros países. Es ni más ni menos que el natural desafío que tiene cualquier gobierno y que en términos simples se llama gestión política.

Nació para todos

​La Plaza del Agua como espacio que hiciera un aporte valioso a la trama urbana de la ciudad fue una decisión muy pensada en su momento por la Administración Municipal. Se resolvió demoler los galpones de Obras Sanitarias y dejar en pie las construcciones que hoy se preservan, por su valor patrimonial. La apuesta terminó siendo muy positiva. La calle Güemes, una de las arterias de mayor desarrollo comercial en la actualidad, remataba en depósitos que ocupaban una manzana. Hoy nadie duda de que esa manzana verde que surgió de aquella intervención realzó la zona.

​Fue un esfuerzo de todos los marplatenses, representados por su Municipalidad. En esa representación anida también la confianza en que se gestionará ese espacio de acuerdo a los cánones de políticas públicas que en modo alguno pueden quedar en manos de un privado o una empresa.

​Esperemos que el proyecto de privatización naufrague en el agua de esa plaza.

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