Periodistas llorones

Periodistas llorones

¿Qué es el periodismo? ¿Existe el periodismo independiente? ¿Cuál es la esencia del periodismo en nuestro país? ¿Qué valores y características son propios del periodismo?

Esta semana reconocidos periodistas argentinos se presentan ante la OEA para denunciar la falta de libertad de expresión, la persecución ideológica y los riesgos de ejercer el periodismo “independiente” en Argentina.

Todos los oyentes y televidentes, como así también los lectores de los principales diarios, nos enteramos de esta presentación abierta y directamente, en la cotidianeidad de voces de todos los colores, pensamientos y miradas que habitan los medios en nuestras tierras.

Una presentación y “juicio público callejero”  realizado en una marcha contra Magdalena, Nelson, Joaquín,  Luis o Alfredo. Declaraciones que involucraban a algunos como operadores de prensa de sectores de poder en la dictadura, cercanía permanente con los espacios de poder económico, etc. Discrecionalidad publicitaria del gobierno hacia medios críticos y opositores. Este “terrible”  nivel de acusaciones los mueve a trasladarse hasta la OEA para martirizarse y exponer  que la democracia, la libertad de prensa y expresión están en riesgo en Argentina.

¿De qué están hablando? ¿No es acaso el periodismo el lugar de debate, exposición y crítica más fuerte que uno puede encontrar? ¿No son las mínimas consecuencias de la expresión popular, repudiar con gestos y palabras la parcialidad de algunos comunicadores? La bajeza de alejarse de los logros que benefician al pueblo y pensar solo en sus propias necesidades y en proteger a empresarios sedientos de poder, ¿No son razones suficientes para expresar repudio?

Lo paradójico es que expresan todo esto, más una administrada cuota diaria de odio y resentimiento hacia todo lo que haga este gobierno, en todos los medios de comunicación más grandes e importantes de Argentina, que en su gran mayoría seguirán en las mismas manos, el día que esté implementada en su totalidad la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, en el caso que algún día llegara a lograrse ese objetivo…

Nunca existieron en nuestro país tantas presiones privadas y empresariales sobre los comunicadores y periodistas. Moverse en esa fricción y presión cotidiana es el quehacer del periodista. ¡Cómo se reiría Rodolfo Walsh de este lloriqueo! ¡Estos ricos y famosos del periodismo no saben nada de lo que son las verdaderas presiones periodísticas! ¡Cómo se nota que nunca trabajaron en medios pobres, en ciudades pequeñas, con fuerte dependencia del “patrón” del pueblo!

Basta. Es el momento de expresar con claridad cuál es la verdad y la realidad de los medios en el país. Jamás existió tanta libertad de prensa como ahora. Lo que cambió fue que el Estado decidió salir a disputar el discurso y el relato prefabricado, armado de las grandes corporaciones mediáticas empresariales que usan los medios para hacer negocios, dominar el país, sacar funcionarios y definir presidentes. La ley de medios llegó para cambiar eso. La ley llegó para que de aquí en adelante ningún poder económico y mediático este por encima de las instituciones.

Quejarse de las presiones en el periodismo es lo mismo que ser marino y renegar de las olas. Estos periodistas tendrían que aprender de aquellos que dignamente ejercen la comunicación y el periodismo en todas sus facetas en el anonimato, en miles de pueblos y ciudades, hamacándose entre presiones públicas y privadas, entre comer o no comer, entre sus ideales y los conflictos, entre la verdad cueste lo que cueste, y ahí verdaderamente cuesta. Es la diferencia entre seguir con la profesión, o quedarte en la calle.

Algo es seguro. Los periodistas que hoy sienten plena libertad, pluralidad de voces, y muchas veces valoran logros de este gobierno, como así también critican errores o arbitrariedades, jamás irían a la OEA  a llorar y a mentir. A sabiendas que, conocedores de las reglas del  juego, han sufrido persecución empresarial, sanciones, proscripciones de empresas, despidos, etc. Les pasó, les pasa y les seguirá pasando. Y no van a la OEA. De estas cosas Magdalena no habla. Los verdaderos periodistas se mueven en la calle día a día, con la conciencia de estos riesgos, y los asumen.

Todo esto pasa cada jornada  en todo el país, menos en estos sectores de la high life mediática, que la verdad, deshonran el ejercicio duro, peligroso y apasionante del periodismo. Una verdadera vergüenza.  Por eso, repudiamos esa actitud. Y nos sumamos a los miles de periodistas en todo el país que no coinciden con estos denunciantes. Cómplices de un poder absoluto, privado, mediático y económico, que jamás denunciarán. O por cobardía o por coincidencia. O por las dos cosas.

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