Otro muerto en el penal de Ezeiza: el segundo en 18 días

Otro muerto en el penal de Ezeiza: el segundo en 18 días
Mario Ortiz (23) apareció ahorcado. Su madre dice que lo mataron y que había denunciado a guardias por la muerte anterior. Los presos denuncian abusos desde la llegada del nuevo jefe penitenciario.
En los puestos de comida ubicados frente al penal de Ezeiza, un hombre le preguntó a otro: “¿Te enteraste del motín de anoche?”. La respuesta llegó rápida, pero incompleta. “Algo escuché; ¿fue en el Módulo 4? Sé que durante toda la semana hubo problemas en los Módulos 3 y 4”. Eran las 9 de la mañana de ayer en la puerta del Complejo 1 de Ezeiza, y las casi cien personas que estaban haciendo trámites para ingresar a visitar a sus familiares no sabían nada de lo que en realidad había ocurrido en la madrugada del viernes: otra muerte en la cárcel, la segunda desde que asumió la nueva conducción del Servicio Penitenciario Federal (SPF).

“Me llamaron a las ocho de la mañana y me dijeron que mi hijo había aparecido ahorcado”, le contó ayer a Clarín Silvia Peralta, madre de Mario Ortiz (23), quien murió el viernes en el pabellón D del Módulo 4 de Ezeiza. Desde la anterior muerte registrada allí habían pasado apenas 18 días: el 27 de agosto había aparecido ahorcado Matías Cejas. “Mario había declarado contra el Servicio por la muerte de ese muchacho. Y me decía que desde la fuga les venían pegando seguido ”, agregó la madre.

Silvia se refería a la escandalosa fuga de 13 internos del Módulo 3 de Ezeiza, ocurrida el 19 de agosto por un túnel. La evasión provocó la renuncia de Víctor Hortel como director del SPF. En su reemplazo asumió Alejandro Marambio, quien ya había estado en el cargo y cuyo regreso fue muy cuestionado por los organismos de Derechos Humanos por las denuncias de torturas y muertes sospechosas que acumulaba del paso anterior.

A Silvia la llamaron del penal y le dijeron que debía presentarse urgente. Llegó y le hicieron preguntas: si Mario estaba deprimido, si tenía algún problema en particular. Ella respondió que no había nada de eso: tres días antes había recibido la visita de su mujer, que cumplía años, y de la hija que tienen juntos, de cuatro años. Pasaron toda la tarde en familia.

“Me quieren hacer creer que fue un suicidio, pero sus compañeros me dijeron que lo mataron los guardias. Hay muchos pibes en buzones (celdas de castigo), golpeados”, aseguró Silvia. Tiene datos concretos para dudar de la versión penitenciaria: Mario iba a salir en libertad en diciembre. Trabajaba en un taller de bolsitas y todo el dinero que ganaba lo enviaba a su mujer y su hija. También estaba terminando la secundaria. Había sido detenido por un secuestro pero durante la investigación sólo se lo acusó de asociación ilícita, ya que conocía a los demás detenidos pero no había participado del hecho. Llevaba un año y seis meses detenido. “Mi hijo estaba contento porque le faltaba poco para irse ”, concluyó su madre.

Ayer, cuando ni siquiera los internos de otros módulos sabían de la muerte de Ortiz, los presos del Centro de Estudiantes Universitarios de Ezeiza (CEUE) redactaron una carta en la que hablaban de los cambios desde la asunción de Alejandro Marambio. Allí cuentan que en la primera recorrida que hizo por Ezeiza se lo vio con una campera del SPF y sancionó a cuatro detenidos por haberle manifestado su descontento con algunas situaciones.

Sobre los primeros días de su nueva gestión aseguran estar “siendo víctimas de maltratos psicológicos sistemáticos y los apremios ilegales se han convertido en moneda corriente”. Cuentan que ahora es común escuchar decir a los guardias cosas como: “Acá se acabaron los derechos humanos”; “ahora volvemos a mandar nosotros” o “tenemos palos nuevitos, están para estrenar”.

Ayer todo era tensión en la puerta del Complejo, a pesar de que casi nadie sabía de la muerte de Mario Ortiz. Los familiares tardaron hasta tres horas en ingresar para compartir una hora y media de visita. El escrito de los presos se refiere al tema: “Implementan como metodología requisas excesivas, innecesarias e inmorales, maltrato verbal, rotura de mercadería, prohibición de ingreso de artículos que hasta hace algunos días estaban autorizados, a fin de que los internos deban recurrir a la compra en cantina a precios excesivos, fomentando así un negocio redituable para ellos, ya que son quienes lo controlan. Y además la tardanza adrede en los trámites de ingreso y el tiempo de espera”.

La situación es muy inestable y los familiares de presos amagan periódicamente con cortar la autopista Riccheri para protestar.

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