La novena sinfonía

Nadal ya se consagró nueve veces en Roland Garros y se quedó con los últimos cinco al hilo: fue 3-6, 7-5, 6-2 y 6-4 a Djokovic tras tres horas y media. Además, el español logró mantener el número uno del ranking. París es su casa.

 

Fue una final acorde a lo que pueden ofrecer los dos mejores del tenis actual. Y una vez más quien salió victorioso fue Rafael Nadal, quien se repuso de un arranque falso para terminar venciendo a Novak Djokovic por 3-6, 7-5, 6-2 y 6-4 en tres horas y media hora de juego. Como consecuencia, fue el quinto trofeo al hilo que conquistó en Roland Garros (en 2009 ganó Federer) y el noveno en total. Un animal.

Así, el español igualó los 14 títulos de Grand Slam de Sampras y quedó a tres del más ganador de los torneos más importantes: Roger Federer logró 17. Como si fuera poco, se aseguró continuar como número uno del mundo ya que si caía por quinta vez seguida ante Nole iba a perder con él la cima del ranking. ¿Más? Levantó su título número 45 sobre polvo de ladrillo, quedándose a uno del récord de Guillermo Vilas. "En un partido como este cada punto es crucial. Jugar con Novak siempre es un reto. Había perdido con él las últimas cuatro veces. Si le gano es porque juego a mi límite", dijo el oriundo de Manacor. "Los últimos dos años jugamos grandes partidos. Lo siento por Novak. Estoy seguro de que lo hará en el futuro", agregó, en referencia a que es el único Gran Slam que le falta.

¿El partido? El serbio comenzó firme y seguro, quebró en el séptimo juego y se llevó el primer set. Pero en la definición del segundo parcial el vencedor empezó a inclinar la balanza: con el 7-5 había que empezar de nuevo. Ya en el tercero, Rafa quebró de arranque y cerró tranquilo en 6-2. En el cuarto, más allá de un evidente cansancio supo estar fino en los puntos definitorios para cerrar la historia en su favor. Djokovic cometió uan doble falta para que se acaben sus chances y Nadal se desplome una vez más sobre el polvo de ladrillo parisino. Después derramó algunas lágrimas y sufrió para posar para las fotos porque los calambres lo aquejaban. Poco importaba, la música más linda sonaba en sus oídos. La novena sinfonía.

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