La militancia

La militancia
Militante es aquel que intenta transformar el mundo con su ejemplo; sabe qué decir lo que se piensa y hacer lo que dice es el arte mayor de una noble práctica política.
Su proceder está guiado por un precepto evangélico: luchar por la igualdad entre todos los seres humanos.

Su enorme tarea se inscribe en un paradigma fraterno: “Ningún ciudadano se realiza en una Nación que no se realiza”.

La cultura de la solidaridad y el trabajo le marcan el norte de las utopías revolucionarias.

Arrastrando este sublime bagaje, caerá mil veces; encontrará energía en el servicio a sus semejantes y mil veces se levantará.

Su paso por la historia sólo está justificado si es capaz de honrar la vida: defender los derechos sociales y políticos de los desposeídos, y sostener a ultranza, poniendo el cuerpo si es preciso, una inquebrantable lealtad con el pueblo que le da su aliento.

Se apega a los principios éticos que hacen mejores a todos los humanos y ejerce las conductas morales escritas en la conciencia colectiva. Por eso el militante sólo existe como héroe colectivo; no puede expresarse como individuo sino dentro de la militancia.

Hoy, cachuza, desperdigada y diezmada, esa tropa obstinada en escribir día a día la historia argentina vuelve a encontrar un rumbo y una esperanza. Hacen frente a un enemigo implacable: “La raza maldita de los explotadores” y sus mandaderos: los que tienen, siéndolo o no, “alma de oligarcas”.

Para defender el sueño de una patria justa, libre y soberana, soldados incansables de la igualdad, la libertad y la democracia alimentarán la llama inextinguible de nuestra pasión argentina.

El aluvión de la militancia popular se levantará otra vez como el batallón escogido de un ejército invencible: el de la clase trabajadora argentina.

Comentá la nota