Mendoza, la grieta por donde se pierde el agua

Mendoza, la grieta por donde se pierde el agua

La gente salió a las calles en Mendoza para oponerse a la minería.

Por Ana María Prado (*)

El letargo tórrido de la siesta del verano mendocino quedó alborotado y no cesará hasta que la Ley N° 9.209, que modifica la Ley N° 7.722, se derogue. Por un lado, el pueblo todo reclama por su agua pura y alarma sobre la escasez de la misma. Del otro, la incomprensión y la falta de empatía se traducen en represión. Balas, palos y motos… averiguación de antecedentes, amenazas de multas por los cortes de rutas y avenidas, multas por carteles en las lunetas de los autos que señalan “La 7722 no se toca” entre otros tantos artilugios, no amedrentarán a un pueblo que creían desinformado.

Los “señores” que están para la “alta política” deben haber subido tan alto que no vieron lo que ocurre en el llano, en el valle, en la ciudad ni en la montaña. Lástima por ellos, porque no podrán borrar de su historia de vida la traición a sus bases, independientemente del partido político al que pertenecen.

Un capítulo aparte es la forma de represión utilizada para una multitud pacífica, pero que con las banderas en alto reclamaron, continúan y seguirán haciéndolo a lo largo y a lo ancho de la provincia.

Como rasgo tradicional, la siempre obsecuente prensa invisibiliza tanto la protesta como la persecución. La consabida traición sistemática a la verdad intelectual que padece no solamente Mendoza, sino el país y la región con el ocultamiento de la realidad o la deliberada mentira a través de sus pasquines asquerosos, tienen a sus conocidos y voluntariosos personeros del poder real, como alfiles. Son esos que se reciben de ‘opinólogos’ ni bien los contratan. También ellos tienen su cuota de protagonismo en este sistema y han sido descubiertos por muchos mendocinos que hoy toman nota del ocultamiento y la mentira. Caen en la cuenta que se trata de criaturas extrañas al sentir general, de precio bajo que ni se acuerdan que significan los valores universales. Son los primeros contaminantes de las mentes desprevenidas de los ciudadanos, cuyas dosis de veneno tienen horarios fijos en las programaciones de radio y televisión locales. También ellos cargarán con el repudio popular basado en la memoria colectiva cuyos ojos los perseguirán por siempre.

No conforme con el avance y rápido para continuar con la mascarada, el gobernador Rodolfo Suárez dijo que suspende la reglamentación de la ley minera que promulgó el martes, mientras que en paralelo su ministro explica que no se volverán atrás en absolutamente nada, a sabiendas que ese paso –la suspensión- no impide el inicio de las actividades por parte de las mineras.

Sería propio que el gobernador y su séquito de aplaudidores, se diera cuenta que entre ese pueblo medio desaliñado por el calor, el cansancio de un año difícil, empobrecido y castigado por la desocupación e inflación más altas del país –entre otras calamidades– se encuentran mujeres, hombres, niños/as, familias enteras… Una multitud que mezcla, al más puro estilo de un partido de fútbol donde juega Argentina, a trabajadores de los más diversos oficios y profesiones, artistas, organizaciones de la sociedad civil, estudiantes, jubilados y también militantes de todos los partidos políticos… todos en un solo reclamo, que utilizará todo también. Hoy ya comenzó la suspensión de las vendimias departamentales sumado a que quien ostenta el título emblemático de Reina Nacional de la Vendimia, quien ya pronunció su desobediencia y no asistirá a ningún evento oficial, porque está junto al pueblo en la protesta hasta que la nueva ley se derogue.

Nada detiene el descontento que va escurriendo como el agua misma, sin cauce, hacia una grieta que distingue en una orilla a las multinacionales y quienes promueven los intereses del sector y en la otra, el pueblo que clama por la vida.

*Doctora en Educación, docente e investigadora

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