Una marplatense, la primer maquinista de la Armada

Una marplatense, la primer maquinista de la Armada
La teniente de corbeta Romina Messina es la primera mujer maquinista de la Armada y también la primera en ser jefa de Control de Averías en el destructor ARA “Hércules”.
El 10 de marzo cumplió 27 años. Es marplatense y entró a la Armada a los 17, apenas terminó el secundario. “Ahí es donde comencé a ver qué era lo que me gustaba. Todos los indicios en mi carrera me llevaron a Máquinas”.

Cuenta que siempre que embarcó estuvo en esa sección del buque. “Para mí es un paraíso estar en Máquinas porque hago lo que me gusta. Creo que cada persona que hace lo que le gusta en su especialidad es feliz, porque se encuentra en su ambiente”.

Los genes deben haber tenido algo que ver en esta pasión que corre por sus venas: su abuelo –ahora retirado– llegó a ser suboficial mayor maquinista.

“Siempre que hablaba de la Armada se le llenaban los ojos de lágrimas y la pasión que él sentía me la transmitió. Parte de mi pasión es por mi abuelo”, reconoce Romina.

Como cadete de la Escuela Naval Militar navegó en el rompehielos ARA “Irízar”. Ya egresada, pasó por las corbetas “Robinson”, “Granville” y “Drummond”. Y sus experiencias en máquinas fueron como cadete en el destructor ARA “Hércules”, casualmente, su nuevo destino desde febrero de 2011.

“En el ‘Hércules’, cuando era cadete, me permitieron desarmar la caldera, limpiar los quemadores de las turbinas. Mis compañeros me decían: ‘No podés estar tan contenta por salir de Máquinas, toda llena de grasa’. Yo era feliz”, concluye sin rodeos.

Es respetuosa y se siente respetada. La oficial Messina afirma que la gente que tiene a cargo “es fabulosa”. Nunca pasó por una situación chocante o incómoda. Al contrario: “La verdad es que estoy muy contenta y no me puedo quejar de nada”.

En medio de la charla, empieza a hablar de sus padres. “Mi mamá es docente, profesora de Arte (lo opuesto a lo mío) y mi papá, técnico electrónico. Cuando les dije que iba a ingresar a la Armada no querían saber nada. Los dos viven en Mar del Plata y como me fui a los 17 años fue muy chocante para ellos. Pero cuando vieron mis logros, se sentían cada vez más orgullosos. Y, gracias a Dios, no los defraudé”, expresa con satisfacción.

Presente y futuro

Su esposo también es oficial. Romina está casada con el teniente de navío Marcelo Sergent (34), destinado en la Escuela de Oficiales de la Armada, en Puerto Belgrano, a quien le agradece mucho “porque no es fácil estar con alguien que encara algo totalmente diferente. Me tiene mucha paciencia”.

A su profesión le dedica bastante tiempo y pone lo mejor de sí para ser eficiente en su trabajo y disfrutarlo al máximo.

“Por ahora, estoy casada pero no tengo hijos. Cuando los tenga, creo que va a ser complicado porque la mujer debe desembarcar. Pero igual siempre hay de todo para hacer, tanto en buques como en destinos en tierra. Trabajo no me va a faltar”, dice.

La humildad, sencillez y el deseo de superación de Romina quedan al descubierto en su respuesta final: “Yo soy teniente de corbeta; sé que me falta aprender un montón de cosas. ¿Mi aspiración? Nunca me hubiese imaginado esto que estoy viviendo, pero realmente pretendo llegar a lo máximo, no tengo techo, aunque vivo el día a día”.

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