Leones mercedinos ayudan a los rescatistas que trabajan en Nepal

Leones mercedinos ayudan a los rescatistas que trabajan en Nepal

Contactaron al grupo K9 de España con clubes del país asiático destruido por un sismo hace 7 días.

En un acto de nobleza con los damnificados por el devastador terremoto en Nepal -fue el sábado 25 de abril-, los rescatistas de la ONG K9 de Creixell, de España, llegaron hasta el país asiático con la colaboración del  Club de Leones de Villa Mercedes. 

 

Aunque el sismo de magnitud 7,8 ya se cobró unas 7.250 víctimas, los cinco binomios de socorristas, los entrenadores y sus perros, arribaron el miércoles pasado en busca de una última esperanza de hallar personas con vida.

 

Están instalados en un campamento cerca del aeropuerto de Katmandú, y recibieron la ayuda de los Clubes de Leones nepaleses que fueron contactados por la institución villamercedina, la única argentina que tiene convenio con los españoles desde hace cinco años, para brindar ayuda a cada lugar al que asistan a trabajar. "Somos los únicos leones argentinos que estamos colaborando en todo lo que necesiten los integrantes del grupo, porque a pesar de la labor humanitaria que hacen, aún tienen problemas para subir al avión con los animales. Nos conectamos desde el sábado con gente de Katmandú y Nueva Delhi, haciendo enlaces para que una cara amiga esté allá para facilitarles las tareas al equipo de Creixell", contó Eugenia Moreno, socia del club villamercedino. El nepalés León Pankaj Pradham es quien está en contacto permanente con la mujer.

 

La entidad local gestionó el encuentro en el aeropuerto de los entrenadores que residen en Portugal, Brasil y España, para que llegaran todos en el mismo vuelo y en el traslado de los binomios, desde la base aérea hasta las zonas de conflictos. "La mayor complicación que tienen es con el transporte, les cobran el alquiler de los vehículos, unos 150 dólares por día más el gasoil para acudir a los sitios", detalló Moreno.

 

 El equipo en Nepal

 

Pedro Frutos Molina es quien dirige la organización voluntaria que recibe sustento de la Universidad Rovira Virgilli y tiene delegaciones en todo el mundo. Son 42 miembros en total y en Villa Mercedes el K9 está al mando de Tomás Frontera, que en 2010 y 2012 recibió la capacitación del mismísimo Molina. Pedro lleva 28 años, de sus 54, como entrenador. Desde España, por vía teleconferencia, le confió a El Diario cómo es la inconmensurable hazaña que hacen en Nepal David Mercade y su perra Kara, Reginaldo Aranda con Abu, Nuno Veira y Koy, Marco Saravia con Yuki y Alexandre Calmon con Baco.

 

"Apenas arribaron el miércoles a las 3:30, se pusieron a disposición de las autoridades, que son quienes los destinan a una zona específica (hoy están en Katmandú). Tengo poca comunicación por el problema que hay en las redes (afectadas por el gran sismo), pero hablamos cuando se acercan al aeropuerto", detalló el líder.

 

Es el décimo tercer terremoto al que asisten pero esta vez Pedro no pudo concurrir porque su salud se lo impide. "Implica mucho riesgo porque estoy atravesando una Hepatitis C con fibrosis hepática, fui contaminado en un terremoto. Se contagia por vía sanguínea y, aunque trabajamos con guantes, ocurre que con los niños incumplimos la norma, porque a un niño de 3 o 4 años cogerlo en brazos con guantes es como si te diera asco, un mal rollo, y no puedo permitirme eso. Me he quitado los guantes, les he dado caricias, limpiado la cara y ellos tienen heridas como nosotros de sacar los escombros y algún contacto sanguíneo tuve. He estado dos meses a punto de visitar al Todopoderoso", bromeó.

 

En el país asiático, dedican el máximo de tiempo al rescate de sobrevivientes. "Podemos estar trabajando todo un día excepto que de noche no te dejan por la inseguridad. Somos un grupo de rápida intervención (GRI) y es vital hacer la mayor cantidad de búsqueda para conseguir la mayor cantidad de vidas, porque quien está debajo de las ruinas está esperando que lleguen para sacarlo. Por eso vamos marcando y caminando. Acostumbramos a estar unos diez días en el lugar", describió el español.

 

En el sitio derrumbado, repiten una misma labor: "Empezamos con un perro de vivos, demarcamos la zona y alrededor ubicamos un miembro de nuestra organización. El guía da la orden al perro que va a pisar los escombros primero por si hay una réplica. Como a veces lo perdemos de vista, le enseñamos que marque el lugar ladrando", dijo. Luego entra el equipo de guías y corrobora el contexto: si hay fugas de gas, ratas u otro peligro dejan una marca en código Insarag (son abreviaturas internacionales de rescate). Con aerosol verde marcan a los vivos (escriben la palabra inglesa "live") y con rojo ("die") a los muertos, "para dar prioridad siempre a que saquen a quienes están aún con vida", sostuvo Molina. Detrás de ellos viene el grupo que recupera los sobrevivientes.

 

Cada entrenador y su perro viajan con un kit especial que incluye carpas, la jaula del can, sacos, elementos de sanidad, paquetes de alimentación norteamericanos, envasados resistentes al agua, papel higiénico, chicles, crema de maní y con las calorías requeridas para todo un día.

 

A pesar de contar con lo necesario para sobrevivir la campaña, hay hechos que los rescatistas no pueden obviar y los desmoronan. “Hemos estado en muchos terremotos dolorosos como Haití, pero lo más impactante fue en Balakot, una ciudad de Pakistán, que de los 60 mil habitantes murieron 50 mil. Eran las 9 y encontramos un niño de 3 añitos vivo, su familia estaba aplastada. Quisimos cubrirlo porque caían copos de nieve, estábamos muy cerca del monte K2, pero las autoridades dijeron que ellos se ocuparían. Lo pusimos en un carro con una mantita, pero cuando pasamos por la tarde el niño había muerto de frío. Esto pasa porque la sociedad ha perdido todos los valores y la vida humana en algunos lugares no vale un centavo”, se lamentó Molina.

 

Aún así, el valor los envuelve y empuja a actuar. “Sólo lo dejaré, el día que deje de importarme la gente”, argumentó.

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