La ONU lanzó un pedido de ayuda por US$ 300 millones para Filipinas

La ONU lanzó un pedido de ayuda por US$ 300 millones para Filipinas
Es para alimentos, remedios, obras de saneamiento y protección de los más afectados por el devastador tifón.
Mientras crecía la desesperación por conseguir alimentos, agua y remedios en las zonas devastadas por el tifón Haiyan, y miles de sobrevivientes luchaban por conseguir un pasaje de avión para huir del desastre, Naciones Unidas llamó ayer a la comunidad internacional a enviar 301 millones de dólares a Filipinas para ayudar a las víctimas.

“Acabamos de lanzar un plan de acción que se concentra en la comida, la salud, el saneamiento, los refugios, la retirada de escombros y la protección de los más vulnerables. Este plan requiere 301 millones de dólares”, informó Valerie Amos, la jefa de las operaciones humanitarias de la ONU en Manila.

“En este momento es muy difícil tener una idea de las necesidades inmediatas, porque está resultando muy complicado acceder a algunas de las zonas afectadas”, puntualizó la funcionaria.

“Tememos lo peor”, advirtió a su vez John Ging, director de operaciones de la oficina de coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU.

Por el momento, la comunidad internacional ha ofrecido 54 millones de dólares en asistencia de emergencia a Filipinas, según informó el Departamento de Asuntos Exteriores del país asiático, que precisó que la ayuda incluye dinero, equipos médicos y de rescate, y material de primeros auxilios.

Se trata de aportes procedentes de 28 países, varias organizaciones internacionales y la Unión Europea (UE), que ayer anunció que ampliará su donación a unos 13 millones de dólares que se destinarán a tareas de reconstrucción.

El Papa Francisco, que el domingo llamó a rezar por las víctimas y pidió que llegara “ayuda concreta” a los damnificados, dispuso una primera donación de 200.000 dólares, que será distribuida a las iglesias católicas locales.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) también se comprometió a enviar un cargamento de medicinas para cubrir las necesidades básicas de 120.000 personas durante un mes y suministros para 400 intervenciones quirúrgicas.

Mientras, el recuento oficial de muertos no deja de aumentar casi al mismo ritmo que la desesperación entre los sobrevivientes que sufren escasez de agua potable, comida y no encuentran cobijo.

Cuatro días después del violento paso del tifón, el gobierno filipino cifró en 1.798 el número de muertos hasta el momento, aunque datos extraoficiales hablan de decenas de miles de fallecidos. La ONU estimó que serán unos 10.000.

En Tacloban, con 220.000 habitantes y considerada como la zona más castigada, las lluvias convirtieron los cadáveres y la basura en aguas sucias malolientes. El alcalde, Alfred Romualdez, dijo que hasta ayer a la mañana se habían sacado 250 cadáveres, pero se cree que aún existen muchos más bajo las montañas de escombros. En la isla de Samar más de 500 personas fueron enterradas en fosas comunes. Y se estima que la cifra de muertos se multiplicará cuando los equipos de rescate logren llegar a los lugares que quedaron más aislados.

El Consejo para la Gestión y Reducción de Desastres filipino también habla de 2.487 heridos.

Cerca de 10 millones de filipinos se han visto afectados por los estragos que dejó el tifón, de los cuales al menos 660.000 son desplazados, según el recuento oficial.

La escasez de bienes de primera necesidad ha creado un clima de histeria entre los sobrevivientes que, hambrientos y sin nada que beber, deambulan por las rutas.

El portavoz de Defensa Civil, Reynaldo Balido, declaró que el restablecimiento del orden en Tacloban y otras áreas es una prioridad, mientras la Policía Nacional y el Ejército han enviado a la zona efectivos de refuerzo para asegurar la paz y el orden.

La esperada ayuda internacional está ya en marcha, pero su entrega y las tareas de rescate se vieron dificultadas ayer por una nueva tormenta en la zona devastada.

En Tacloban todos los negocios que podrían tener alimentos han sido saqueados, informó un canal local. Por todos lados los que salvaron sus vidas han hecho pintadas en contenedores y fachadas de las casas: “­¡Necesitamos comida!”, “¡­Ayuda!”, “¡­Sálvennos!”.

Los niños lloran incesantemente y mendigan en los márgenes de las calles, inundadas de basura.

Para socorrer a las víctimas y lograr el restablecimiento de la normalidad, el portaaviones estadounidense USS George Washington, flanqueado por otros barcos de la Armada de Estados Unidos y el buque de guerra británico HMS Daring, se dirigían ayer a Filipinas.

Mientras, la aerolínea comercial filipina Cebú Pacific canceló ayer algunas rutas comerciales para que sus aviones ayudaran en la evacuación de los damnificados en el aeropuerto de Tacloban. Miles de afectados se agolpaban en las cercanías de las instalaciones aeroportuarias donde, ante la desesperante situación y la lenta llegada de la ayuda, rogaban por un pasaje para abandonar la ciudad hacia algún lugar más seguro.

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